La reunión de Dioses. '~Frerard~'

Entre susurros y otras adicciones.

Nota antes de empezar:
Cuando empieza, estoy narrando un pasado; cuando aparece esto (*) empieza presente y luego vuelve a aparecer indicando pasado y luego presente y así...

Más fácil. Cuando Mikey aparece en la narración, es el presente, lo demás, recuerdos.

Jiji, espero que se entienda.

Su mano izquierda le sostenía del mentón bajando aveces por su cuello o subiendo a su boca, metiendo un par de dedos en ellos para acallarle cuando era necesario.

Su mano derecha en cambio, había osado bajarle el pantalón mientras con su peso lo apegaba a la pared que dividía la zona de la piscina y la entrada a las habitaciones.

Ahora se hallaba bajando su ropa interior y había sido un intruso en su entrada rosada y sensible.

Metía y sacaba dos de sus dedos deleitándose con los gemidos y gruñidos del señor del fuego, besándole de vez en cuando el cuello y oliendo su pelo tan suave.

- ¿Te gusta?- Un tercer dedo fue introducido logrando un lloriqueo intenso. Gerard solo asintió.- Respóndeme.- Gruñó. Su embiste aumentó sintiéndose sumamente empalmado.

Los pantalones le estaban matando.

*
Mikey seguía hablando acerca de la segunda cosa a tratar.

Algo acerca de la unión de dos personas de diferentes elementos.

Gerard asentía fingiendo escucharlo mientras le daba una que otra mirada lasciva. Entonces tomó su taza de café, y al final se relamió los labios de esa manera sutil que....

*
El sonido de sus dedos chocando con sus glúteos se oía tan precioso...

El señor del fuego mantenía la boca abierta reteniendo el aire, gritando mudamente.

Las piernas le temblaban como gelatina y su preseminal salía sin parar. Estaba a punto de llegar. Solo podía empezar a mover sus caderas con parsimonia ayudando a llegar más lejos, su punto siendo golpeado constante haciéndole liberarse de una manera que le hizo estremecerse de pies a cabeza.

Frank sonrió victorioso mordiendo el lóbulo de una de sus orejas, yendo más lento entonces para ser más sublime su corrida.

Los pequeños espasmos seguían, empezando a sonreír del hormigueo que le restaba en el vientre ante el orgasmo.

- Divino, Frankie... No has perdido el toque.- Una risita se le salió de manera burlona.

El señor del agua solo gruñó sacando sus dedos y acercándose a él quien le veía de reojo, lamiendo estos con lentitud.

- Ya que me hiciste venir a aquí a darte una lección, tienes que pagarme con intereses, Gee.- El señor del fuego sonrió malicioso volteándose a duras penas para quedar frente al tatuado.

Si. Lo admitía.

Se había portado mal.

La noche anterior Frank rechazó jugar a las escondidas con él, ¿Y qué hizo?, sí señor.

Salió con un bonito pantalón deportivo, una bata encima, y una botella de agua. Ah, y sus lentes de sol. Se paró justo enfrente de la piscina donde al otro lado Jamia y Frank residían desayunando juntos.

Se divirtió haciendo varios ejercicios matutinos y llamando la atención de el castaño como sólo él podía.

Obviamente funcionó.