Cartas a nadie

El más fuerte

¿Creíste que iba durar siempre este rato?
Que iba a seguir preocuparme por ti.
Que iba a considerarte por haber sido importante para mí.
Que seguiría queriéndote.
Que seguiría acariciando tu cabello, preguntarte cómo estás, cómo van tus cosas, apoyarte.
¿Crees que realmente te lo mereces?
¿Crees que realmente hiciste si quiera lo mismo?
¿Crees que me merezco a alguien cómo tú, que me trate cómo tú?

Fue en esta última pregunta donde me decepcioné de ti, por la persona que fuiste, por la que eres y por la que serás si así deseas seguir.

En todo este tiempo no había sentido tanta irá hacia ti, porque no estaba decepcionada, porque “comprendía” tu nueva forma de vivir.

Tú no preguntas ni una sola vez como me va, porque no te importa y no es que quiero que te importe, es que ni para ser la última opción confiable sirves, no te mereces ese mísero puesto, porque no cumples ni con las mínimas clases de cortesía o gratitud o empatía, como lo quieras llamar.

Creíste que caería, creíste, porque no me verás en ese juego, yo esa etapa ya la quemé.

Yo no tengo nada bueno que obtener de ti, sino todo lo contrario. Ya lo sabes, te has convertido en otra persona más, un cualquiera, no significas nada más para mi, te he enterrado hoy en esta madrugada. Ya no eres nadie, no te conozco, no me conoces.

Así que diviértete, haz lo que quieras, ve a comportarte como un idiota o si te provoca comportarte como alguien maduro que ya quemó su etapa de mocoso experimentando tonterías, te casas y tienes hijos, pues hazlo, el mundo es tuyo.

Eso sí, ni se te ocurra volver, ni se te ocurra aparecer así sepas que estoy muriendo, estoy segura de que lo menos que voy a necesitar es tu presencia que me ha tratado de manera tan despectiva.

Por favor parense a apludirle a el más fuerte.