El señor del aire quiere una piedra.

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El pobre sirviente sudaba demasiado, empapando su ropa, sintiendo el nerviosismo azotarle con fuerza.

- ¿Q-qué cosa señor?- Raymond le vio expectante suspirando y desparramándose en su trono.

- Que quiero una piedra.- Repitió entre dientes. Tomó parte de su pelo comenzando a jugar con él.- Mikey siempre me daba muchas y jugábamos con ellas. Las hacía volar y con ellas fastidiábamos a Frank y a Gerard.- Un pequeño gritito proveniente del sirviente le hizo rodar los ojos.

- S-señor... Por favor... No otra vez.

- ¿Qué pasa Lucas?, ¡vamos!, que quiero una piedra. ¿Se la negarás a tu Dios?- El pobre hombre negó energético apretando sus dedos a su gran túnica.

- Si los ancianos lo escuchan van a castigarme de nuevo...

- Eran buenas épocas... Aún éramos jóvenes...- Continuó el moreno ignorando olímpicamente al pelirrojo.

- Señor por favor...

- Sería bueno si hacemos una reunión... Una reunión para aliarnos al fin... Dejar todo el conflicto atrás.- Lucas se mordió los labios viendo a su alrededor. Pronto sería la hora de la siesta de su Dios, así que las damas de compañía vendrían a abanicarle, y si le escuchaban hablando de eso...- Como si eso pudiera pasar.- Completo el moreno. El sirviente asintió suspirando.

- Así es señor. Mejor póngase cómodo. La hora de la siesta va a...

- ¿Pero por qué no podría pasar?- Gritó entusiasmado, levantándose del trono y caminando hasta el pelirrojo, tomándole de los hombros.

- ¿C-cómo?

- ¡Soy un Dios!, lo único que tengo que hacer es firmar un decreto para las naciones, ¡y podré ver al fin a mis amigos!

- S-señor piense c-con claridad... Si quiere una piedra puedo conseguírsela en el mercado negro... Por favor...

- Quiero una piedra.- Asintió.- Una que me de Mikey.- Corrigió enseguida al ver la esperanzada cara del sirviente.

- S-señor...

- Trae el papel de seda.

- P-pero

- No me contradigas Lucas. Enviaré inmediatamente las invitaciones. Quiero que la reunión sea pronto. Huh. ¡La que se armará!- Juntó sus manos moviéndolas de arriba a abajo, ansioso. El sirviente miraba hacia todos lados sin saber bien qué hacer.- No veo que estés yendo por el papel de seda.- Alzó una ceja. El pelirrojo tragó duro.

- Los ancianos...

- No me importan. Trae el papel de seda, ahora.- Ordenó con presión.

Una orden que no se podía ignorar.

La voz del señor del aire que retumbó por los suelos.

Asintió enseguida y fue en busca de el bendito papel de seda.

Y creía que todo estaría bien pues había usado sus caminos para que los ancianos no lo vieran, pero falló cuando al tiempo en el que volvía a entrar al salón principal, aquellos viejos que de todo se enteraban estaban en posición.

Le miraron con disgusto y negaron.

- ¿A dónde lleva ese papel, sir Lucas?- El sirviente tembló mirando la puerta que daba directo al trono.

Raymond vacilaba con un par de abanicos, abriendolos a su diversión y haciéndolos volar.

- E-el señor del aire q-quiere una piedra.- Murmuró bajando la mirada.

- ¡Lucas!- Gritaron ellos.

Una risa estruendosa disolvió la tensión en ese momento y pudo volver a respirar cuando sintió la presencia de su Dios.

- Que viejos más molestos. ¿Qué le hacen al pobre Lucas?

- Señor. Hemos sido claros. No puede estar mencionando las otras naciones en este lugar. ¡Por el aire!, ¿no ve que luego uno siente cuando hablan de si?... Creerán que es una conspiración.

- Patrañas. Mis amigos no pensaran algo así. Hemos estado enemistados por que eso es lo que marca la ley. Pero, ¿qué perdemos con intentar cambiar las reglas de las cuatro naciones para así aliarnos y ser una sola?... ¿Qué hay de malo con que un aire salga con una tierra?, o que el fuego camine por el agua?

- ¡Mucho señor, no es natural!

- Estupideces, ancianos. Soy el Dios del aire, así que yo decidiré lo que en esta nación se haga. Y yo decido hoy que quiero efectuar una reunión con los demás Dioses para concretar un acuerdo y aliarnos.

- ¡Señor!, también somos autoridad y...

- Y la última palabra la tengo yo. Punto.- Sonrío perladamente asintiendo hacia ellos, despidiéndose con los dedos moviéndolos de un lado a otro.- Vamos, Lucas.- Llamando a su sirviente que asintió huyendo de los ancianos para nada felices.

Una vez lejos de ellos, el señor del aire le llevó a sus aposentos y le pidió que extendiera la primera hoja.

- Puede empezar a dictar, señor.- Susurró nervioso el pelirrojo. Ray rió asintiendo y desparramándose en una silla frente suyo.

- Esta es para mí querido amigo, el señor del fuego. Gerard...- Y entonces no había vuelta atrás.

Las cartas serían enviadas, y si había éxito, una reunión de Dioses sería efectuada.

***

Hey a todo el mundo ;n;

Una aquí deprimida por qué... Ugh. Odio que se me ocurran ideas que luego no puedo evitar escribir.

Bueno. Esta es una historia corta y aún no sé si continuaré.

De una vez digo que es Francisco Tops, por qué :v bueno, culpen a mi idea.

En fin... Es una historia rara como siempre :v
Y no sé si les gusten, bah

La reunión de Dioses. '~Frerard~'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora