Capítulo 12

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Yuri tenía unos días viviendo en el apartamento de Otabek, la situación se sentía como una luna de miel. Lo cual le pareció algo extraño, la vez que se quedó por más tiempo fue por al menos casi un mes, aun así, nunca actuaron como recién casado, solo fue algo natural.

¿Era diferente porque esta vez no se iba a ir? Ordenar sus cosas fue divertido, no se estaba quejando de la situación, solo no estaba acostumbrado a tener a un gran oso cariñoso todos los días, pero no le parecía malo hacerse a la idea.

Algunas noches terminaban como hoy, con los dos acostados luego de un baño por quedar pegajosos luego de tener sexo.

Yuri se giró recostándose sobre Otabek, dio un suave beso sobre su pecho antes de esconderse en su cuello. Otabek con la yema de sus dedos acariciaba su espalda dejando cada tanto un beso en la frente del rubio.

Se quedaron así un momento hasta que el cansancio fue mucho y cayeron rendidos en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente todo parecía ser miel sobre hojuelas. En la tarde les esperaba un momento duro, pero parecía que se habían olvidado completamente de ello. La felicidad de estar viviendo juntos era más grande.

La madre de Yuri canceló varias veces, algunas ni siquiera aviso, solamente se llevó la sorpresa de que no estaba cuando fue a verla. Pero por fin había llegado el momento de reunirse, al parecer la insistencia de Yuri por reunirse la canso.

Otabek al ver tan feliz a Yuri supo que podía contarle la equivocación que había tenido el día anterior con el hombre de cabello platinado, así podrían reírse toda la mañana y Yuri no estaría tan preocupado por ir a ver a su madre. Al final solo había sido una estupidez, de eso se dio cuenta cuando las cosas estuvieron más calmadas y pensó con claridad todo.

Y todo hubiera seguido así de hermoso si en la mañana Otabek no le hubiera confesado que se había confundido y pensó que el Yuri del que hablaban era él.

Sintió la rabia apoderarse de su cuerpo y pasó todo el entrenamiento mascullando insultos hacia su novio.

¿Cómo me puede confundir con ese tipo? ¡Peor! ¿Cómo pudo pensar que saldría con un anciano como Viktor? ¿pensó que era posible porque salía con alguien mayor? Cuando comenzamos a salir tal vez estaba desesperado, pero hasta en ese momento tenía estándares.

Paso todo el entrenamiento evitando al mayor ya que este le buscaba preguntando de dónde conocía a aquel sujeto que decía ser el amante de su preciado Yuuri.

Estuvo a punto de quitarse los patines y lanzárselos más de una vez, pero se contuvo ya que no quería llamar la atención. Yakov lo estaba entrenando para una pequeña competencia que habría dentro de poco y no quería que más cosas lo distrajeran, ya tenía suficiente con su vida. Esta era su oportunidad para volver al patinaje profesional.

Cuando el entrenamiento al fin terminó, se sentía un poco culpable ya que era normal que por un momento se confundieran si ambos tenían el mismo nombre, pero lo que le respondió en la mañana seguía en su cabeza.

"—Beka, yo jamás te confundiría"

Eso fue lo que le gritó antes de irse del apartamento azotando la puerta con fuerza.

La verdad es que se sentía un poco culpable, aún más al ver en la salida al kazajo de espalda esperándolo con un ramo de tulipanes y un pequeño oso de peluche. No podía seguir enojado con él sí hacía ese tipo de detalles.

Corrió hasta él y lo abrazo desde la espalda con fuerza, le dio un sonoro beso en la mejilla antes de hablar.

—Gracias amor, perdón por enojarme contigo en la mañana, no te—

Se detuvo al ver cómo el hombre frente a él lo miraba confundido.

No es Beka.

Un hombre un poco más alto que su novio, con una tez más clara y unos ojos celestes lo miraban sin entender nada. Solamente tenían el mismo corte de cabello y el ancho de la espalda, todo lo demás era completamente diferente.

Yuri sintió que la vergüenza lo estaba asfixiando, sentía su rostro arder y su cuerpo tan tenso que le era imposible moverse.

—¡¿Leroy me estas engañando?!

El grito de una mujer lo sacó de sus pensamientos, giró su cabeza para ver a una mujer muy hermosa, de cabello negro y ondulado mirándolo furiosa.

Ahí fue cuando la pareja comenzó a discutir y él no supo dónde meterse, así que lentamente fue dando un paso hacia atrás sin dejar de verlos, siguió así hasta estar lo suficientemente lejos de ellos dos, se dio la vuelta y comenzó a correr hacia otra salida.

Ahora estaban a mano, entendía como las confusiones podían pasar.

Al llegar a casa se disculpó con Otabek y le contó lo sucedido, ambos se sintieron un poco culpables por haber causado problemas a las parejas, pero luego no pudieron parar de carcajearse de lo tontos que eran al confundirse de esa manera.

La verdad es que no podían cambiar, eran así de idiotas y así mismo se amaban,  ese amor que se tenían era lo que necesitaban para enfrentar lo que se les venía, porque la verdad es que las cosas no serían fáciles a partir de ahora.  

En tus pequeños hombrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora