I. Reencuentro

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Disclaimer: FMA es de Hiromu Arakawa y la imagen de la portada tampoco me pertenece.

Advertencia: Se tocarán los temas de homofobia, pederastía, violación, mpreg y OoC, unos en mayor medida que otros pero quise aclararlo para evitar herir susceptibilidades y reclamos en los comentarios. A quien no se sienta cómodo con alguno de estos temas, le pido por favor que abandone la lectura. ¡Gracias!

Este fic es una secuela, es necesario leer la primera parte "Mi verdadero nombre es Edward"para entenderlo mejor.

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Desde que Roy Mustang supo que la mujer que amaba se había ido de este mundo, pasaba horas sentado en la silla de su estudio dándole vueltas una y otra vez a la misma idea.

"Una vida que se pierde, no se puede recuperar"

Pero... qué tan ciertas eran esas palabras. Palabras que alguna vez él mismo le dijera a Edith. Palabras que calaban en lo más profundo de su alma, desgastando y conflictuando su conciencia. Pues aquella piedra roja que sostenía entre los dedos, tenía atrapado su mirada y le llamaba a gritos. Sí, la tentación de usarla y sentirse omnipotente era tan grande, que cada día se le hacía más difícil resistirse a ella. Hasta que esa noche, al fin cedió ante su hipnótico efecto: traería a Edith de vuelta.

Sirvió otro vaso de whisky y de un solo golpe se lo bebió, mirando el círculo de transmutación humana que había dibujado en el piso.

Escenas donde ultrajaba el pequeño cuerpo de su novia venían a su mente en fracciones de segundo. Tomando fuertemente sus caderas, le embestía una y otra vez.

—Edith... ¿Cómo pude tratarte de esa manera? —Preguntó con congoja al retrato en la pared, como si éste fuese capaz de responderle.

Los gritos desgarradores y desesperados de ella resonaban y atormentaban la conciencia de Roy Mustang, quien dando vueltas alrededor del círculo de transmutación, sentía que su vida no tenía sentido. A pesar de que era un atractivo hombre de negocios, millonario y exitoso, deseado por las mujeres y asediado por la prensa, nada lograba llenar el vacío que en su corazón había dejado la madre de sus hijas. Y aunque fueron precisamente ellas quienes le ayudaron a salir del agujero de depresión en el que había caído años atrás, sentía que si no les devolvía lo que les debía, su alma nunca estaría en paz. Porque a pesar de cumplirles hasta el último de sus caprichos, eso era lo único que realmente necesitaban, una amorosa y tierna madre que velara por su bienestar. Era su culpa y lo sabía. Había sido él quien les había arrebatado a las gemelas la oportunidad de tener a una madre a su lado. Había apartado a Edith, con palabras tan hirientes, que ella nunca se atrevió a regresar para contarle sobre su embarazo.

"Tú no eres como yo. Tú eres... despreciable"

Deshacerse de aquellos recuerdos le había sido imposible, a pesar del tiempo que había pasado, estaban impresos en lo más profundo de su alma.

"¡Te odio! ¡Te desprecio! No vales nada ¡¡¡NADA!!!"

Comprendiendo que jamás lograría estar en paz, decidió desafiar todas las leyes del mundo con tal de volver a verla; porque si lo lograba, si realmente lo conseguía... podría ser capaz de pedirle perdón.

Bajó hasta el piso y sus manos tocaron el borde del círculo de transmutación... pero justo antes de activarlo, un dolor muy fuerte se presentó en su cabeza.

"Mi verdadero nombre es Edward"

"¡Edward!"

Un trago amargo y una triste realidad. Esa otra persona... quien le había mentido, quien se había burlado de él y de sus sentimientos, resultó ser tan sólo un niño. El mundo entero se había reído del estúpido Mustang y del rechazo de su joven novia; mientras él lidiaba con el hecho de que había pervertido a ese niño precisamente. Un niño huérfano, desprotegido y vulnerable... ¿Qué clase de persona le hace eso a un niño? ¿Qué clase de escoria era él?

Mi verdadero nombre es Edward IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora