Carter no habló. Yo no hablé. Y seguimos así hasta llegar a la puerta de mi casa, cuando ya no pude contenerme.
- ¿Vas a decir algo ya? - le espeté, cuando él empezaba a bajar las escaleras del porche
Se dio la vuelta lentamente, y me miró a través de sus espesas pestañas. Subió los escalones que nos separan sin dejar de mirarme muy... intensamente. Se me cortó la respiración.
- ¿que diga algo de qué?
Esta vez no se acercó demasiado, ni siquiera mucho. Es más, estaba a la distancia a la que estaría cualquier persona normal.
No supe muy bien cómo interpretar la desagradable sensación que me envolvió.
- Ya lo sabes - bufé y crucé los brazos sobre el pecho, incómoda.
- ¿Sobre lo de esta mañana? No hay nada de que hablar - se encogió de hombros y apartó la vista
- ¿Cómo que no? - balbuceé, era imposible que lo hubiese olvidado... o que le pareciera normal.
Volvió a mirarme a los ojos, y en su mirada había... ¿Angustia?¿Arrepentimiento? ¿Qué demonios?
- Está bien - inhaló profundamente y clavó la vista en la puerta que había a mi espalda... me preparé mentalmente para lo que iba a decir... - lo siento.
¿Lo había oído bien? El músculo de la mandíbula de Carter, que se movía de manera frenética, me indicaba que sí. ¿Por qué se estaba disculpando?
No encontré nada inteligente que decir, así que decidí quedarme con la boca bien cerrada. Él continuó hablando.- siento haber intentado... pasarme contigo esta mañana... - creí que me iba a dar un ataque al corazón - y si te... ofendí, de alguna manera... bueno, lo siento. No se me dan muy bien las disculpas.
Creo que la expresión "me quedé helada" se queda corta. Era... se había... ¿Disculpado? ¿Carter Kools se había disculpado? Increíble. Así que creía que el numerito había sido culpa suya... por acercarse demasiado. Y se había disculpado.
No sé si fue ese hecho el que me dio fuerzas para hablar, o puede que me sintiera... mal, por él. Tal vez, después de todo lo que había pasado de pequeña, me había vuelto una persona empática, y esa cualidad estaba haciendo mella en mí; sentía pena por Carter.
Y eso era muy raro...
el chico seguía sin mirarme, tenía la mandíbula apretada, y los hombros muy tensos.
Viéndolo así... no pude resistirme.- no fue culpa tuya - solté de golpe, reclamando de nuevo su atención - no... hiciste nada malo, es decir... no he llevado una buena semana... - ¿Qué más podía decirle? - con los estudios, la familia... es muy estresante. No te culpes, por favor.
Finalmente, clavó la vista en mí y... Dios, sus ojos parecían dos fragmentos de esmeralda. Su expresión seguía siendo dura, y su rostro, indescifrable. No me creía.
Tomé aire profundamente, a la vez que una especie de... tristeza me subía por el pecho. Creía que era su culpa... pero no lo era, y eso me mataba.
Qué te culpen por algo que no has hecho es horrible; yo lo sabía muy bien. Pero culparte tú mismo... eso es aún peor.
- Carter, en serio - me acerqué un paso a él, dubitativa - te prometo que no has hecho nada, no... no tienes porque sentirte mal.
No reaccionó, y yo suspiré. ¿Por qué no me creía? Otra pregunta mucho más importante cruzó mi mente ¿Por qué estaba intentando hacerle sentir bien? Carter si que había hecho cosas malas, me las había hecho a mí.
Pero mirándole a los ojos, tan llenos de angustia... es cierto que tenía que sentirse mal por lo que hizo, pero esto no era su culpa.Creo que mis pensamientos se reflejaron en mi mirada o movimientos, o a lo mejor era que acaba de interiorizar mis palabras anteriores... pero su mirada se suavizó, y su semblante se relajó. Gracias a Dios.
- Está bien - se pasó una mano por el pelo, y esbozó una pequeña sonrisa ladeada - pero, por lo que yo he entendido, por lo visto disfrutas cuando me acerco tanto a ti.
Ya volvía a ser un imbécil. Me sonrojé.
- No he dicho eso, he dicho que no pongo nerviosa si lo haces.
Su sonrisa se amplió, y, como no, se arrimó de una zancada mí. Siempre invadiendo el espacio personal de la gente... lo aparté rápidamente, no podía volver a caer en su hechizo.
Soltó una carcajada.
- ¿No era que no te ponías nerviosa?
- no me pone nerviosa, pero tampoco es que me guste - le espeté, y él enarcó una ceja
- eso ya lo veremos... y ahora, tenemos algo que hacer.Como una flecha, pasó por mi lado y de metió en casa. ¿Por qué demonios siempre hacía eso? Puse los ojos en blanco y lo seguí.
- ¿Dónde te crees que vas?
- Al salón... ¿o prefieres estar en La Cocina? Podría preparar algo para picar...Dios... ¿Pero qué demonios? Cruzó el pasillo y entró en La Cocina, conmigo detrás. Estaba completamente muda.
Carter se puso a abrir armarios y sacar cosas, y yo... bueno, yo estaba flipando bastante.
Finalmente, encontré la voz.- Carter - se dio la vuelta lentamente, con las manos llenas de cosas - vete. Ya te dije que no seríamos amigos... y nadie te ha invitado a mi casa.
Se quedó callado un momento.
- pero... tenemos algo que hacer
- ¿El qué? - puse los ojos en blanco mientras lo decía... a saber que tontería se inventaba
- me has dicho que estás estresada con los estudios y la familia, así que vamos a hablar un rato, me vas a contar que te pasa... y porque lo estás pasando tan mal. - se encogió de un hombro - todos necesitamos hablar a veces.Se me secó la boca. ¿Había oído bien? ¿Quién era este pelirrojo que había en mi cocina? Y, sobretodo, ¿Qué había hecho con Carter Kools?
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Máscara de diamante
RomantikNadie conoce de verdad a Kate Allen. Cualquiera diría que es una chica popular, guapa, simpática, graciosa, tonta... y es exactamente lo que Kate quiere que crean. Su pasado es una historia complicada que no quiere recordar... ni repetir, y por eso...