Pétalos marchitos - Parte 1

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Se podía decir que era el mejor amigo de Yuri, su amistad se estaba volviendo cada vez más cercana a un ritmo bastante acelerado, eso le agradaba, aunque aún estaba esa espina que le hacía sentir que lo estaba traicionando o mintiendo de alguna manera.

Desde hace un tiempo comenzó a notar que miraba a Yuri de una manera nada común entre amigos, peor, a alguien de su edad. Al comienzo le sorprendió saber la edad de Yuri y se sintió mal al pensar que intento ligarlo cuando se conocieron, luego le preocupo no tener nada de qué hablar con alguien más joven, pero ese no fue un problema, si bien algunas veces las conversaciones terminaban siendo algo infantiles, estaba bien, Yuri era un adolescente después de todo y le caía bien como persona.

Se sintió asqueroso por dentro al darse cuenta de la clase de pensamientos que tenía por Yuri, estuvo semanas recriminándose por lo cruel que era al traicionar la confianza que Yuri tenía sobre él de esa manera.

No podía dejar de hablarle, era como si lo necesitara desesperadamente, no podía simplemente un día dejar de contestarle los mensajes y no volver al café, la idea de que eso hiciera llorar a Yuri le daba tanta tristeza que terminaba disculpándose con el Yuri imaginario de su cabeza.

Pero sabía que estaba mal querer darle un beso al verlo tan feliz al hablarle o que se sintiera tan especial al ver que Yuri le contaba cosas personales que —según él —no le decía a nadie más. Así que lo mejor era dejar esos sentimientos en el olvido y buscar alguien más.

Estaba mal utilizar a otra persona como si fuera una aspirina para aliviar un dolor, pero dañaría a alguien más especial para él si no lo hacía. Se odiaría a si mismo si Yuri se sentía obligado a corresponder sus sentimientos.

Es por eso que aquella tarde en el club cuando Sara le pregunto si tenía planes en diciembre, creyó conveniente invitarla a una cita los primeros días del mes, incluso se lo comento al menor muy entusiasmado, era la oportunidad para dejar todo atrás.

Llevaba tiempo planeando cada detalle, no quería que se arruinara, así que con Yuri ideo varios planes por si ocurría algún inconveniente, aun se reía cuando recordaba la cara del menor al decirle que era un completo paranoico por las ideas que se le ocurrían de lo que podría salir mal.

Pero es que no podía permitirse fallar cuando ya había llegado a ese punto, era el momento para hacerlo antes de que esas emociones crecieran hasta el punto de ya no controlarlas.

No quería volverse ese tipo de adulto que terminaba saliendo con un menor y lo manipulara para hacer cosas que normalmente no haría solo porque debían de tener una relación más "madura", no quería que Yuri se saltara etapas y que él fuera el responsable por ello.

Ya había hecho las paces con su conciencia en lo que respecta a Sara, después de todo la culpa no se iba ya que invitaba a la chica teniendo a otra persona en mente. Por lo que se aseguraría de darlo todo he intentar verdaderamente que las cosas fueran bien con ella.

Es por ese mismo motivo que esa mañana comenzó a mirar en su armario fijándose cuál era la mejor ropa que tenía para la cita que se llevaría a cabo esa tarde.

Estaba entre impaciente y preocupado, quería ya poder superar sus emociones inapropiadas y al mismo tiempo estaba preocupado de no poder dejarlas a un lado.

Por fin encontró algo decente, aunque era muy al estilo "Son un chico malo con letras mayúsculas" esperaba que a Sara le gustara.

Se colocó unos jeans un poco sueltos de color negro, una remera blanca de mangas largas para que fuera de un color diferente, pues toda su ropa era de color negro u oscura, al igual que la chaqueta de cuero que se colocó por encima. Hacía bastante frío fuera, después de todo estaban en invierno la gran parte del año, pero aún más en esta época, incluso parecía que comenzaría a nevar esa noche, pero por los nervios sentía su cuerpo arder.

Aun así, sería malo que se enfermara así que se colocó una bufanda gris alrededor de su cuello.

Se sentó en el sofá luego de tomar su billetera y celular —completamente cargado —a esperar que la hora llegara, cosa que sería dentro de unas dos o tres horas. No quería moverse y arruinar su esfuerzo de ponerse apuesto para la italiana.

Tampoco quería generar un accidente que impidiera la realización de esa cita, no tenía otra opción más que asistir.

Sabía que se estaba comportando como alguien completamente loco, pero mientras más cerca estaba de la hora para verse, más se daba cuenta de lo pésima que había sido su solución. Sara sería dañada por su idea estúpida y sabía que esto no ayudaría a olvidar a Yuri, solo debía alejarse del menor y todo estaría bien, pero al no querer hacerlo estaba por dañar a alguien que no tenía nada que ver con este asunto. 


En tus pequeños hombrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora