VI. Olivier Armstrong

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Muy temprano en la mañana y a petición de su jefe, Alex Armstrong llamaba a la puerta de la amiga de Edward.

—¡Señorita Edith! —Sonrió sorprendido en cuanto la rubia le abrió personalmente— el señor Mustang me pidió que le entregara esto —el hombre corpulento le dio un paquete pequeño.

—¿Qué es eso Edith? —May Chang le preguntó en cuánto vio que Edward entraba a la sala con algo entre las manos.

—Es un regalo de Roy —y sentándose en la sala para abrirlo, esbozó una sonrisa al recordar lo que le dijera Ling Yao, Mustang había comenzado a hacerle regalos otra vez. Sin embargo, su rostro no demostró júbilo alguno al sacar lo que contenía aquella caja—. Creo que Roy quiere tenerme controlada May.

—¡De lujo! Préstamelo. Esto es lo último en tecnología —y de las manos de Edith, la chica tomó el hermoso teléfono celular en color rosa metálico.

Mirando el delgado aparato desplegarse en manos de su amiga, Edward pensó que Roy no le había estado prestando atención cuando elogió el suyo y mucho menos pensó que fuera a conseguirle uno igual así de rápido.

—Señorita, el señor Mustang le ha agregado los números de su casa, oficina y móvil personal para que pueda comunicarse con él en el momento que desee. Y para el día de hoy, ya ha programado en su agenda todas las actividades.

May levantó las cejas con asombro al mismo tiempo que Edward emitía un suspiro resignado. Al parecer había dado justo en el blanco al mencionar que su prometido le tendría controlado. Y lamentándose interiormente, de que su tiempo ya no fuera del todo suyo, el aparato emitió un par de pitidos con el recordatorio de su primera cita: los laboratorios de sangre.

—Roy, no se trata de eso. No es que me asuste... —intentando persuadir a su prometido para que cambiara la cita en la clínica, había terminado por estrenar su móvil con la primera videollamada— bueno, te confieso que tampoco me agrada mucho la idea, pero esa no es la verdadera razón.

—Y si no me la dices ahora, no cambiaré la cita, Edith. Necesitamos esos resultados quince días antes, ya llevamos un retraso considerable, y Nox tiene que manejar esos resultados con cuidado. Entiendes a lo que me refiero, ¿verdad preciosa?

Mirando a Alex esperándole en la sala y a May ofreciéndole té, Edward se alejó aún más de ellos, terminando por encerrarse en el cuarto que estaba ocupando por el momento, para tener mayor privacidad.

—La razón es que quiero que, a las pruebas prenupciales, también le agreguen una prueba de embarazo, Roy —al fin le dijo.

Al otro lado de la pantalla de su móvil Mustang se había quedado atónito.

—Y necesito cuando menos una semana para estar completamente segura de que el resultado será confiable.

Esbozando una sonrisa nerviosa, el magnate al fin pudo seguir hablando.

—Todavía es posible que puedas...

—¡Fui muy irresponsable!, ¿de acuerdo? Eso... jamás debió volver a pasar. "Al menos no de esa forma" —pensó al recordar la primera llamada de atención que tuvo del doctor Marco por no usar protección. Incluso si no tuviera la capacidad de concebir, Mustang siempre había sido un hombre sexualmente activo y eso no dejaba de representar un peligro para él.

Algo sorprendido y a la vez decepcionado de que Edward se arrepintiera de haber vuelto a tener intimidad con él, Roy insistió.

—La probabilidad de que vuelva a ser como la primera vez, en la que sólo una noche bastó para embarazarte, es baja, yo no creo que...

Mi verdadero nombre es Edward IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora