Capítulo 5

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No entendía qué es lo que había hecho mal, simplemente le dijo a su novio sobre el entrenador, pero este se enojó y no lo dejo dormir con él en el cuarto, al principio fue hasta donde estaba y golpeó la puerta esperando que le abriera, al no escuchar respuesta se rindió, pero se quedó recostado esperando a que salía al baño, claro que eso no paso.

Luego de una hora esperando decidió hablarle, le pidió perdón por no habérselo dicho antes pensando que eso era por lo que se había equivocado, incluso intentó animarlo diciéndole lo mucho que lo amaba y lo bueno que era para el patinaje, pero al hacerlo escuchó los sollozos a través de la puerta y se odio mucho por eso, de nuevo había hecho llorar a su novio.

La noche fue solitaria y fría, el invierno no era bueno, pero poco le importó cuando en medio de la noche Yuri fue hasta donde estaba y lo tapo con una manta, se fue rápido al cuarto y escucho su llanto luego de unos minutos, tal vez pensó que se había quedado dormido, pero no era así y escuchar eso le rompía enormemente el corazón.

No lo pensó ni siquiera un poco cuando se levantó y fue hasta su habitación, se sorprendió de que estuviera sin seguro la puerta, pero aprovecho eso y la oscuridad de la noche para entrar en silencio, parecía que no se había dado cuenta de que había entrado, se acercó con sigilo hasta el lado de la cama donde se encontraba Yuri y lo abrazo, más bien intentó abrazarlo, aunque se le era difícil porque se había envuelto entre las sábanas, pero necesitaba hacerlo.

—Te amo, Yura. Así que me parte el alma escucharte llorar así, aún más si es por mi culpa. —Susurro en el oído del rubio.

Yuri se tensó al escuchar esas palabras, el kazajo sintió como su cuerpo se ponía rígido para luego comenzar a temblar, lo apretó más fuerte entre sus brazos. Pasaron unos minutos en silencio así abrazados, el rubio sacó sus brazos de las cómodas sábanas y rodeo el cuello del kazajo, al principio se sorprendió, pero se acomodó para que estuvieran más cómodos. 

— ¿Me vas a contar que paso?

—Pensé que terminarías conmigo— Susurro con su voz ahogada por el llanto.

— ¿Qué?

Se separó con brusquedad para poder ver su rostro. No podía creer lo que Yuri había dicho ¿por qué pensó que él haría algo como eso? simplemente no lo entendía, claro que esa confusión duró poco, recordando lo que pasó hace algunas horas.

Creo que algunas palabras importantes se quedaron en mi cabeza...

Sus labios formaron una perfecta "O" mientras que alguna luz divina iluminaba su memoria, como si le estuvieran susurrando los secretos del mundo.

Claro, también lo estúpido que era.

—Sabía que debía pensar bien cómo decírtelo—Soltó su queja al aire, más para sí mismo que para la persona a su lado.

—A veces me pregunto si piensas—Susurró el menor.

Pero el kazajo no lo escucho, seguía inmerso en su encuentro con la verdad divina. Siendo consciente de que debía consentir al rubio durante toda una semana para que lo perdonara por haberlo asustado de esa manera, aunque eso lo hacía siempre, nunca dejaba de mimarlo.

—Ahora que lo pienso... ¿Te peleas muy seguido con tus padres?

Mientras pensaba en cómo había omitido ciertas palabras en la conversación que los llevó a este momento, también pensó en las dudas que tenía sobre los padres de Yuri.

Ninguna persona mayor ve bien que su hijo se quede en la casa de su novio por mucho tiempo, además Yura tiene 19 años, está por cumplir 20 y tal vez los 4 años de diferencia que nos tenemos a sus padres no les agrada. Eso podría explicar por qué aún no los he conocido, aunque llevábamos saliendo casi 2 años, sin mencionar que nuestra relación nunca fue secreta para nadie. 

Otabek podía ser muchas cosas, pero había momentos en los que se daba cuenta de lo que pasaba. Como cuando el rubio se quería quedar en su casa, la mayoría de las veces que eso pasaba —aunque Yuri no lo dijera— era porqué se peleó con sus padres, al menos eso era lo que pensó que pasaba, pues siempre se veía a punto de golpear a alguien cuando le pedía quedarse, aunque otras veces se veía triste. 

Otra cosa que él podía notar sobre el rubio —sin mencionar cosas triviales— era que había momentos en los que se perdía mirando a la nada, sus ojos perdían ese brillo que él adoraba y en su mirada ya no reflejaba nada, luego una sonrisa surcaba sus labios y sus ojos volvían a brillar, pero esta vez por las lágrimas que amenazan por escapar. Muchas veces le quería preguntar por su tristeza o ese repentino cambio, nunca consiguió el valor o atrevimiento para hacerlo.

Él sabía que cuando estuviera listo, le contaría sobre ello.

Yuri no sabía qué decir, de un momento a otro su llanto cesó y los colores de su rostro desaparecieron. Quería hablar, pero las palabras quedaban atoradas en su garganta, tanto espero que esto pasara y ahora no podía actuar. Podía mentir, pero se había prometido no hacerlo, podía fingir no haber escuchado, podía hacer muchas cosas, pero no espero que sus labios se movieran antes de siquiera pensarlo. 

—Beka, ya no los soporto más. —Susurró con su voz quebrada.

Las lágrimas volvieron a salir, pero no por angustia o dolor, salían por el alivio de sentir un peso menos en sus hombros.

Otabek sin saber muy bien qué era lo que sucedía, volvió a envolver sus brazos alrededor de Yuri, acunando su rostro en su pecho, susurro cuanto lo amaba mientras dejaba suaves besos en su cabeza. 

— ¿Es por eso que de repente te pones triste?

Yuri simplemente asintió con su cabeza.

Suspiró sonoramente cansado, de ahora en adelante las cosas entre ellos cambiarían, pero estaba feliz por ello.

"Luego de mucho tiempo soportando grandes rocas sobre mis hombros, hoy por fin una de ellas se cayó y la esperanza de que las demás caigan volvió." 

En tus pequeños hombrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora