Ray miraba su nación respirando a profundidad y con una gran sonrisa plasmada en su rostro.
Miró entonces hacia dentro, donde una sala de juntas estaba siendo levantada. Con Lucas que supervisaba cada cosa.
- No te olvides del café de Gerard.- Le recordó.
- Lo sé señor, lo tengo apuntado.- Asintió el sirviente.
- Perfecto y...
- Tu siempre tan atento.- Lucas saltó en su sitio ante la ligera y cantarina voz.
Ray ni siquiera se inmutó, sonriendo para así mirar al señor de la tierra quien estaba en el umbral de la puerta al jardín.
- Michael.
- Mi rayito de sol.- Corrió a abrazarlo saltando como una princesa y siendo cargada por el afro. Este le volteó un par de veces antes de bajarle.
- Me alegro mucho verte aquí...- Tras él, su sirviente René quien traía su equipaje.
- A mí el que al fin alguien haya tomado la iniciativa de juntarnos. Ya sabes, lo haría yo pero... Uff. Nadie me haría caso.- Soltó en un puchero picando el pecho del moreno con delicadeza.
- Oh bueno, pero eso...- Una ráfaga de viento azotó entonces el lugar, llamando la atención de ambos Dioses.
Caminaron hasta el jardín viendo así los matorrales incendiarse.
Con un elegante traje, unos lentes de sol, y un sirviente que cargaba su maleta de oro; el señor del fuego había llegado.
- Hola, mis amigos.- Sonrío levantando los lentes caminando hasta ellos. Yael se disculpó enseguida ante el desastre del incendio que seguía ardiendo, mientras Ray y Mikey solo suspiraban resignados.
- Siempre te gusta llamar la atención, ¿Huh?-
- ¿A mi?- Con una mano en el pecho, más que ofendido Gerard bufó.- Soy un Dios. Yo siempre llamo la atención.
- ¿Acaso has subido de peso?
- ¡Michael!- Gritó.
Enseguida corrió a la piscina viendo su reflejo:- Solo estoy más gruesecito.
- Gruesecito, ¿cuánto?, ¿noventa kilos de más?- Su cuerpo se congeló al oír esa voz.
Vino del agua, que enseguida se elevó dejando salir al Dios de esta.
Frank lucía un pelo largo castaño radiante. Apagando enseguida su desastre y reviviendo las plantas muertas.
- Oh, gracias, Frank.- Agradeció entonces el moreno.
Gerard alzó la mirada, con un brillo fugaz que se apagó apenas y vio quién iba a su lado. Jamia.
En cambio el tatuado, sintió una ráfaga extraña atravesarle cuando esos verdes se alzaron a su persona.
Enseguida los oculto colocándose de nuevo los lentes y apretando los labios.
- Para tu información, soy demasiado deseable entre las naciones. Te sorprendería cuantos ruegan por una noche en mis aposentos de "noventa kilos"- Ray y Mikey sueltan una risa ante la mirada notablemente irritada de Frank ante el comentario.
Obviamente no le hace gracia, y Gerard sigue viendo a esa Diosa menor que le pertenece, con desdén.
Obviamente tengo mejores curvas, piensa Gerard.
Obviamente se ve aún más malditamente delicioso, piensa Frank.
- M-mi señor...- Lucas interrumpe el momento llamando la atención del moreno. Este solo hace un movimiento leve para que continúe hablando.- La sala está lista.- Asiente para así avanzar hasta los dos Dioses que están frente a la piscina y que, oh...
¡Pero si ya se están viendo con lujuria!... Y está seguro que son los únicos que no lo notan.
- ¿Por qué no entramos ya?... Deben haber tenido un viaje cansado...
- Somos Dioses, Raymond.- Suelta el señor del fuego.
- Así es. Solo nos tomó minutos llegar aquí.- Dice el señor del agua.
- Minutos... Huh... ¿Será por que cargaste mucho peso de "ciento cuarenta kilos"?, por que yo tarde segundos.- Ve a Jamia con burla mientras ella baja la mirada sumisa.
Sabe bien que no es deseada por su Dios, ya que ninguno de los Dioses de ahí la estima, y que hay algo entre su Dios y el Dios del fuego, pero ya está unida a Frank, y piensa hacer valer su lugar lo que pueda, aunque apenas y pueda responderle al mayor.
- Mi señor, no peso ciento cuarenta.- Aclara.
- Huh. Que impertinente. No me contestes niña.
- Solo le aclaro el dato, mi señor.
- Cuida la boca de tu mujer, Frank. No vaya a ser que un día pase encima tuyo...- Le mira con irritación notando al castaño rodar los ojos.
- Solo defiende su peso. Déjala. Es una mujer bella, después de todo.- Le deja en claro.
- Oh, ¿acaso el nadar bajo el agua te ha dejado ciego?
- ¿Y a ti el calor te ha subido más los humos?
- ¿Qué tratas de decir?- Gruñe el señor del fuego.
- ¿Yo?, ¿por qué lo haría?. No trato de decir nada. Solo, soy sincero.
- Frank.- Pronuncia su nombre con enojo ocultando una pizca de deseo.
La chispa en su cuerpo empieza a encenderse.
Quiere cachetearlo y mostrarle sus nuevas curvas. Que se arrepienta de haberle hecho caso a esos ancianos suyos y haberse hecho de esa mujer.
Quiere que le bese los pies y le ruegue meterse entre sus piernas de nuevo.
- Gerard.- Sigue tan impertinente como siempre.
Y solo quiere nalguearle y morder cada parte de su lechosa piel.
Gruñe por que no puede evitar mirarle disimulado de pies a cabeza pero aún así su impertinencia le saca de sus casillas.
- Raymond... Mikey... Oh, sí, aquí estamos, ¿qué pasa chicos?- Dice enseguida el señor de la tierra que ya está al lado del moreno, quien está con un rostro neutro, los ojos bien abiertos y un paso atrás de ambos Dioses que parecen a punto de explotar.- Tengo una idea. ¿Por qué no entramos y nos tomamos una limonada?... Uff. Aún recuerdo cuando creé ese cítrico, ¿tú no Ray?- El señor del aire asiente enseguida repetidamente. Entonces el rubio se posa frente a ambos y coloca cada mano en sus hombros.- ¿por qué tanta tensión?... Esto es una reunión para unir nuestras naciones. ¿Acaso piensan echarlo a perder?, por qué, oigan, solo han pasado diez minutos.- Sonríe socarrón y ve a ambos humear. De diferentes maneras, claro...
Suspira.
Qué divertida reunión será.
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La reunión de Dioses. '~Frerard~'
FanfictionGerard y Frank se traen ganas, algo natural para alguien que controla el fuego y el agua. En un universo donde cuatro naciones están divididas por sus Dioses y al fin harán una reunión para aliarse. Volver a verse supone un peligro para todos, ya...