IX. ¿Boda?

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El discurso motivacional, que el propio director de recursos humanos diera al personal recién incorporado a los Mustang Resort, pareciera haber dado excelentes resultados e influido en los ánimos de todos. Pues a pesar de que la actividad en el hotel no había parado desde la noche, los empleados se mostraban atentos y cordiales ante los invitados que seguían arribando, para presenciar el evento que ya era primera plana en los diarios más reconocidos del país, y que pronto se habían apresurado a calificar, como el evento del año: La boda de Roy Mustang.

Apartando la vista del periódico que estaba en la sala de recepción, comparó la actual imagen de la rubia que figuraba en primera plana, con la primera imagen que el propio Edward le enviara como Edith. Cuando, sin las cejas depiladas ni maquillaje, sonreía forzadamente mientras vestía un outfit de marinera. Por todos los cielos, quién iba a pensar que ese chico iba a terminar logrando lo que parecía imposible: que su jefe se casara.

Esperando a que Solaris también hubiese hecho un gran trabajo con la contratación de la Wedding Planner, para que el evento fluyese de acuerdo a las expectativas de su jefe, dio un último vistazo al movimiento generado en recepción, y sintiéndose satisfecho de sus habilidades de gestión y reclutamiento, Jean Havoc guardó su móvil en su elegante traje de fiesta; después de todo, él iba a ser uno de los testigos, y ya estaba más que puntual cuando el sonido de una llamada entrante le asaltó.

¡Jean! ¿Has visto a Edith?

—¿Qué? ¿No se supone que deberías estar arreglándola en este mismo instante, Ling?

¿Ese es un no?, por todos los demonios de Xing ¿dónde se habrá metido? Iba a pedir servicio a la habitación, pero ella se empeñó en ir a almorzar con sus amigos y no regresó; le he llamado y no contesta, le busqué por todas partes y no aparece, ni sus amigos ni Alphonse saben dónde está. Les pregunté casual y no les insistí para no alarmarlos, pero no sé qué más hacer, Jean. Queda muy poco tiempo para la ceremonia. ¿Le dirás a Mustang?

Havoc hubiese preferido hacerse cargo él mismo y no molestar al novio, pero mirando el enorme reloj ubicado en el lobby del hotel, entendió que no le quedaba de otra.

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Después de escaparse de las ensaladas que Ling preparaba para su rostro. Edward se encontró en el comedor con los hermanos Crichton. Hacía mucho que no se veían y Julia se mostraba bastante interesada en ponerse al día con la vida de los Elric. No obstante, la motivación de Edward por encontrarse con ellos era otra.

—Disculpen, regreso enseguida.

Julia caminó hacia el baño y Edward estaba listo para aprovechar ese momento y hablar con Ashleigh.

—Noté que mi anillo de compromiso, ha llamado tu atención. Desde anoche lo miras como si estuvieses ideando la forma de quitármelo —comentó cuando Julia ya estaba lo suficientemente lejos.

Ashleigh sonrió. De una forma u otra, esperaba a que Edward tocara ese punto.

—Lo que realidad estaba pensando, es que Mustang se arriesgó demasiado al darte algo como eso. Debe confiar demasiado en ti para dejar semejante poder en tus manos.

Una más en la larga lista de las cosas que Mustang era capaz de hacer por Edith. Edward no supo si sentirse orgulloso o celoso de ella.

—Cuando Alphonse nos dijo que habías tenido dos hijas con Mustang, me pareció algo muy difícil de creer. Por mucho que se esmeró en explicarnos que tu cuerpo es "especial", todavía lo dudaba. Fue hasta que vi esa piedra que lo entendí todo. Pero debes tener cuidado. Hay más personas de las que crees que pueden reconocerla.

Mi verdadero nombre es Edward IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora