Día #5.

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Y allí estaban, en un pacífico silencio y cómodamente ubicados en el sofá.

Tsuna descansaba su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro de Hibari, el azabache trazaba círculos imaginarios en la espalda del chico mientras leía en silencio con una suave sonrisa.

—Si algún día nos mudamos juntos... —suspiró Tsuna dedicándole cortos besos en el cuello—. ¿Podremos conservar este sofá?

—Podríamos conservar la casa si así lo quisieras, Tsunayoshi —golpeó ligeramente la cadera del menor para que dejase de moverse—. Quédate quieto, animal. ¿No ves que estoy leyendo?

Sawada bufo y se sentó sobre su regazo mirándole desde arriba con un puchero, Kyōya suspiró dejando de lado el libro y observándole con total atención.

Había días así. Días en que Tsuna odiaba al mundo y quería la destrucción, días en los que andaba melancólico y deprimido, otros en los que se besaban con pasión durante las veinticuatro horas que tenían. Y días así, en que Tsunayoshi quería su atención por sobre todo, que le mirase solo y únicamente a él.

—Kyōya, ¿me amas?

—Por supuesto.

No dudó ni un segundo y el castaño sonrió por eso, acarició el pecho del mayor con cariño y se inclinó para besarlo suavemente.

Sobra decir que la alondra no opuso resistencia alguna y se dejó llevar rodeando el cuerpo de Sawada con sus brazos.

No le molestaría vivir con Tsuna, lo ama y adora que ambos puedan acaparar un poco del espacio del otro. Sin embargo aún son jóvenes y Reborn le dio un plazo de prueba que –incluso después de tres años– aún estaba latente.

Se separan y Tsuna sonríe mirándole de cerca, nuevamente recostado sobre él.

—¿Cómo te diste cuenta de que me amabas? —preguntó notando la tensa reacción del azabache, frunció el ceño—. Tú... ¿Por qué acabas de dudar? ¿No puedes decirme? Acaso... Acaso no...

—Te amo, jamás lo dudes —se apresuró a decir antes de torcer el gesto—. Es sólo que... Pensar en como me enamoré de ti es complicado, Tsuna... No creo que... No quiero recordarlo...

—Oh... Vale...

Kyōya puede verlo y frunce el ceño, ese es uno de esos días, definitivamente. La melancolía y la inseguridad se acumulaban y salen de esa manera.

Ambos son chicos, tienen sueños y aspiraciones. Como Hibari ha dicho, son jóvenes.

Y eso aterra a Tsunayoshi. Tiene miedo de que toda su relación sólo sea una etapa, como una vez dijo Kyoko en el pasado. Le horroriza la idea de pensar en el futuro, un futuro sin Kyōya a su lado y eso lo saben ambos.

Se aman y no quieren separarse ahora, pero el mañana es incierto.

El mayor acaricia la espalda de Sawada, suspira y se sienta con el chico sobre él y lo aleja para verle la cara de frente y besarle.

Corto, suave, casto.

Sonríe.

—Me di cuenta de que te amo de manera dolorosa, pero no me enamoré de ti así —acarició con suavidad las mejillas de Tsuna—. Te ame y me enamoré de ti por un montón de razones. Tu fuerza, tu amabilidad y tu personalidad torpe me encantan, ¿vale? Te amo, en serio.

30 días de infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora