Una supuesta verdad y un partido maravilloso

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Me senté en el sillón su cuero estaba algo desgastado pero aún así era cómodo.

Tenía la mirada fija a la nada, había escuchado bien Edmund sabe mas de mi accidente.

-Si lo sabe verdad - volvió a repetirlo con su mirada en mi esperando mi respuesta.

-Usted sabe que....... Yo

-Supongo que era mi nieto o me equivoco - suspiro.

-Nadie sabe lo que paso porque la doctora impidió que mis padres se enterarán - contesté.

-Lo sé, Madelaine es una gran amiga y me hizo ese favor. Nadie lo sabrá si es lo que tú quieres.

Sus palabras llegaban como fuertes golpes , no entiendo porque él haría algo así por mi, se supone que me detesta.

-Quiero preguntar ¿Por qué? Usted me detesta y....... No lo entiendo.

-Tus padres son los únicos que te dirán lo que debes oír.

-Lo que debo oír pero no la verdad.

-Eres inteligente - me señaló -Lo entenderás cuando llegue tus padres. - pronunció mientras se servía un trago.

Mis padres venían en camino, según Edmund teníamos que estar todos juntos para hablar.

Alcabo de unos veinte minutos llegaron junto con Miles, su mirada no reflejaba más que preocupación, se acomodaron en el sillón y empezaron a hablar.

-Mi niña no tienes de que preocuparte tú estarás bien - dijo mi madre con una sonrisa.

-Manzanita son precauciones que tomamos y como Edmund es mi amigo y un gran policía decidimos que él te protegiera si es que llegará a pasar algo malo.

Su diálogo parecía ensayado y poco creíble.

-¿Precauciones? No puedes predecir cuando me puede pasar algo malo al menos que lo sepas - refuté.

-Vuelvo y repito mi niña precauciones que de hecho todo padre debería tomar con sus hijos y nosotros lo tomamos, no debes porque estar molesta muchos lo hacen y se siente así con más seguridad.

"No creo nada" ni un poco las miradas de mis padres se sincronizan así como su historia, no se han dado cuenta pero hacen pequeños movimientos con sus dedos y tragan saliva por cantidad una gran demostración que están mintiendo y que no son nada buenos en eso.

Edmund y Miles solo callaron y escucharon con atención a mis padres como un niño cuando escucha una historia por primera vez.
Solo asentían la cabeza.

-Bien sin más que decir y con las dudas despejadas,¡Nos vamos manzanita! - señaló mi padre con un suspiro.

Nos dirigimos a la puerta pero sentí su brazo apretando mi codo.

-¡Cinco minutos solo cinco minutos! - grito Miles con dirección a mi padre.

-Quiero ir a casa - le dije sin mirarlo.

-¿Estamos bien Mack?

- Estaremos bien el día en que me digas la verdad.

-Pero si ya te la han dicho.

-Ni teniendo diez, me la creería, cuéntame la verdad aunque si no lo haces yo tengo mis métodos de averiguarlo..... -le regresa a ver con una sonrisa burlona - Chad es muy bueno en computadoras y pueda que también lo sea en otras cosas.

Me solté sin antes ver su expresión me miraba fijamente y con respiración agitada no había dudas su sangre hervía.

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Los siguientes días pasé de Miles no permitía que se me acercara porque no quería entablar alguna conversación que me hiciera desenfocar de mi objetivo es que era muy difícil mantenerme enojada con él.

-Es viernes por la noche - mencionó mi madre -¿No tienes planes?

-No - dije algo distante aún no admitía el hecho de que me mientan.

Ellos habían decidido no hablar más del tema sabía lo que tenía que saber y para mis padres era suficiente.

-Oí que hoy es la final del intercolegial y que los jugadores hacen una fiesta monstruo ¿No irás?

-No ¡Espera que dijiste!

-Sobre la fiesta o el partido.

¡Mackenzie lo olvidaste! ¡Descabezada!

-Llego tarde - salí despavorida sin dejar que mi madre pronunciará ni una sola palabra.

Llevaba más de media hora de retraso el partido ya había comenzado no se veía nada todos estaban amontonados solo se escuchaba gracias al altoparlante que habían colocado estudiantes y narraban el partido como los grandes comentaristas de fútbol, Scott Daviss era uno de los que narraban el juego con entusiasmo.

- Pensé que no llegarías - jaló de mi brazo Audry y me llevo a la escalinata donde había apartado un asiento también para mi.

-¡Llegaste! - Alzó sus manos Arianna y comenzaron a pasar la voz sin antes dedicarme una mirada.

-¡SEÑORES ESTO SI QUE ES NUEVO ACABA DE LLEGAR LA INSPIRACIÓN DE NUESTRA ESTRELLA LA SEÑORITA MACKENZIE WHITE! --Pronunciaron en el altavoz - ¡Ya saben esa chica de mediana estatura y cabello castaño oscuro! ¡La presidenta de clase, la que se da aires de grandeza cada vez que quiere pisotearme! ¡Nada personal Mack!

Scott Daviss la venganza será dulce

Todas las miradas se centraron en mi  incluso la de los propios jugadores y no pude evitar que mis mejillas enrojecieran.

Todos alentaban, aplaudían y chiflaban el marcador no estaba a nuestro favor necesitamos dos goles aunque decían que estaban haciendo pases más precisos incluyendo a Miles que estaba muy distraído.

Segundos más tarde David Harris anotó el empate faltaba uno solo uno todos se deseperaban cada vez.
Chad estaba en la defensa era muy bueno no podía negarlo había sacado casi de la portería dos intentos de gol.
-Mackenzie algunas palabras para tú jugador estrella - se acercó Scott - Vamos necesito que lo inspires.

-Olvídalo - rodie los ojos dando las espaldas.

-Bien sé que me odiarás, y a mi que me dolerá mañana - subió las escalinatas y se dirigió hacía su improvisado lugar de comentaristas.

-¡Atención tenemos un anuncio! - aclaró su garganta - ¡Miles cariño hazlo por mi! Att Mackenzie White. - subí a zancadas la escalinata para llegar donde Scott Daviss había cruzado mi línea.

Todo me miraban y pronunciaron un ¡Ohhh! de ternura no me importaba nada.

Un buen gancho izquierdo y él estaba en el suelo,  di la vuelta hacía los jugadores, un perfecto centro.

-¡Goooool!- gritaron todos y aún más cuando el árbitro dio señas de la finalización del partido.
Todos festejaban se abrazaban y saltaban.

Quien le diría Miles había anotado el último gol, yo sonreí y aplaudí notaba como la euforia de mis compañeros empezaba a pegármela.

Miles hizo señas  hacía mi y con sus manos formó un corazón, de nuevo todos voltearon a ver era claro me había dedicado su gol.

-¡No me arrepiento de nada! - saltó Scott Daviss a la cancha donde estaban los jugadores como un verdadero comentarista.

-Miles Tayler tienes algo que decir - pronunció en el altoparlante Scott.

-Sí - dijo eufórico -¡Te amo Mackenzie White!.





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