Un descuido, un error fatal

2.4K 93 90
                                    

Atardecía, y los arboles marchitos de la isla se sacudían perezosamente, mientras sus pocas hojas caían de las ramas, aterrizando sin gracia en el césped grisáceo y muerto que vestía a la triste tierra...

Entre uno de esos árboles, acurrucada en una de las enormes raíces de uno, Natsumi, en su forma de zorro, frunció el ceño, y abrió cansada sus ojos verdes.

-¿Eh...?- entrecerró los ojos para ver donde estaba. 

La zorrita se sentó con cuidado, percatándose de que tenía vendado el hombro izquierdo, sus dos brazos, la pata derecha, y el lomo.

Parpadeó, y miró para todos lados, algo nerviosa por estar sola. No recordaba muy bien lo que pasó después de que cayó de esa cascada con el Kyubi

Estaba segura de que, después de caminar un rato apoyada en él, quien le insistía como mosquito en la oreja que debían alejarse lo más posible, al final todo se puso negro... Debió haberse desmayado.

Extrañada, se percató del color anaranjado del cielo... Estuvo durmiendo casi todo el día...

Se puso azul cuando su estómago empezó a exigirle el almuerzo...

-Voy a morirme...- gimió, recostándose en el césped, apoyando su mentón en la raíz del árbol, llorando a mares-¿Cómo es posible que una Yokai tan linda e inocente como yo vaya a terminar su vida aquí, solita?- suspiró, sin fuerzas.

¿Por qué estaba sola...? ¿Dónde estaba el Kyubi?

No es que lo extrañara... Bueno, sí, lo estaba extrañando. Aunque era solo porque estaba sola... No, tampoco.

Volvió a suspirar, incapaz de engañarse a sí misma...

-Kyubi tonto, no sabes tratar a una dama en apuros-entrecerró los ojos, amurada.

¿Cómo estarían los demás? Le preocupaba el estado de Obito, ya que, como las otras aves, fue herido por Ryusei. Los niños también estaban entre sus preocupaciones. Todo lo que pasó debió ser un terrible susto para ellos...

También sentía, un poco, casi nada, nadita de nada, de preocupación por el emo-san. Nadie merecía que le arrebataran la vista, y hasta un humano con pésimo sentido de la moda también tenía ese derecho.

Sus ojos se posaron en una hoja seca que se posó sin gracia en su nariz negra, recordándole nuevamente que estaba sola, sin compañía... abandonada...

-Porque estoy solita, no hay nadie aquí a mi lado. No habrá problemas hoy, de mí ya sean burlado~... - tarareó, moviendo aburrida su cola.

-¿Qué demonios fue eso?-

Sus orejas se levantaron, y se sentó de golpe, para ver asomarse por detrás del árbol en el que se recostaba a Kurama, que la miraba con las cejas arqueadas.

-Eres mala cantante-

-¡KYAAAA!- retrocedió, asustada.

-¡Idiota! ¡Soy yo!- se señaló el zorro de nueve colas, acercándose.

-¿K-Kyubi...?- murmuró Natsumi, sorprendida, temblando aun por el susto.

-¿Quién más?- la quedó mirando Kurama-

-Pe-Pero... ¿N-No me dejaste...?- tartamudeó Natsumi.

-¿Ah? ¿Qué demonios dices?- la quedó mirando Kurama, algo molesto- Fui a hacer un pequeño perímetro del lugar, idiota- suspiró -Serás una...- negó con la cabeza, fastidiado, pero se quedó quieto cuando la zorrita se le acercó y abrazó con sus patitas- ¡¿Q-QUÉ RAYOS...?!- la miró, rojo.

El Zorro de Konoha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora