Intentando tranquilizar su ansiedad por la espera, Roy Mustang se encontraba observando la flama de una vela, cuando sus ojos fijos en aquella relajante luz, pronto se desviaron hacia la puerta al escuchar un llamado.
Dejando el frasquito de la vela sobre una de las repisas que dividía la sala de la habitación, Mustang dirigió sus grandes y firmes pasos hacia la entrada de la suite. Sin embargo, la persona que había llegado, no era la que esperaba.
—¡Edith! ¿Qué haces aquí?
—Lo mismo te pregunto, cariño.
Por esa acusadora mirada y el tono sarcástico que usó, Mustang le jaló hacia dentro y cerró la puerta, anticipándose a lo que le diría.
—Antes de que empieces a hacerte ideas que no son...
—¿Por qué tendría que hacerme de ideas? —y sin que Mustang pudiese evitarlo, Edward a prisa recorrió toda la suite ejecutiva buscando a alguien, pero tras abrir hasta el armario, la encontró completamente vacía.
—... déjame explicarte.
—Explicarme ¿qué? Que ¿extrañabas tu suite de soltero?
Hubo un nuevo llamado a la puerta. Pero Roy dudó en atender y ese fue el momento que el rubio aprovechó para ser él quien atendiera, sintiendo una enorme contracción en los intestinos, cuando al abrir, se encontró con la misma joven castaña del restaurante.
—¡S-señora Mustang!
—Apuesto a que no te lo esperabas, tú, pequeña y coqueta sanguijuela.
La chica abrió enormemente los ojos cuando notó que el puño de la rubia se le venía encima. Roy apenas si llegó a tiempo para detenerlo e impedir que se impactase en ella.
—¡SUÉLTAAAMEEE!
Edward daba patadas y puñetazos al aire, mientras Roy le mantenía sujeto de la cintura.
—Disculpe a mi esposa señorita, está algo nerviosa.
—¡NERVIOSA Y UNA MIERD...! —La mano de Mustang cubrió la boca de Edward y giró para empujarle hacia el interior de la suite mientras despedía a la sorprendida chica.
—Este no es buen momento, tendrá que ser hasta mañana. Espero que pueda disculparme. Le ofreceré una cortesía que con gusto correrá por mi cuenta, ¿una noche más estará bien?
—¡YO SOY TU ESPOSA, ES A MÍ A QUIEN LE DEBES UNA MALDITA DISCULPA! —gritaba Edward a sus espaldas.
—... dos, mejor que sean dos noches —concluyó Mustang cuando, completamente apenado, tuvo que cerrarle la puerta a la estupefacta muchacha y así evitar que los gritos de su esposa siguieran retumbando por todo el corredor.
—¡NO, QUE VA, NO ME DEBES NADA, OLVIDABA QUE TAN SÓLO TENEMOS UN MALDITO ACUERDO PARA ESTAR JUNTOS Y APARENTAR SER LOS ESPOSOS PERFECTOS!
Mustang reaccionó cargándole como un costal de papas y pataleando lo llevó hasta la cama de la suite, en donde terminó aventándole con fuerza.
—¡QUIERES CALMARTE DE UNA VEZ POR TODAS!
Y fue tanta la energía que Roy liberó en ese grito, que ésta terminó concentrándose en la única llama que había cerca de la habitación. La de la vela que antes admiraba, y a la que hizo estallar como si de una pequeña bomba se tratase, consiguiendo que el rubio por fin se calmara, pero también que se asustara.
—Ed... lo siento tanto, no era mi intensión hacer eso, ¿te encuentras bien?, ¿te alcanzó alguna astilla? —Cuestionaba preocupado Mustang mientras Edward huía asustado de su alcance.
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Mi verdadero nombre es Edward II
FanficLa legendaria Piedra Filosofal amplificó los poderes alquímicos de Edward Elric e hizo que lo imposible fuera posible. Descubre cómo esto afectó su vida y la del exitoso empresario Roy Mustang.