Día #1.

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Algo había salido mal, pero todavía no comprendía el qué.

Pensó y pensó sobre ello, pero siguió igual. No lo entendía así que suspiró.

—No puedo creer tu grado de inutilidad, Dame-Tsuna —suspiró Reborn, negando con la cabeza a su lado—. Se supone que ibas a ir a pedirle a Sasagawa Kyoko una cita. ¿Cómo ha acabado así?

Lo pensó, otra vez, y simplemente se encogió de hombros sin saberlo realmente. ¿Él qué iba a saber? Era Dame-Tsuna, sólo se dejaba llevar por la corriente.

—Me he equivocado y a Hibari-san le ha hecho gracia —le restó importancia y miró hacia abajo—. ¿Crees que esto sea exagerado?

Dio una vuelta completa y colocó una mano en su cadera, vestía una camiseta color azul rey y unos pantalones de mezclilla sencillos, añadido a eso calzaba las zapatillas que Nono le había regalado por su cumpleaños.

El asesino le miró incrédulo.

—¿Qué eres? ¿Una chica? —bufo confuso y él sólo sonrió—. Ya no te entiendo, Dame-Tsuna. ¿Algo está mal contigo?

—Sólo quiero llevarme bien con Hibari-san —miró hacia el espejo y arreglo su despeinada cabellera—. ¿No fuiste tú el que me pidió que hiciera eso? Ha pasado un tiempo, estamos en paz, ¿no?

El infante sólo le miraba como si tuviera una manzana creciéndole en la cabeza o un oso sentado en su hombro, para él aquello era una situación demasiado extraña.

¡Ni siquiera a Reborn se le había ocurrido algo así!

Como bien había mencionado Tsunayoshi, había transcurrido un mes desde la batalla de representantes y hasta entonces no había ocurrido nada realmente relevante, a lo mucho quizás una accidentada confesión de parte del cielo a la nube.

Lo que no se creía es que ese prefecto idiota le había respondido con una simple vale a su aprendiz.

Ósea. ¡¿Qué demonios?! No estaba de acuerdo con esa cita, pero... ¡Pero si iba a aceptar que fuera con más entusiasmo! ¡¿Acaso su Tsuna no era suficiente para él?! ¡¿Era eso?! ¡¿Qué demonios quería, entonces?! ¡Su Tsunayoshi era un ángel!

Vale. Olvidemos eso, el hitman se va un poco y no vuelve en un rato.

Divaga.

Sawada terminó de arreglarse y notó que Reborn estaba en su mundo, se sonrió a sí mismo y se estiró mirando la hora.

—Bueno, voy saliendo —anunció dirigiéndose a la puerta—. ¿Le avisas a mamá que regresaré tarde?

—Val... ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —se horrorizó incrédulo y molesto—. ¡No puedes volver tarde, eso es...! ¡No está bien para una chica...!

—Reborn, soy un chico.

El asesino se detuvo y lo miró largo rato... Demasiado tiempo para gusto de Tsuna por lo que, molesto, salió de su habitación dando un portazo.

No comprendía el porque su tutor había reaccionado así, pero ya no quería saber tampoco.

Con eso en mente salió de casa y se dirigió al centro comercial, donde increíblemente había quedado de verse con el prefecto de Namimori.

No se sorprendió de encontrarlo casi oculto en un café poco transitado, mucho menos cuando al sentarse frente a él llegaron sus órdenes. Ni qué decir de cuando empezaron a comer y beber en silencio.

Daba un poco de miedo, pero era normal.

—¿Qué haremos hoy, Hibari-san? —preguntó curioso en algún momento de la tarde—. Creo que Reborn nos está siguiendo, así que deberá ser algo entretenido o lo pagaré cuando llegue a casa.

El azabache sólo le miró indiferente mientras lo pensaba, honestamente no se le ocurría qué hacer.

Él estaba bastante entretenido allí sentado, admirando la tranquilidad de la que el cielo era poseedor en los últimos tiempos y sintiendo la cálida hostilidad que emanaba el tutor del chico.

Sonrió.

—¿Quieres ir al cine?

Los ojos del castaño brillaron con ilusión y se permitió sentir lástima por él durante unos segundos... Dos para ser exactos.

Y con la aprobación del otro, ambos se levantaron y fueron a pagar lo consumido con una sonrisa en el rostro del menor.

A Reborn eso le pintaba a estafa por todos lados. Algo estaba mal.

Lo descubrió más pronto de lo pensado y es que el cine era igual a oscuridad, dos chicos en una cita significaba hormonas y una alondra calenturienta no era buena para Tsunayoshi. ¡No en una película de terror cuando el chico era un cobarde de primera!

¡No, no, no!

Sawada miró las entradas, el cartel de la película y a su acompañante, contó hasta tres mentalmente y seguido a eso el cine entró en estado de emergencia.

¡Atención, atención! ¡Sawada Tsunayoshi! —llamaron por los altavoces—. ¡Sawada Tsunayoshi un niño que dice ser tu padre ha venido a recog...! ¡No agarres el...!

¡No toques a mi hijo, alondra del infierno! —el buen Reborn—. ¡Voy a castrar a todo aquel que vaya tras mi hijo, pendejos!

¡Niño deja es...!

Un disparo, un grito y Tsuna miró mal a Hibari.

—¿Y así quieres que te presente formalmente como mi pareja? —bufó rojo hasta las orejas—. ¡Eres increíble, Kyōya!

—Vaya, hace tiempo que no me lo decías —sonrió el descarado—. Tengo que tantear terreno, ahora sé que su miedo es el cine.

El castaño sólo rodó los ojos y se dirigió hacia el lugar donde su tutor debería de estar matando a todo Dios.

No comprendía qué demonios había pasado, pero no le divertía escuchar las risas de Hibari y Mukuro (que a saber de dónde había salido).

Su vida era un infierno.

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Quizás esa sea mi firma nueva. Está buena :v  ¿qué les pareció? No soy muy dada a las comedias ;b

30 días de infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora