Advertencia.

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Tragó duro mientras respiraba algo agitado.

Se sentía demasiado extraño. Pero aún así las ganas de tomar a Gerard de las caderas y juntarlo con su pelvis aumentaban más y más.

Esperó hasta verlo salir de la junta y luego le jaló.

El señor del fuego no pareció sorprenderse, regalándole una sonrisa vacilante.

Sus mejillas estaban rojas. Había una presión en su pecho, y ver a Frank así de desesperado le prendía más.

El señor del agua lo tomó hasta sacarle fuera de la casa de Ray, pasando por los jardines, yendo muy al fondo, donde había muchas arboledas.

En medio, un pequeño lugar donde había una banca blanca.

Sin resistirse lo tiró al pasto y cayó encima suyo, besando sus labios con desesperación y pegándose a su cuerpo con intensidad.

Gerard estaba jadeando demasiado, abriéndose de más para que Frank pudiera amoldarse a él. Gruñía cuando sus manos se colaban más y más en su interior, palmando su piel, sintiendo el contacto quemar.

- F-Frank...- Susurró su nombre. El castaño lo calló con un beso más bestial.

No quería oírlo si no la culpa vendría.

Y ni siquiera sabía por qué venía la culpa.

Pero no podía soportarlo.

- Te traigo unas malditas ganas, carajo.- Sonrío de nuevo entre el beso que de nuevo volvió a nacer entre ambos y sus manos, extrañamente, en vez de ir hacia alguna de las partes del Dios del agua, fue hacia su pelo. Sus dedos entraron con suavidad entre este y lo aprisionaron a él.

Frank soltó un gemido cálido ante el tacto y dejó de besarle para solo juntar sus labios y quedarse así, solamente con el contacto. Con los ojos cerrados.

Gerard ahora los tenía de igual modo, y simplemente no podía explicarse de donde había salido ese tipo de reacción.

En otra circunstancia, quería pensar, habría ya desnudado al tatuado y hacer que se le meta tan profundo que vea estrellas en ese soleado lugar.

Pero solo estaban ahí.

Y era extraño. Muy extraño.

No era sorpresa que se tenían ganas y que quería que Frank le empotre hasta dejarle encorvado. Que todos notaran que se habían hecho uno de nuevo por qué nadie jamás podría borrar a Gerard de Frank, así como que nadie podía tampoco borrar a Frank de Gerard.

Eran el uno para el otro, todo gracias a que así fueron creados:- ¿Qué estamos haciendo?- Preguntó entonces el señor de agua en un susurro. Extrañamente, como todo desde hace un par de minutos, Gerard solo sonrió.

Negó mientras movía su rostro de un lado al otro, haciendo que sus labios se acariciaran entre sí.

- Supongo que... Dejarnos llevar. Desearnos con pasión. Como siempre lo hemos hecho.- ¿Y para qué negarlo?.

Gerard tenía razón. Siempre se han deseado. Siempre han sentido esta pasión por el otro.

Y luego estaba su compromiso como un Dios. El Dios de la nación del agua. Y viceversa con Gerard.

¿Por qué entonces se deseaban de tal modo?

¿Qué había salido mal con ellos?

- Te deseo, Gerard. Te deseo más que cualquiera. Únicamente a ti.- Una risita se escapó de sus labios y solo pudo seguir acariciando el cuero cabelludo del castaño.

- Entonces, hazme tuyo...- Susurró. Los avellanas le miraron con intensidad.

- No puedo. No podemos.

- ¿Por qué?

- Los ancianos. Nuestras naciones.

- Al carajo.

- Somos Dioses.

- Por lo tanto podemos hacer lo que queramos.

- ¡Tenemos responsabilidades!

- Es solo una excusa. Solo tu excusa para resistirte. Sabes que quieres tocarme y hacerme tuyo de mil formas.- Apretó los labios y entonces se separó de él enderezándose.

- Y desearía que no fuera así.- Confesó. Gerard le vio con algo de irritación negando.

Suspiró bajando la mirada. Entonces con simple impulsó la alzó de nuevo viendo que aún tenía su mirada puesta en él, acercándose y tomándole de las mejillas para así besarle con ímpetu.

Esta vez, no dejo que se rehusara. Le apegó y envolvió sus labios a los suyos. Su lengua saboreó su boca y sus dientes mordían de vez en cuando su piel. Sus respiraciones se mezclaron y el ambiente quedo encendido.

Las manos de Frank no tardaron en apegarse a su cintura aparentando sus dedos.

Se separaron con dificultad viéndose fijos.

- Esta noche, cuando estés en cama junto a tu mujer, estarás pensando en mi. Y cuando no puedas aguantar más tus impulsos, antes de que caigas en la locura humana, te pondrás de pie y vas a escabullirte para ir a mi habitación. Me veras y no podrás soportarlo más. La agonía te consumirá. No te quedará más remedio de curar tus deseos que metiéndote en mi. Mírame y escúchame bien. Vas a hacerlo.- Le aseguró.

Sin dejar que respondiera a su advertencia, y con una sonrisa campante, muy segura de sí, se puso de pie arreglándose como pudo su vestimenta.

Frank simplemente le miró con los labios entre abiertos, viendo lo que él creía, y era, una obra de arte, irse entre los matorrales de vuelta a la casa.

Y tenía miedo, una extraña sensación de que las palabras del señor del fuego serían ciertas.

***
Ya decidí el final de esto.
Después de todo es historia corta :$

La reunión de Dioses. '~Frerard~'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora