En Casa

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El piloto les dice a todos que pronto arribaran al aeropuerto militar de La Carlota situado en Venezuela, que tomen las medidas de seguridad necesarias para el posterior aterrizaje. Alejandro estuvo un poco silencioso durante el vuelo; Daniel este siempre estuvo alerta siguiendo las indicaciones dadas en el hospital, en cambio Augusto estuvo tranquilo y un poco callado.


Aterriza el avión C130 de la Fuerza Aérea Venezolana en la pista, los pasajeros sonríen entre si agradeciendo a Dios que estaban de vuelta en casa.


Ya abajo del avión es recibido Daniel con los honores correspondiente a su rango, estrechan la mano de todos agradeciendo su feliz regreso, de inmediato son abordados por una comisión del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, solicitando una reunión con el doctor Alejandro.


Daniel los aborda diciendo que dejen quieto al doctor Alejandro pues recién había salido de un coma y necesitaba descansar que si quieren dejaran toda la información necesaria con el que se la haría llegar posterior al doctor.



Alejandro mantuvo la calma nunca imagino ver tanto revuelo a su llegada la noticia había corrido como pólvora en su país natal, augusto en todo momento estuvo al lado de su hermano quien por un momento se sintió abrumado de ver tanta.


Ya terminado el recibimiento los tres pasajeros emprenden el camino a casa, Daniel le dice a Alejandro que sería un honor si gusta quedarse en su casa hasta que se sienta mejor, este accede diciendo que si allí está su sobrino que tanto quiere ver.


Todos sonríen ante la amable propuesta de Daniel y parten hacia la casa donde los espera Rosmargaret y Josefa. Durante el camino a casa Alejandro les dice que si se pueden detener por un momento en un lugar donde venden una cocada increíble, y que hacía tiempo extrañaba su agradable sabor.


Todos sueltan una carcajada y acceden a la petición de Alejandro llevándolo a ese sitio.


Llegando al tan nombrado lugar, el dueño saluda al doctor Alejandro con una amable y sincera sonrisa, al parecer este era uno de sus tantos pacientes, aprovecha y este le pregunta que le había pasado que no lo vio más por el negocio, pensó que ya no le gustaba sus cocadas.


—¡No vale Miguel, son muy ricas de hecho te traigo nuevos clientes!


—Qué bueno doctor verlo por aquí de nuevo.


—Estaba de viaje, pero ya volví Miguel.


Todos comienzan a degustar la exquisita cocada que Alejandro les había comentado tanto, todos sonreían como niños en aquel lugar.


Mientras tanto Rosmargaret y Josefa hacían los preparativos en la casa para celebrar el retorno de su cuñado Alejandro.


La cocinera les pregunta que comida prepararle al doctor en su llegada, Rosmargaret le dice que con una buena comida casera él se conformaba que fuera una persona sumamente humilde y no era exigente al respecto.


Pasada unas horas se escucha la corneta en la entrada de la casa de Daniel. Todos salen corriendo a vestirse ante la inesperada llegada pensaban que tardaría un poco más tarde.


Del carro se baja primero Daniel y Josefa sale a su encuentro abrazándolo muy fuerte luego se bajan Alejandro y Augusto y en su encuentro sale Rosmargaret con un espectacular vestido de flores y su sombrero de pajilla, en sus brazos llevaba a Eduardo quien estaba un poco silencioso.


Augusto suelta las maletas dejándolas caer y abrazando a su familia, sonríen y las lágrimas se dejan ver inmediatamente en sus rostros, parecía una eternidad que no se veían.


Alejandro se les acerca y pide cargar al bebe lo levanta hacia el cielo diciendo.


—Solo Dios sabe cuánto ansiaba conocerte Eduardo y de cómo tuve que hacer para regresar para estar aquí contigo.


Inmediatamente todos alrededor de Alejandro y Eduardo con él en sus brazos sonríen y lo abrazan. La larga espera se terminaba ya el doctor Alejandro y su familia volvía a reunirse de nuevo.


Un peculiar olor invade el olfato de todos los presentes.


—¡Guao, que olor tan rico!



—Esa es una sorpresa Alejandro que te hemos preparado.


—Hacía tiempo que no me sentía como en casa, Augusto y mis hermanos que sabes de ellos.


—Todos están bien hermano no quise decirle lo que te pasaba para no angustiarlos.


—¿Y mamá?


—Está bien hermano cuidando de todos como siempre sentada en su mecedora.


—¡Qué bien se siente estar en casa!


Ya todos dentro Alejandro le dice al bebe que aún sigue en sus brazos.


—No te imaginas cuantas aventuras dieron tus padres para que vinieras al mundo.



—Eres un gordito genial.


—No sabía Rosmargaret que hacías niños tan bonitos.


—Realmente yo soy el maestro de obra hermano.


—Si Augusto sobre todo que te desmayas por las impresiones.


Todos en el salón ríen ante la respuesta sarcástica de Rosmargaret. Que día tan especial se vivía en la casa de Daniel y Josefa, se sentía que la magia invadía aquel lugar.


Acabado el festín de recibimiento Daniel se levanta a decir unas emotivas palabras a los presentes.


—¡Escúchenme un momento por favor!


—Quiero agradecer a Dios sobre todo por el feliz regreso del doctor Alejandro quien nos demostró ser un hombre formidable, sabio y dedicado a la ciencia.


—Quiero agradecer a mi hija y Eduardo sobre todo por estar aquí compartiendo con nosotros, no saben lo feliz que nos hacen.


Josefa interrumpe las palabras de su esposo para también agradecer lo feliz quese siente estando allí con su hija y su familia, recordándoles que lamentabaque el comienzo de todo esto fue desastroso con la cena que provoco que, sihija huyera de una manera tan dolorosa para ella, pero que al final conseguiríaalcanzar sus sueños de formar otra familia tan espectacular y además tanespecial, como la que estaba allí viendo.


El Poder de una Sonrisa en la AdversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora