El mundo de Harry Potter es de J.K rowling. Solo lo cogí prestado para hacer mi historia. Esto será Drarry. Con algunos personajes de mi invención.
Gracias.
Todo esto paso dos años antes de entrar a Hogwarts.
Lysninger Slott era una familia que le debía mucho dinero a nuestro clan. Nuestra familia les dejo un par de años para conseguir el dinero y si no enviarían a los Segadores de almas. Ellos al igual que las ratas, huyeron despavoridos de Irlanda para unos días después irse a España. Normalmente íbamos de negro con mascaras de gas para las misiones nocturnas, sobretodo porque con esas mascaras dábamos más miedo a las victimas. A pesar de haber cambiado mi tono de cabello a uno más claro.
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Pink Cat también formaba parte de los "segadores". Él ese tiempo era más alto que yo, con sus grandes ojos que con un solo vistazo podían hacer un perfil del objetivo. Él le había pedido al jefe un apartamento, que tuviera unas vistas panorámicas de la ciudad. Sabíamos que el jefe no nos fallaría. caminamos por la ciudad para hacer un mapa de las rutas de ataque, defensa o huida. Al ser niños de nueve años nadie pensaría que somos asesinos o cobradores de deudas. Luego buscaríamos la información pertinente, Recoger /capturar la información útil para la familia y por último analizar y validar la información recogida. —Argh, Sende tengo hambre.— Le dije a Pink Cat. Le cogí de la camiseta y esta vez con el rostro serio.—Tengo hambre.—Le repetí pero él hizo oídos sordos. Caminamos un par de cuadras hacia el ayuntamiento. Ahora mismo me gustaría ser Nethan Swaller y Millás Dastovik. Seguro que están aún durmiendo. Justamente aquella familia eran nuestras ratas perdidas, ahora venía el problema ¿Cómo los alejamos de los Mossos d' Esquadra? Llamamos a nuestro "Padre" o mejor dicho le llamé. —Hola papá. —Dije hablado por teléfono. Sonreí por el apodo que me puso.—Hemos encontrado a las Ratas pero se han aliado con los perros no mordedores.—Su respuesta me entristeció.—Por supuesto Papá. Los traeremos con nosotros.—Intente disimular mi voz quebrada para después escuchar los pitidos de la llamada finalizada. —¿Qué te ha dicho nuestro padre?—Me pregunto algo preocupado. Hice todo lo posible para no llorar.—Quieres que los vigilemos de lejos.—Me dijo coquetamente. Afirme con la cabeza. —Ha dicho: " Si tu me fallas me asegurare de humillarte y castigarte personalmente."—Eso pareció haberle hecho enfurecer. —Esas asquerosas ratas están haciendo enloquecer a papá y lo sabes luego de está misión puede que nos mime.—Dijo abrazándome. —¿Les ponemos los localizadores? Una vez estuvimos cerca de las ratas, pusimos el localizador en el bolso de la madre. Esperamos 48 horas. Ellos seguían el mismo patrón. Que aburridos. Tal vez tienen tanto miedo que lo hacen para aburrirnos. Si la ciudad fuera un laberinto, ellos serían las ratas y nosotros los científicos. Nuestro experimento trataría de atraerlos con semillas y carne. Tenían un piso en cerca de la Rambla. Un lugar donde pasea una multitud de personas junto a muchos restaurantes y centros comerciales. La caza será un poco complicada pero no muy difícil incluso puede llegar a ser divertida. Esas ratas cambiaron su nombre por Familia Gómez. Era de noche ellos como siempre, habían puesto una alarma pero no sabían que ya sabíamos como desbloquearla. Entramos sin hacer ruido y los noqueamos, fuimos un poco agresivos. Cuando vieron que éramos niño se mofaron de nosotros. Así que volví a llamar a papá. Él escuchó los insultos que iban dirigidos a sus "hijos". Creo que puso el altavoz porque los murmullos de la familia incluso de los novatos se sentían ofendidos. Pero no me fije que el padre en un ataque de pánico me colpeo. Mis tres hermanos se asustaron. Luego de unos minutos vinieron nuestros maestros. Ellos siempre nos tenían vigilados por si pasará algo. Los sedamos, los metimos en el coche con las manos esposadas y ojos vendados. Luego de suministrar los calmantes a esas ratas. Los llevamos a nuestro hogar. Ellos muertos de miedo intentaron escapar o vender a su hijo y si no fuera poco nos regalaban a su hija más pequeña. Eso a mi padre lo asqueo. Incluso sus mujeres negaban que fueran buenos padres. Pero sus hijos los defendían. Me encontraba cansado, me estire un poco lo que ocasionó que mi tatuaje o marca de lealtad se viera. Nakahara puso su mano en mi cintura, tapando la marca. Besaba mi cuello para luego mostrar sus dientes con un gruñido. Fabián viendo lo posesivo que estaba le dio la orden de vigilarme. Pink Cat tenía razón nuestro padre no mimo con premios. Pero no fue tan bien. El jefe los mando ejecutar por haber insultado a toda la familia. Después de eso, los gritos agónicos de los padres, las súplicas y llantos de los hijos llegaban a mis oídos. Nakahara me abrazaba y me calmaba. Seguí allí un año más. Pero llegó mi carta. Y fui a contarlo a la familia completa. Ellos se alegraron y me desearon suerte. Samantha me recogió y nos fuimos a comprar.