Liam
La alegría que transmitían los ojos de Hil en aquel momento era inexplicable, había intentado sacarle fotos pero ella se negaba rotundamente, fruncía el ceño intentando demostrar en un fallido intento estar enfadada, pero luego se acordaba dónde estaba y aquella linda e infantil sonrisa volvía a inundar su rostro.
Habíamos llegado al campo media hora antes del partido, debido a que la niña se había despertado (si es que había dormido) a primera hora tan entusiasmada que no pudo evitar molestarme toda la mañana. Yo obvio me tomé mi tiempo, desayune, llamé a mi madre, hice el trabajo que me tocaba aquel día y luego, antes de irme, me dí un largo y relajante baño, y una vez que salí Hilary prácticamente me arrastró hacia el auto para que la llevara y allí estábamos, media hora antes, esperando a que los jugadores se dignaran a salir y poder empezar de una buena vez aquel glorioso partido.
--¿Tienes hambre?-- le pregunté mientras tomábamos asiento.
--No, estoy bien.-- dijo enfocando su vista en el gran estadio.-- Había olvidado lo bien que sentía estar aquí.
Y no dijo nada mas.
Asentí y fijé mi vista en el estadio. Era un lugar bastante grande, se notaba que lo que se jugaba allí era totalmente profesional. Las personas llegaban de a montones, y algunas se peleaban por los mejores asientos. Nosotros estábamos bastante arriba, pero de todos modos la vista se podía apreciar perfectamente.
--Me había olvidado lo que se sentía estar aquí-- repitió Hil interrumpiendo mis pensamientos, viendo todo el panorama con grandes ojos curiosos cual niño en una juguetería.--Siempre lo miraba desde cerca, mi padre empujaba a todos para tener el mejor lugar solo para mi...--sonrío melancólicamente.-- Se moriría si me viera aquí.
Antes de que pudiera formar palabra, un hombre que vendía cosas de diferentes equipos se acercó ofreciendo su mercadería, le compré a Hil una gorra de su equipo favorito, los Dodgers y ella saltó felizmente cuando se la dí, obviamente no se la quitó en todo el partido.
Faltara poco para que aquello empezara y entre el público pude diferenciar el gran cuerpo del señor Dallas, al verlo lo saludé con la mano y el se acercó felizmente junto con sus dos socios, que parecían no alejarse de el en ningún momento.
El hombre vestía todo de azul, inclusive llevaba pintada mitad de la cara del mismo color, claramente se podía notar su fanatismo a leguas.
--Señor Payne, estoy feliz de verlo por aquí.--dijo estrechando su mano con la mía.--Hoy los Dodgers le patearan el trasero a los Marineros, ya lo verás.
--Oh definitivamente lo harán.-- habló Hilary antes de que alcanzara a pronunciar una mínima palabra, y le sonrió al señor Dallas.
El la miró entusiasmado con un brillo en los ojos y luego dirijió su vista hacia mi, como si esperara algo.
--¡Oh claro!-- dije-- Hilary, él es el señor Dallas, mi nuevo socio. Señor, ella es Hilary... una amiga.
Ambos estrecharon sus manos alegremente.
--Es un placer, Liam me ha hablado mucho de ti.
--Espero que sean cosas buenas...--dijo Dallas riendose con una carcajada exageradamente fuerte.-- Es un hombre muy afortunado pequeño Payne, viene acompañado de una dama muy hermosa. ¡Y encima fanática de los Dodgers!
Hilary no pudo evitar sonrojarse... y bueno, yo también.
--Es una compañera fiel señor.--dije asintiendo.
--Bueno señores, los dejaré disfrutar el partido, tengo un asiento que nos espera allí arriba.
Los tres saludaron, Dallas se fue super alegre, mientras que sus dos acompañantes seguían con la cara igual de seria que siempre.
--Que hombres raros los de atrás.
Asentí riendo y miré el estadio.
El partido estaba por dar comienzo, el himno ya se había cantado y los jugadores se preparaban en sus pocisiones para empezar.
Los Marineros atacaban. Uno de los Dodgers ya se encontraba pocisionado en la base, listo para batear, el lanzador del equipo contrario esperaba las ordenes de lo que seria el arbitro para lanzar la bola, una vez sonado el silbato, este la lanzó con una potencia que no cualquiera podría tener que cuando el jugador de los Dodgers bateó, le erró por un mínimo centímetro y la bola se la quedó el receptor.
--¡No!-- se quejó Hilary, mientras se escuchaba "¡Strike 1!".
--Tranquila, recién empieza.-- la animé mientras seguía el juego.
En el segundo intento el batedor volvió a fallar, creando una pequeña tensión en el público, pero la tercera vez logró batear la pelota llevandola lejos provocando euforia en todos.
--¡Vamos, vamos, vamos!--gritaba Hil ansiosa.
El jugador logró pasar la primera base muy facilmente, mientras que el equipo contrario corría para todos lados tratando de que no lograra hacer el punto pero, desafortunadamente para los Marineros, cuando menos se dieron cuenta el jugador ya había pasado rápidamente la segunda, la tercera base y cuando llegó a la cuarta el público gritó de alegría. Hil daba saltitos y aplaudía como una niña.
--¡Vamos Dodgers!--gritó eufóricamente.
El partido siguió, generando puntos de ambos equipos. Afortunadamente los Dodgers llevaban la delantera, pero por muy poco.
Un silvato sonó luego de varios minutos, haciendo saber que iba a haber un pequeño entretiempo para que los jugadores descansaran un poco.
--¿Quieres comer algo?-- pregunté mientras veía cómo un hombre con un carrito de hot-dogs se acercaba a donde estábamos.
--Uy si, estoy hambrienta.
Le hice señas al chico y el se acercó sonriente, nos dió un hot-dog a cada uno y un agua para los dos, le pagué y se fue a vender a otro lado.
Mientras tanto, en las pantallas del estadio empezaban a mostrar la parte mas divertida del entretiempo, la "Kiss Cam".
--Oh por dios amo esta parte.--habló Hil muy alegre.
La cámara iba mostrando parejas, las cuales se reían tontamente y luego se besaban, algunos apasionadamente y otros muy timidos. En un momento la cámara paró en una pareja muy bonita, ambos sonreían, la chica se quedó estática cuando se dió cuenta que era a ella a la que estaban mirando, y yo también.
--Ay...--dijo Hil mirandome a mi y luego al camarografo que nos apuntaba sonriente con la cámara.
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La mochilera (Liam Payne)
FanfictionSe espera cualquier cosa en un viaje de mochileros, eso es lo que Hilary pensaba al menos. Pero la vuelta a casa a veces cansa y que mejor que pedir un pequeño aventón, lo que no esperaba es que aquel chico llamara tanto su atención.