Pétalos marchitos - Parte 2

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—Te ves hermosa Sara —Dijo el kazajo ni bien la vio.

Ya había llegado al lugar y se quedó esperando a que la chica llegara.

Tenía puesto un vestido que había visto a chicas japonesas traerlo en algunas series. Una remera blanca de mangas larga debajo de un vestido de color gris con un gran escote. La falda del vestido le llegaba hasta las rodillas, la tela se veía fina, pero cálida, aun así, traía puesto unas medias negras que se veían super gruesas y un gran abrigo encima de todo.

Sara se sonrojó de inmediato bajando por un momento la mirada antes de subirla con una sonrisa. Se colocó un mechón rebelde detrás de su oreja con lentitud mientras mantenía la mirada.

—Tú también te ves muy bien —Dijo apenada.

El cumplido de la chica no logró nada en él, solo sintió la culpa otra vez pesarle en la conciencia. Las cosas comenzaron mal, por suerte por el frío su rostro estaba algo rojo así que esperaba que la chica pensara que fue por su cumplido.

Estiró su mano para que Sara la tomara, había muchas personas en el lugar y no quería perderse.

Comenzaron a caminar de la mano mientras hablaban sobre las peleas que se habían realizado esa semana, entrenamientos y de lo hermoso que estaba el paisaje. La charla en ningún momento se tornó incómoda, al contrario, fluía sin ningún problema.

Se detuvieron frente a un café para calentarse y comer algo antes de ir a ver las decoraciones que estaban poniendo por navidad en el centro de la ciudad, aún faltaba para que hicieran un gran espectáculo, pero era lindo de ver de todas formas.

En navidad hacían un hermoso espectáculo por lo que Yuri le había contado y Otabek le sugirió que fueran juntos a verlo en navidad. Se dio una cachetada mental al verse pensando en Yuri otra vez.

Se sentaron en una mesa apartada y la conversación siguió mientras miraban el menú de cafés y postres.

El pidió un café negro, necesitaba energías para seguir y un pedazo de pastel sabor vainilla, se volvió su favorita cuando Yuri le obligó a probarla.

Y otra vez Yuri...

Hasta ahí llegaba su falta de conciencia, Sara estaba siendo muy dulce y estar utilizándola le hacía sentir la peor persona del universo. La chica no se merecía nada de esto, seguir negando que él era el problema no iba a solucionar nada.

Así que apretando la mandíbula comenzó a ganar algo de coraje, le iba a decir que la cita no podría seguir, iba a ser honesto, aunque ya era algo tarde para ello, pero si continuaba dando falsas esperanzas a la chica se sentiría como la mierda.

Suspiro algo cansado, no estaba haciendo las cosas bien, era momento de decirle.

—¿Todo bien?

La voz preocupada de la italiana lo hizo acobardarse, no podía decirle ahora que la conversación se había puesto algo íntima y la chica le estaba contando algo que la tenía preocupada.

Le sonrió mientras negaba con la cabeza y le decía que continuara con lo que le estaba contando, una vez que terminara se lo iba a decir, no iban a irse del lugar sin tener esa platica.

Cuando estaba a medio de su relato la chica soltó un comentario que le hizo enfurecer mucho, pero a los pocos segundo comenzó a agradecer a cualquier Dios que hubiera intervenido.

—¡Es que mi hermano está saliendo con un chico Otabek! Un chico —Tomó un sorbo de su taza mientras negaba con la cabeza —No puede pedirme que lo trate como mi hermano luego de eso...

Dios, Buda, Alá, quien sea que haya hecho esto, muchas gracias...

Se sentía la peor mierda que haya pisado la tierra al tener que lastimar a una chica tan linda como lo era Sara, pero se sentía menos mal al lastimar a una persona homofóbica. No cambiaba nada de lo que había hecho, pero debía de admitir que le pesaba menos en la conciencia de esa forma.

—Que él ame o no a un chico no lo hace estar fuera de tu familia —Dijo con una voz molesta y el ceño fruncido —Amar a alguien no es algo que decidas, pasa sin que lo puedas controlar y cuando sucede no tienes de otra más que aceptarlo...

La chica lo miró entre apenada y molesta, pues estaba totalmente en contra con lo que él acababa de decir, pero no le dio tiempo de replicar cuando se levantó bruscamente del asiento y sacó su billetera.

—Soy bisexual, así que no creo que esto vaya a funcionar.

Dejó dinero sobre la mesa.

—Pagaré lo de ambos

Salió del lugar con la cabeza gacha pensando en lo que le había dicho a Sara. Sabía que no había sido completamente honesto, pero eso no era lo que le tenía preocupado, se acababa de responder a su propia pregunta.

Tal vez no tenía nada de malo amar a Yuri, no tenía que cambiar eso, solamente no debía de forzarlo a corresponderle o seguir manteniéndolo cerca sin decirle lo que sentía por él.

No podía elegir a quien amar, la vida —mejor dicho, el romance en este caso —es igual a una ruleta, nunca sabes que te va a tocar. Puede que te toque enamorarte o que se enamoren de ti, pude que te toque terminar con alguien o que te terminen a ti, puede que te toque amar a un chico o a una chica, que te correspondan o te rechacen.

No podía elegir, le tocaba lo que le tocaba y a él le había tocado enamorarse de Yuri, lo que dependía de él era qué hacer con ese sentimiento.

Decidió decírselo a Yuri para poder explicar porque se alejaría de él durante un tiempo. No quería salir con Yuri y sentir que su relación estaba mal de alguna manera o que estaba abusando de él. Sería honesto y se alejaría para olvidar esos sentimientos, era lo más sano.

Aunque la verdad era que no quería alejarse, sentía que si lo hacía Yuri desaparecería en mil pedazos que luego se llevaría el viento. No quiere velo dañado, llorando o completamente destruido a punto de estallar en desesperación. Pero al mismo tiempo sabe que tal vez eso no iba a pasar, Yuri era alguien fuerte y no tenían una relación como para que sufriera mucho por alejarse, era algo que pasaba todo el tiempo con las amistades.

No me importa si me amas o no, te diré lo que siento y tu decidirás que hacer con ello. No te obligare y no seré insistente. 

En tus pequeños hombrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora