—Vamos —Lance lo tomó del brazo alejándolo del borde.
—Pero... esos bebés...
—Están muertos, muy muertos por si no te diste cuenta. No puedes hacer nada —replicó Lance obligándolo a subir a la moto—. ¡Muevánse o los arrolló!
Las personas voltearon a verlo con expresiones vacunas. Lance volvió a gritar y arrancó. La gente se movió lentamente como si no supieran bien que hacer. Lance tuvo que maniobrar para no embestir a nadie.
—¿Lance? ¿Por qué se comportan de esa manera? —preguntó pegado a su oído.
—Supongo que están en shock. No siempre puedes ver los cadáveres de niños en un río y con miembros faltantes.
—¿A ti no te afecta?
—No como a ellos —admitió Lance—. Para mí los menores de doce años deberían ser intocables.
—¿Que hay de lo que tienen trece años?
—Son adolescentes, no niños. Hay una gran diferencia. Y ahora cállate a menos que quieras terminar embarrado en el asfalto.
Keith cerró los ojos pegando su cara a la espalda de Lance. Sentía que el estómago se le iba a salir por la boca en cualquier momento. Para él Lance era un perpetuo misterio; era capaz de matar a una chica de trece y sentirse indignado por el asesinato de unos bebés, eso era la hipocresía en su máximo esplendor. No entendía del todo el porqué de su trabajo, no sabía hasta que punto estaba metido en ese tipo de negocios, no sabía cómo era que le pagaban o para qué utilizaba el dinero.
Lance dio una peligrosa vuelta inclinando la moto hasta casi tocar el asfalto, Keith se pegó más a él, sintiéndose caer, parecieron transcurrir años antes de que Lance enderezará el vehículo. Keith aspiró profundo seguro de haber visto su vida pasar frente a él en cámara lenta.
Las cosas que sabía de Lance habían resultado o ser pocas o ser mentiras mientras que el resto estaban ocultas, pero algo que sí sabía y que quedaba comprobado cada segundo: Lance era el peor conductor del mundo.Se detuvieron frente a una tienda pequeña cuyos vidrios eran negros. Estaba medio oculta entre dos tiendas enormes que vendían ropa, joyas y todas esas porquerías que les gustan a las mujeres.
Keith observó con curiosidad a la gente que caminaban por ahí. Mujeres bien vestidas con sus bolsos de marca, hombres vestido con trajes a la medida y caros maletines de cuero. Se sintió fuera de lugar ahí con su cabello sucio, sus botas rotas y su ropa vieja.
Lance lo había llevado al centro de la ciudad dónde vivía la gente con dinero y poder. Él, por otro lado, vivía en la peor parte de la ciudad, dónde había sobrepoblación de vagabundos y los crímenes sucedían casi a diario.
—¿Vienes o te arrastro? —dijo Lance a sus espaldas. Se giró y entró pisándole los talones.
Se sonrojó violentamente al notar la clase de tienda en la que estaban.
Trajes de látex, películas con mujeres y hombres desnudos en las portadas, bozales, látigos...
—Hola Thomas —saludó el hombre detrás de la caja registradora. Era bajo y gordo, con la cabeza rapada e infinidad de aretes en todo el rostro, el tipo no había dejado rastro de piel sin perforar.
—Hola Bill —contestó Lance acercándose a la mesa arrastrando a Keith consigo—. Buscó un collar y una cadena.
—¿Para tu atractivo amante, el hombresote de la ultima vez? —preguntó el tipo sonriendo desagradablemente.
—No, tengo muchos juguetes para él. Buscó algo para este encantador chico a mi lado.
El gordo que respondía a nombre de Bill se pasó la lengua por los labios al ver a Keith, como un animal salivando por su presa. Lance lo notó y pasó su brazo por los hombros de Keith como diciendo "este es mío".
—No sabía que ahora te atraían los niños.
—Él no es un simple niño, es mío. Y si no es mucha molestia quiero lo que pedí —hasta Keith sintió escalofríos al escuchar la voz cortante de Lance.
—Claro, claro, no te enojes. Por aquí.
El tipo los llevó hasta el fondo de la tienda. Una colección de falos de plástico, látigos, esposas... se exhibían a lo largo de la pared. Keith vio un látigo con puntas de metal en la cola y un traje de baño hecho de cadenas.
—Hey —lo llamó Lance sosteniendo un collar de cuero con lo que parecían varios cierres.—. Ven, quiero saber si te queda.
—No me pondré esa cosa.
Lance sonrió, salvó las distancias rápidamente y le dio un puñetazo que lo hizo rebotar contra el látigo.
Keith notó la boca llena de sangre y estaba seguro de que una de las puntas del látigo le había hecho un corte en la mejilla.
—¿No has entendido aún? —dijo Lance jalándole el cabello para que lo mirará—. Eres mío y por tanto harás lo que yo diga.
Keith se dejó poner el collar dócilmente, le dolía la cabeza por el golpe. Lance lo ayudó a levantarse.
—¿Y la cadena? —preguntó mirando a Bill.
—A-aquí esta —dijo entregándole una cadena plateada de al menos un metro de largo.
—¿Cuánto?
—Doscientos dólares por todo.
Lance le quitó el collar y metió todo a una bolsa negra. Sacó doscientos dólares de su cartera y arrastró a Keith consigo jalándole el cuello del abrigo.
—Próxima parada —le dijo limpiandole la sangre del mentón con inusitada ternura— la tienda de Louis. Oh, no necesitaremos ir en la moto, esta a tres tiendas de aquí —dijo al ver que Keith se quedaba parado junto a la motocicleta.
Keith lo siguió con la mirada baja. No podía dejar de pensar en las palabras de Lance: eres mío. A pesar de que prácticamente había rogado a dios día y noche para que Lance se fijará en él y le dijera aquello, esas palabras ahora le daban un poco de miedo.
Lance lo hizo pasar a una tienda que obviamente era para gente adinerada.
—Louis, buenos días —saludó Lance al hombrecillo nervioso de cabello rubio y escaso que salió del escritorio.
—Señor Alex, que placer verlo de nuevo —Keith no pudo evitar preguntarse el porqué de usar nombres falsos en aquella parte de la ciudad.
—El placer es mío. Necesito un traje urgente para este chico, ¿crees tenerlo listo para antes de las ocho?
Louis miró a Keith con sus ojillos azules como alguien que mira la mierda de su zapato. Quiso golpearlo.
—Es muy... pequeño.
—¿Puedes o no? —a Keith le encantó la acritud en la voz de Lance.
—Oh, por supuesto. Cerraré la tienda sólo para realizarle el traje. Por aquí... chico.
Ambos lo siguieron hasta un cuarto cubierto casi en totalidad por espejos de cuerpo entero. Louis lo hizo subir a una pequeña plataforma y comenzó a tomarle las medidas.
—Si no es impertinencia, ¿puedo preguntar por qué necesita el traje tan pronto?
—Iremos a una fiesta y el chico no tiene ningún traje —Lance estaba sentado en el sofá observando cada movimiento de Louis.
—Oh, y este... encantador joven, es familiar suyo o...
—Es el sobrino de mi jefe. Me pidió que me ocupará de él mientras se ocupaba de unos asuntos.
—Su jefe... Shiro, ¿cierto? El de los cinco restaurantes.
—Sí, él.
Louis miró fijamente a Keith.
—No sabía que tenía hermanos.
—Es complicado —dijo Lance en un tono que indicaba que no quería más preguntas.
—Bueno, ya terminé. ¿Algún color en especial?
—Uno azul oscuro, otro negro y uno más gris oxford. Necesito el negro para hoy, los otros dos pueden esperar el tiempo que sea necesario.
Keith estaba pasmado. ¿Tres trajes para él? ¿Para qué?
—Por supuesto señor Alex. Lo tendré listo para las ocho.
—Bien. Vamos James —Lance lo tomó del brazo y salieron de la tienda—. ¿Qué quieres comer?
—¿Por qué me llamaste James?
—No quieres que nadie por aquí conozca tu nombre, confía en mí. ¿Y bien?
—No tengo hambre —Keith estaba preocupado por todo lo que Lance estaba gastando en él. Tenía la sospecha de que el pago no sería agradable.
—Tienes que comer, no te morirás de hambre bajo mi guardia. Vamos, conozco un lugar.
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Lados Ocultos
FanfictionLance hace vídeos para la web profunda. Keith es un inadaptado con ansias de sangre. Dos chicos. Un juego peligroso. Perder es sinónimo de muerte. Advertencia: Esta historia contiene escenas gráficas de sexo y tortura. Si eres una persona...