Capítulo 10

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Habían pasado tres semanas. Tres semanas llenas de trabajo donde no habíamos tenido ni un momento libre. Mi libro estaba parado al igual que el trabajo de Enzo, al contrario que las obras, que ya estaban acabadas y con unos residentes más que encantados con ellas.

Los animales, al igual que Edelweiss se ganaron nuestro corazón rápidamente. Por suerte a ellos sí les gustó su nueva vivienda desde un primer momento, no como a la pequeña cabritilla que no hay quien la haga dormir fuera de la casa.

Era sábado y mis planes ese día se resumían en avanzar en mi novela. Lo bueno de no escribir esas tres semanas fue que acabé de planear la fiesta, ¿quién lo iba a decir?, y que por fin había recibido la respuesta de Andrea sobre la petición que le había hecho.

Me puse unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes antes de bajar con mi tía. Cuando vivía en la ciudad la ropa que llevaba a diario era bastante diferente, pero desde que había llegado allí había vuelto a adoptar un estilo mucho más sencillo. No os equivoquéis no es que no me guste arreglarme, pero en el pueblo no tengo esa necesidad de ir siempre perfecta, así que los vestidos elegantes, los trajes, faldas y un largo etcétera desaparecieron de mi armario a los pocos días de establecerme allí.

Había dado mucha ropa a la caridad quedándome solo con la ropa que sabía utilizaría a menudo y si os digo la verdad ese paso que di fue completamente liberador, todavía lo es.

Los humanos tendemos a acumular sin saber lo que nos agobian todas esas cosas materiales que no hacen nada más que ocupar espacio sin aportar nada a nuestra vida hasta que nos deshacemos de ellas.

Ahora mis prioridades han vuelto a ser las que eran, que por desgracia en esos últimos años había olvidado, dando lugar a otras mucho más superficiales. El portátil, el coche e incluso el móvil habían pasado esos años a ser mis prioridades en vez de la que había sido toda mi vida, mis seres más queridos y la naturaleza.

En la cocina estaba la tía preparando lo que parecía un puré de un color de lo más desagradable.

Miré por encima de su hombro y arrugué la nariz haciendo una mueca que la hizo reír. No sé si ya lo he dicho, pero me encanta hacerla reír.

—¿Qué es eso?

—Enzo me ha hecho prepararla, él dará de comer a los animales.

—¿Y la tienes que preparar tú? —pregunté extrañada, normalmente él la obliga a sentarse mientras se ocupaba de todo.

—Ha tenido que ir al pueblo por trabajo. Ese chico ha hecho todo por nosotras, pero también tiene sus propias obligaciones. Déjalo tranquilo, lo hago porque quiero — dijo amenazándome con el cazo.

—Sí, señora.

Dejé el portátil sobre la mesa y me preparé un café mientras pensaba en cómo nos organizaríamos con los animales. Tenía un par de ideas, pero tenía que comentárselas a ellos, además quería comprobar algo antes.

—Andrea ha dicho que todo está bien, no nos pondrán pegas.

—¿En serio?

—En serio, lo único que pide es que se lo entregue antes de noviembre.

—¿Noviembre?

—Es demasiado pronto, podría salir mal...

—Tonterías, muchacha, nada saldrá mal.

Que alguien me explique su manía de amenazarme con el cazo mientras hablamos, porque no lo entiendo.

Miré con una sonrisa burlona la pasta que caía sobre el suelo y fui a por la fregona antes de que me echase la bronca por hacerle ensuciarlo.


La mañana pasó conmigo escribiendo sin parar mientras a mi alrededor Pilar no paraba quieta, aunque si soy sincera tampoco me di mucha cuenta de esto.

Me llegó un WhatsApp mientras cerraba el documento para apagar el ordenador y comer.

Miré confundida el móvil, desde que Manu y yo lo dejamos todo mi círculo de amigos desapareció, lo que si digo la verdad tampoco me dio mucha pena. Al fin y al cabo eran sus amigos no los míos y ya se había él encargando de recordármelo durante el tiempo que estuvimos juntos. Y los amigos de la zona estaban todos fuera, incluso algunos en Europa, así que tampoco podían ser ellos.

<<Cita a las 21:00. Te diría que te pusieses guapa, pero siempre estás preciosa, caprichosa>>

Mis ojos se movieron alternativamente entre el móvil y Enzo. Este último me miraba con una sonrisa burlona mientras ponía la mesa. Sé lo que esa mirada significa prácticamente desde que tengo uso de razón y nunca, escúchenme bien, nunca presagia nada bueno.

Se la devolví. Si quería jugar jugaríamos, pero con mis normas. 


***

Pues parece que van a tener su primera cita en mucho tiempo, ¿cómo creéis que saldrá?

Comentad lo que pensáis que va a pasar y dejad una estrellita si os ha gustado:)

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