El demonio humano

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—¿Porque no juegas conmigo? —Dijo con una voz quebrada.

—Porque no me interesa —Escupió con odio.

Yuri cerró la puerta de la habitación dejando a su hermano del otro lado, Yulian quería que jugaran a alguien juego estúpido, él de solo verlo se enojó así que le cerró la puerta ignorándolo por completo.

Estaban solos en la casa, sus padres salieron y al parecer a Yulian no le gustaba estar solo, podía escuchar su llanto al otro lado de la puerta como cualquier niño de 5 años al quedar solo en una casa enorme.

Yuri sin culpa se quedó encerrado en su habitación gran parte de la noche, hasta que el hambre lo atacó y fue hasta la cocina a prepararse algo. Se encontró con Yulian en la sala jugando solo un juego de mesa para dos.

Eso se ve patético.

Un sonido proveniente del estómago de Yulian lo altero un poco, era un niño y no podía prepararse nada, seguramente tenía mucha hambre y él estuvo ignorándolo todo el tiempo. Sin entender el porqué, sintió culpa por sus acciones.

—Voy a cocinar algo ¿Quieres? —Pregunto sin ganas.

Su hermano solo se le quedo viendo con grandes ojos, parecían brillar de la emoción.

—Si no quieres, no te lo —

—¡Si quiero!

Ni pudo terminar de hablar ya que su hermano contestó.

No hizo algo muy elaborado, fueron papas fritas y un huevo, hasta ahí llegaban sus dotes culinarias. Se quedó el resto del tiempo con Yulian en la sala comiendo y jugando, aunque se le escapaban insultos cada tanto. Cuando sus padres llegaron se fue a encerrar en su habitación, no tenía la obligación de seguir ahí con Yulian.

Y así pasaban los días en esa casa, así pasaron los años. Cada que Yuri y Yulian se cruzaban, el mayor lo ignoraba o lo trataba con rudeza, era algo que sentía que no podía evitar hacer. El solo ver su cara provocaba que la rabia naciera en su pecho y se expandiera por su pequeño cuerpo.

Nunca pensó que llegaría a odiarlo tanto.

No era una buena persona, lo sabía muy bien pero tampoco es como si le importara mucho, solía decir todo el tiempo: "Hijo de basura, basura es". Así justificaba sus actos, como si eso lo fuera a salvar de todo, como si eso hiciera desaparecer todo lo que sentía.

Tampoco es que no sintiera un poco de culpa por lo que hacía, aunque tratara muy mal a Yulian, este siempre volvía a buscarlo para poder hablar con él, eso provocaba que se odiara a sí mismo, autodesprecio que se convertía en enojo hacia su hermano.

Y así eran los días en su casa, como un círculo sin fin, todo se volvía a repetir en el mismo orden sin tener un fin, nada cambiaba. Una rutina que comenzaba a cansarlo más de lo usual, comenzaba a pensar en acabarlo todo.

¿Quién me extrañaría de todos modos?

Suspiro derrotado, no servía de nada pensar eso a las 3 de la mañana sabiendo que al día siguiente tenía una prueba importante. Pero era algo involuntario, el sueño se iba y esos pensamientos pesimistas venían a él como una tormenta destruyendo todo dentro de su pecho.

Desde hace muchos años que las lágrimas ya dejaron de salir, la felicidad no venía, solo le quedaba seguir con la misma rutina hasta que su vida terminara de alguna manera. Porque él no tenía el valor de acabarla por sí mismo.

Aunque últimamente me siento con más valor para ello...

Los días pasaban, algunas veces iba a un café que quedaba algo lejos de su casa, iba a ese lugar cuando no quería volver, pedía un café cortado y se quedaba hasta la hora de cierre. Le gustaba volver caminando en medio de la silenciosa noche.

Un día de marzo, tuvo una fuerte discusión con su madre antes de ir a clases, cuando salió del colegio fue hasta la cafetería que se había convertido en su lugar seguro, pidió un café bien caliente ya que comenzaba la primavera y hacían unos 10°C afuera. Así eran las primaveras en ese lugar. Se sentó en una mesa a esperar que las horas pasaran.

Mientras bebía su café, los pensamientos de acabar con todo se volvieron más fuertes, la idea se estaba volviendo tan tentadora que decidió mirar a su alrededor tratando de distraerse de sus propios pensamientos. Fue ahí cuando atrapo a un hombre de tez morena mirándolo, este corrió la mirada avergonzada en cuanto sus ojos se cruzaron.

Estaba sentado a dos mesas de distancia.

Es más alto que él, su piel es morena, como si viniera de broncearse en la playa —Aunque no había sol —se veía desde lejos el buen cuerpo que tenía, sin mencionar ese corte de pelo estilo undercut que le quedaba de maravilla. Aunque fue por un momento, pudo ver el color café de sus ojos, igual que su bebida.

Y así pasaron los días, sabiendo de la existencia del chico moreno que lo miraba todos los días con insistencia, pero sin atreverse a hablarle. Yuri parecía ignorar su existencia mientras que otras veces lo atrapaba mirando en su dirección.

Estaba cansado de su vida y de sí mismo, saber que alguien sentía curiosidad por él le despertó una emoción que no entendía. Mas de una vez se sintió tentado en hablarle, pero luego se arrepentía de siquiera pensarlo.

Se ve que es más grande que yo ¿De qué vamos a hablar?

Pensaba una y otra vez, había encontrado un pequeño motivo por el cual seguir unos días más en pie. Tenía que saber quién era el chico moreno misterioso.

Fueron 3 semanas de tortura, hasta que ese 1 de abril el chico moreno se sentó en su mesa, en ese momento sintió la emoción de que su vida estaba cambiando. 

En tus pequeños hombrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora