Día #4.

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Se miraron mal y Mukuro sonrió junto a Reborn mientras Chrome se sentaba con el bol de palomitas en el regazo.

Vieron volar una lámpara y seguido a eso una taza, el azabache suspiró quitándose el camino pero no contó con que el décimo viera a través de él y un zapato golpease su cabeza.

Gruñó.

-¡Bueno, basta! -exclamó harto-. ¡¿Qué demonios quieres ahora, Tsunayoshi?!

-¡Eres un hijo de puta!

Rokudo se codeó con el asesino, atrayendo su atención y se miraron a los ojos.

-¿Acaso no lo sabíamos ya? -murmuró cuidando no caer en aquel drama-. ¿No se lo habías dicho cuando empezaron a salir?

-Van dos años y el chico es Dame-Tsuna -se encogió de hombros-. Quizá lo haya olvidado, pero es bueno saber que ya se ha vuelto a hacer consciente.

Nagi torció el gesto.

No había respeto a los muertos.

-Tsunayoshi, ¿por qué estás tan enojado? -cuestionó la alondra en un suspiro cansino-. No he hecho nada...

-¿No has hecho nada? ¡¿No has hecho nada?! -apretó entre sus manos el jarrón que Iemitsu les había regalado en su segundo aniversario, sonrió-. Es verdad, cariño. No has hecho nada.

Nuevamente el ilusionista sintió ganas de comentar, pero su instinto le dijo que calladito se veía más guapo así que sólo le envió un mensaje a Fran diciéndole que se apresurase con el chocolate.

Kyōya retrocedió dos pasos e hizo memoria, no había hecho nada, ¿verdad?

No, era imposible. Acababa de llegar a la residencia Sawada, su aniversario había pasado y faltaba para el cumpleaños de Tsuna.

¿No se había olvidado de algún aniversario? ¿El día de su primer beso? ¿Su primera cita? ¿La vez en que Xanxus sufrió la primera ira del décimo?

Miró disimuladamente al calendario comprobando la fecha, definitivamente no estaban cumpliendo nada ese día.

¿Quizás había olvidado una cita importante? No, no. Eso jamás sucedía y si lo hacía era de parte de Sawada.

Hibari estaba libre de pecados, entonces...

-Exacto, no he hecho nada -sintió su propia estupidez poseer su cuerpo-. No tienes porque estar tan molesto. No entiendo que ha...

-Es que no es lo que haces, es lo que dices -dio un paso hacia él e inconscientemente retrocedió-. Me molestas, ¿cómo no puedes saberlo? ¿Me estás tomando el pelo?

Ya quisiera el azabache que eso fuera una broma, miró a su público en busca de ayuda y los descarados le dedicaron el pésame con la mirada.

Fue un buen hombre, señor nube.

Le rodó los ojos a la chica, ella sonrió disfrutando de su aperitivo y haciéndole un espacio en el sofá a Fran.

30 días de infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora