¿Como habían llegado a eso?
Frank se sostenía a duras penas apoyando su espalda a la pared mientras veía de reojo a Gerard mover su cabeza en un vaivén.
Desde la base hasta la punta y la transición en donde apretaba las mejillas sintiéndose más estrecho.
Gruñó ladeando el rostro pues la sensación le hacía estremecerse y empezar a jadear por un aumento de ritmo.
Y el señor del fuego se lo dio.
Disfrutó verlo tan dispuesto para él que le dejó complacido al aumentar el ritmo y tragar su semen cuando este se corrió.
Por los pasillos, el señor de la tierra y del aire caminaban buscando a los chicos.
Aunque el rubio ya se ríe mientras por sus labios el nombre de los Dioses se le tambaleaba.
Para él que ya estaban pegados.
- Frankie Pankie... Gee... ¿Dónde están?- Enseguida el castaño se sobresaltó viendo al señor del fuego quien solo sonreía relamiéndose los labios.
Se subió como pudo el pantalón no sabiendo que decir a continuación.
- Aquí...- Respondió burlón. Frank abrió los ojos como platos retrocediendo mientras Gerard se daba la vuelta para así abrir la puerta.
Cuando los chicos le vieron, alzaron una ceja confundidos.
- ¿Todo bien?- Mikey se introdujo a la habitación enseguida sin ver al señor del agua.- Pensé que Frank estaría aquí...- Gerard solo suspiró.
Claro que iba a escapar.
Si él no quería lo que pasó... O eso decía al principio pero bien que lo disfrutó y se vino en su boca.
Tengo que ser fiel a mi mujer... Gerard se repetía esa frase como burla en tono de niño en su cabeza.
¿Ese tonto de Frank quería hacerle creer que no caería a sus pies?... ¿Es acaso estúpido?
¿¡Quién no caería a sus pies!?
- Nadie señor. Usted es irresistible.- Le respondió Yael más tarde cuando ya se hallaba en sus aposentos desempacando su guardaropa.
Le había pedido a Ray que le hiciera uno muy grande.
- Exacto.- Se miró al espejo mientras apreciaba su belleza.- Huh. Noventa kilos...- Susurró.- ¿Has visto a la gorda que trajo Frank?- El sirviente suspiró asintiendo.
- Si señor. Fea.- Expresó.
- ¡Feísima!; tú sí me entiendes.- Soltó en un tono agudo.- La muy estúpida me contesto que no pesaba ciento cuarenta kilos. Pues claro, ¡si la cerda pesa doscientos!- Gerard estalla en carcajadas de burla terminando de colocarse su crema, tocando su rostro con delicadeza.
- Así es mi señor. Estoy seguro que el señor Frank solo la trajo para darle celos.
- Duh, Yael. Es más que obvio.- Dice en un tono ácido.- Pero ese canalla va a ver. No puede negarse a mi. Ósea, mírame.- Se pone de pie con su pijama de color oro ya puesta.
El sirviente asiente mientras sigue desempacando.
- Sin duda, mi señor.- Gerard satisfecho sonríe.
Ahora mira la habitación entera y suspira.
Se siente tan solo... El aire es más frío en la nación de Ray y extraña el calor del suyo.
- Quiero un café.- Dice de la nada. Yael alza el rostro.
- Ahora se lo traigo.- Le mira dejar de doblar la ropa y niega.
- No. No. Tú continúa. Prepárame el conjunto azul para mañana. Quiero verme mejor que esa ballena.- Dice socarrón.- Yo iré por mi café.- Informa y así se sigue de largo hasta salir de su habitación.
Camina por los fríos pasillos abrazándose a sí mismo.
Estos están decorados con antorchas pero cuando desvía el pasillo al siguiente, estas desaparecen.
Bufa.
¿Acaso Raymond quiere congelarlo?
Ubica la cocina y ve en ella a dos sirvientes que enseguida se inclinan.
- Señor.- El les devuelve levemente el gesto.
- Un café.- Pide. Ellos asienten sirviéndolo enseguida.
Gerard toma la taza dando el primer sorbo y suspirando. Es tan delicioso que le relaja.
- Una botella de agua.- Escucha su voz abriendo los ojos y sonriendo.
Se voltea hacia él y le ve ahí parado.
Lleva un simple pants con una camisa blanca dejando al descubierto parte de sus brazos donde esos tatuajes se presumen perfectos.
Y cree que no hay nadie en el mundo que pueda verse mejor.
Por supuesto que no, si es un Dios.
- Frank.- Alza una ceja. El señor del agua frunce los labios dirigiéndole la mirada.
Se mueve de forma en la que su bata se abre dejando ver sus piernas descubiertas pues lleva un short muy corto y va sin camisa.
Ve a los avellanas abrirse expectantes y suspira pesado.
- Gerard.- Le entregan la botella de agua y entonces le ve empezar a retirarse.
- Espera.- Le dice. Entonces su cuerpo automáticamente se detiene.- Largo.- Dice ahora a los sirvientes. Estos ya están con la mirada baja debido a la presión que ambos Dioses ejercen.
Huyen enseguida dejándolos completamente solos.
- ¿Qué necesitas?- Su voz está ronca.
- Uy. ¿Así me pagas la buena que te hice hoy?; seguro que esa cosa que tienes por mujer no puede siquiera engullirlo como se debe.- Burla.
Frank sonríe y le mira de reojo.
Su cuerpo sigue a la vista y desea, realmente, y por su mente se cruza la imagen, empotrar a Gerard por las baldosas, nalguearle hasta dejarlo rojo vivo, mordiendo su cuello.
La tensión sexual se respira.
- Si, no voy a negártelo. Solo tú lo haces así de bien. Como solo un Dios sabe.
- Me da gusto que lo admitas. Aunque aún te falta admitir que la has traído para darme celos.
- ¿Celos?- Frunce el ceño.- Eso es muy mundano, Gee. ¿Acaso te ha dado dura la crisis de los siglos?- Y gruñe viéndole con irritación acercándose a él junto a su taza de café.
Le rodea viendo como su manzana de Adán se mueve al respirar pesado por su cercanía.
Se traen ganas, lo sabe.
Siempre se las han traído.
- Eres muy testarudo.
- Mira quién habla.- Le dice enseguida. Frank está tenso.
Ese maldito deseo que solo se enciende cuando ve a ese Dios frente suyo.
Se siente inrrespetuoso con Jamia al pensar de esa forma mientras duerme a su lado. Incluso cuando la toca que realmente son pocas veces.
Gerard es...
Son Dioses.
No pueden sentir amor.
Pero la conexión que tienen es muy fuerte.
Demasiado.
Supone que es por qué cuando fueron creados, sus elementos opuestos y a la vez complementarios les hicieron convivir desde el inicio de todo.
Siempre le vio de manera brillante.
Y siempre lo haría.
Y...
- ¿Jugamos a las escondidas?- Le propone el mayor. Frank se tensa aún más ante su voz cargada de deseo.
Se están quebrando.
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La reunión de Dioses. '~Frerard~'
FanficGerard y Frank se traen ganas, algo natural para alguien que controla el fuego y el agua. En un universo donde cuatro naciones están divididas por sus Dioses y al fin harán una reunión para aliarse. Volver a verse supone un peligro para todos, ya...