Capítulo 14

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Eran dos. Una chica y un chico.

Ella tenía el pelo castaño, semirecogido hacia atrás. Tez morena, y ojos marrones. No era muy alta, plana e iba vestida... Dios, parecía que estuviese a punto de entrar en una sala de debates. No era guapa, pero era muy lista.

Aunque también era una adolescente... y supongo quería sentirse aceptada.

No debería haber venido.

Al igual que su amigo.

Él tenía el pelo rubio, rizado. Creo que no hace falta que lo describa... Por qué ya lo había visto antes. Se llamaba James.

Era James... y sonreía emocionado.

Oh, Dios. Me quedé helada.

Puede que fuera porque la sorpresa me había pillado con la guardia baja, o a lo mejor la estupidez pudo conmigo. Pero me levanté, seguida en todo momento por la mirada extrañada de Carter. Tragué saliva ¿Qué estaba haciendo? James todavía no me había visto, pero yo seguí caminado hacia él, sin detenerme. El corazón me latía en los oídos. No lo hagas, no lo hagas... El miedo a ser juzgada me lo suplicaba.

Lo ignoré, aunque ni siquiera hoy sé por qué.

En cuanto me vieron, los dos ingenuos soñadores me sonrieron tímidamente, y se detuvieron para esperar que los alcanzase. Lo hice.

-          Fuera, los dos.

Las sonrisas desaparecieron de su rostro, borradas por la mano invisible de mis palabras.

-          ¿Q...Qué? – tartamudeó James, colocándose bien las gafas

-          He dicho que os vayáis, ahora.

La tristeza se reflejaba en sus rostros... Dios, parecían un par de niños pequeños abandonados. Se habían hecho ilusiones, y no deberían.

-          Pe... pero no...s han invitado – balbució la chica, cuyo nombre no me venía a la mente

¿Se lo digo? ¿Debía decirles que la única razón por la que los habían invitado era para humillarles? ¿Qué sus caras y sus mentes les impedían estar con los populares? Esa era la verdad.

Pero la verdad les haría demasiado daño.

Así que actué.

-          No quiero que entréis ¿De acuerdo? – solté una risotada – Puede que los pringados de dentro crean que podríais encajar en grupo... pero... como que no. Largo.

Les hice un gesto con la mano y desvié la vista hasta mis uñas perfectamente cuidadas. Se quedaron quietos unos segundos más y, alzando las cejas, les pusa una cara que indicaba claramente un "¿A qué estáis esperando?".

Entonces, tras un minuto de dolorosa espera, asintieron con la cabeza y se dieron la vuelta.

No oyeron mi suspiro de alivio.

Pero sí que oyeron la voz de Kat.

-          ¡Chicos! ¡Habéis venido!

Oh, mierda, mierda, mierda. Cerré los ojos con fuerza.

Los aludidos se giraron de nuevo, con el rostro levemente más iluminado. Esperanza, ilusión. ¿Cómo podían ser tan ingenuos? ¿Es que no podían ver que la sonrisa de muñeca de Kat ocultaba algo? ¿Por qué?

La reina bajó los escalones con elegancia, seguida por todo el equipo de futbol al completo. Se iba a armar una buena.

Sentí la mano de Carter en mi espalda... y di gracias mentalmente por ese gesto. ¿Él lo sabía? ¿Haría algo para detenerlo? ¿Lo haría yo?

Máscara de diamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora