El Poder de la Fe

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Ya hacía una semana que estaba Augusto y Daniel en el hospital donde Alejandro su hermano estaba recluido víctima de un coma que tenía a todos sus colegas y profesores sin explicación alguna.

Eran como las diez y cuarenta minutos de la mañana cuando una enfermera sale corriendo de la habitación donde estaba Alejandro, sus gritos retumbaban aquel lugar.


Inmediatamente entran a la habitación Daniel y augusto y ven como sorprendentemente Alejandro está sentado en la cama sonriente mirándolos como cuando regresas de un largo viaje.


— ¡Chico pensé que nos abandonabas! — le dice Daniel abrazándolo.


Entra por la puerta el doctor y lo comienza a oscultar, no podía creer que estaba sentado en la cama cuando hacía unas horas estaba en un coma inexplicable.


Se voltea diciéndole al doctor Daniel que no entiende que paso que procedería a hacerles unas pruebas para determinar que pudo pasar que no se desespere y que le dijera a su hermano que su hermano había regresado.


Augusto lloraba abrazado de su hermano quien poco a poco volvía a hablar, pero pausadamente.


— Ya no llores más Augusto, estoy aquí.


— Tú sabes que ahora eres tío.


— Si lo sé y apenas salgamos de aquí voy a ir a conocer a mi sobrino.


Una enfermera siguiendo instrucciones del doctor que estaba allí saca de la habitación a los visitantes como para que no agobien a Alejandro mientras le hacían los exámenes.


Augusto le dice a Daniel que deberían avisar a Rosmargaret en Venezuela, que de seguro deben estar preocupadas porque no habían sabido nada de ellos.


Daniel lo mira y va camino a la oficina del doctor que los recibió. Tocan la puerta y se anuncian, ya dentro le pide el favor a su colega que, si pueden hacer uso del teléfono, este accede y le marca la llamada. Josefa atiende el teléfono y le dice que le va a pasar a Augusto que ella llama a la noche desde la embajada para contarle mejor.


— Josefa por favor pásame a Rosmargaret.


— ¡Hola Augusto salúdame!


— Hola discúlpame Josefa es que tengo buenas noticias.


— Okey ya te comunico a Rosmargaret.


— ¡Alo amor!


— ¡Hola amor, Alejandro volvió de la muerte!


Y así comenzaron a platicar durante un buen rato sobre lo que sucedió, desde su llegada al hospital y de cómo le tomo la mano a su hermano y se acordó de las palabras de Felipe aquel milagroso día.


— ¡En serio amor!


— ¡Si hoy despertó de un coma que lo agobiaba!


— ¡Dios mío Vallita es verdaderamente milagrosa, te ha escuchado!


Ambos comenzaron a llorar como unos niños, tanto es así que el doctor que estaba allí se conmovió al verlo y de pronto comenzó también a seca unas lágrimas.


Daniel le estaba comentando a su colega que jamás había presenciado un milagro, así como el de Alejandro. Terminada la conversación telefónica Daniel aprovecha para preguntarle a su colega, cuando darían de alta a Alejandro. Este le responde que en unas horas dependiendo el resultado que arrojen los exámenes de rutina que recuerde que es un paciente que estuvo en coma un buen tiempo los invito a tener un poco de paciencia.


Augusto lo miro y le dijo que estaba diciendo, Daniel lo mira.


— ¡Él dice que pronto va a salir, que dejes tu fastidio!


— ¡En serio él piensa que es un fastidio el que mi hermano este así!


— Cálmate Augusto hay que esperar, además de aquí no nos vamos sin Alejandro te lo puedo asegurar.


Ambos se miraron y suspiraron sabiendo, que lo que le había sucedido a Alejandro escapaba de toda explicación posible, era como que si la vida había conspirado para darle otra oportunidad.


Ya afuera en la sala de espera Augusto se recuesta de la silla donde se había sentado. Allí se fue quedando dormido por el ajetreo del día. Daniel lo dejo por un momento solo para aprovechar de ir al baño y seguir conversando con su colega para saber un poco más de su paciente.


Cerca de Augusto, se sienta una misteriosa mujer morena, gorda, alta y de cabellos negros como el azabache con una sonrisa algo peculiar. Augusto se despierta de repente y se percata de la presencia de aquella mujer, que no dejaba de mirarlo.


Augusto ve aquello tan raro y olvidándose que no estaba en su país y no dominaba el idioma, decide preguntarle si ella lo conoce, esta lo mira y la sonríe diciéndole en ingles que no entiende que dice.


Augusto se levanta rápido para ir en busca de Daniel para que este le hable a la señora y le diga que le pregunto. Corrió hacia el final del pasillo y consigue a Daniel que recién salía de la oficina del doctor que los recibió, le cuenta de lo que le paso y saliendo los dos buscan a la misteriosa señora, este le va diciendo que, si está seguro de lo que dice, que no lo hiciera perder su tiempo.


— No Daniel no es mentira ella me hablaba, pero yo no le entendía.


— ¡Ay Augusto no será que estabas soñando!


— Te lo juro me miraba sonreía y me decía algo, pero no sé hablar inglés.


Llegado al sitio observan que no hay nadie allí, Daniel ve a unos ancianos y le pregunta si han visto a una señora con la descripción que Augusto le había dicho. Estos le afirman que no que vieron a su compañero dormido y que de repente se levantó y salió corriendo.


Daniel lo mira con rabia y le dice que deje la paranoia que se comporte que recuerde que él está en un hospital en otro país, que si quiere llama a un taxi y lo manda a un hotel.


Augusto apenado baja su cabeza y se quedó pensativo, llego hasta pensar que estaba dormido, la pena que invadía a Augusto era grande.


Una enfermera los aborda diciéndole a Daniel que el doctor que los recibió necesitaba verlo con urgencia en su oficina. Este la acompaña de inmediato le dice a Augusto que se siente y lo espere, que no se valla a dormir.


Este lo mira con indiferencia y va a sentarse, mientras Daniel se aleja con la enfermera, esta mira a los ancianos como culpándolos del regaño que le hecho Daniel.


Ya en la oficina el médico le dice que pase y se siente que está preocupado por el resultado de los exámenes de Alejandro, al parecer está completamente sano y no entiende como resulto esa mejoría, le explica que muchos colegas eminencias del hospital y de la Universidad donde culmina los estudios el paciente, han pasado a observar el estado de Alejandro no conciben el resultado de los exámenes que le realizaron después de despertar del coma.


Daniel le dice que él tampoco entiende nada, le pregunta si le va a dar de alta y el médico le dice que sí que lo va a dejar por el resto del día y que mañana con seguridad se va a su casa. Daniel le estrecha la mano agradeciéndole todo lo que han hecho por él.


Saliendo ya de la oficina va y busca a Augusto donde lo consigue dormido en la silla, este lo mueve para que se despierte.


Te tengo una buena noticia.


¡Dime Daniel le paso algo a mi hermano!


No al contrario Alejandro salió bien en los exámenes y mañana nos los llevamos a casa.

El Poder de una Sonrisa en la AdversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora