A penas cumplía 20 años y tenia el historial de tres mujeres ¿Cuantos hombres habían pasado ya por su cama? Otra pregunta que se quedara sin respuesta y no es por no saber la sino por lo complicado que seria responderla ¿Y qué culpa tenía ella de ser así? Fue abandonada en un prostíbulo, nunca tuvo madre o padre sólo tenía jefes que desde los once años cuando sus pecho se empezaron a inflar le enseñaron a posar desnuda para llamar la atención de las miradas lascivas, tanto hombres como mujeres de distintas clases sociales se deleitaban a ver un cuerpo tan virginal y juvenil posar antes sus ojos, tocándose así mismo para complacerlos, para llenar aquel demonio sexual y voraz que todos llevamos dentro que nos come de a poco y nos deja esperando por mucho. Nunca olvidaría cuando llego su primer periodo, la entrada de la niñez a la pre-adolescencia cuando su virginidad fue vendida y todo su ser fue profanado por un hombre maduro, adinerado y tosco. Aquella sangre que escurría por sus piernas no era el periodo sino aquella tela que separa a las niñas de las mujeres la que dejan la huella de que ya algún hombre a marcado la vida de aquella fémina.
-¿Por favor me puede dar una bagueta de pan francés y especias?- Pedía en un tono amable y con una gran sonrisa aquella castaña conocida por todo el mundo-
-¿Desea queso crema con puerro Madame Isabelle?- Pregunto el panadero antes de rebuscar entre los panes uno que llenará de gozo a su clienta-
-Claro, si tiene del que me gusta adelante, me coloca dos raciones-
Tal vez Madame Isabelle es la mujer mas famosa de toda Francia conocida por cada hombre que le guste pagar una buena cantidad por el mejor polvo de su vida y por todas las mujeres celosas de saber que una simple zorra le sacaba el dinero a sus maridos por una noche ¿Y a quien iba a mentirle? Su cuerpo es el perfecto para este trabajo, a pesar de que lleva años abriendo sus piernas todo su cuerpo sigue estando en orden, todo sigue firme y en su lugar, aquella inocencia fingida en su rostro, capaz de robarle el suspiro a más de uno y no olvidemos su sonrisa, tal vez sea una mueca común en su rostro pero es capaz de levantar el ánimo de más de uno.
Recién llegaba a su cómodo y adecuado desván, su pequeño mundo fuera del sexo y aquella vida liberal que llevaba, tomó una ducha de cuerpo completo quedándose en unos cómodos calzones de algodón y una blusa blanca, preparó su taza de café cargado, mientras miraba por la ventana y veía como la lluvia gris y pálida cubría su amada Francia, pico el pan en trozos redondos para luego untar aquel tan delicioso queso con especias que amaba, al morder el trozo de harina esponjosa aquel sonido crujiente y ese tan particular sabor le hizo sonreír, el blues en su radio y la tranquilidad muda de aquella vivienda le hacían feliz, olvidándose de todos por un pequeño tiempo, sintiéndose la ubica persona en todo el planeta.
El particular timbre de llamada en su móvil la hizo salir del trance tranquilo y pasivo en el cual se encontraba, ese sonido indica que ya es hora del trabajo.
-¿Qué paso?- Respondió como siempre mientras masticaba lo que tenia en la boca- Umm. Pero hoy es domingo, es mi día de descanso- Suspiro de forma cansada mientras se ponía de pies en un bostezo armago- Si señor, estaré allá en unos minutos, si lo se, hasta luego- Colgó la llamada dejando su móvil en la mesa-
Su jefe la llamaba cada vez que había una oportunidad buena, la cual no se podía dejar pasar, al hotel Fallen habían llegado unos extranjeros canadienses y tal parece que habían solicitados a las putas más finas de toda Francia y obviamente Isabelle no se quedaría. Se colocó una lencería negra, con unos encajes que adornaban de forma hermosa sus largas piernas y sus pequeños pero sensuales senos, se vistió con un ajustado vestido negro con un escote bastante pronunciado y un ajustado ruedo a mitad de muslos, sus tacones rojos de punta fina serían el acompañante perfecto de la noche, colocó aquellas guantilllas de seda negra en sus delicadas y suaves manos, el labial carmesí la hacen lucir un poco mas que deseosa y tan solo el labial y el lápiz de cejas son el único maquillaje que se apoderan de su rostro, tener un cutis perfecto para nada es malo. Salió de casa y detuvo un taxi el cual la dejo frente aquel hotel construido en puros cristales y mármol, entro con aquel sensual caminar, provocando que todos a su paso quedará perplejo al ver la perfección convertida en una mujer. Llegó al bar tomando asiento en la barra, pidió un vino para relajar los ánimos, se colocó entre los labios aquel enemigo natural de los pulmones el cual encendió con picardia y a la vez con desánimo, suspiro al exhalar aquel humo tan dañino mirando de reojo al batender el cual ya conocía.
-Isabelle ¿Cuanto tiempo ha sido sin verte? ¿Uno o dos meses?- Pregunto el cascausico hombre, con aquella mirada vacía por tanto vivir y disfrutar la vida- ¿Nunca deseaste otro tipo de vida?-
-3 meses y 6 días exactamente- Respondió tras darle un trago a su copa para dejarla manchada con aquel labial rojo- Es el único tipo de vida que conozco ¿Qué hay para hoy?-
-Son unos canadienses, vienen de una misma compañía, creo que una de artes, hay músicos, cantantes y pintores- Respondió limpiando la barra con un pulcro pañuelo blanco-
-Interesante- Comentó terminando su copa-
Unos ojos llenos de vida y con un brillo que solo se podrían tener en la flor de la juventud, ocultos tras anteojos apreciaban con benevolencia aquella diosa sentada en la barra terminando se una copa de vino, envenenando su cuerpo con aquel humo, pero fuera de aquella impresión toda su atención se vio sumergida en su cuerpo, tuvo que viajar para poder encontrar una musa digna de su inspiración, su corazón latía con fuerza y su labio se auto torturaba así mismo en aquellos temblores sublimes, tomó valor y se acercó a esta no era demás decir que ya sabia el oficio de esta, el libertinaje sexual.
Camino en pasos firmes acercándose a esta, la realidad era que no tenía ni la menor idea de hablar aquel idioma así que sólo se expreso en su lengua natal mientras está Lo observaba de una forma inexpresiva al verle terminar tan solo sonrió de una forma seca y cortante.
-Es un placer James, mi nombre es Isabelle, aunque no lo parezca tengo una educación digna de una princesa y se hablar por lo menos 5 lenguas- Respondió en un tono divertido mientras cruzaba las piernas- Entonces ¿Estás interesado en pasar la noche conmigo?-
-De pasarla no, bueno lo que digo es que yo si quiero pasar la noche- Se rasco la cabeza mientras tragaba en seco, las palabras se perdían al salir de sus labios- El caso es que si quiero. Pero te daré los detalles en mi habitación y por supuesto voy a pagar por ti- Respondió en un tono nervioso y a la vez seguro-
-Ya veo. A pesar de que eres un chico de una gran ciudad tienes una mente pequeña- Sonrió de forma burlona dejando el casco del cigarrillo en la cenicera- ¿Cuantos años tienes? ¿Por lo menos eres mayor de edad?-
-Tengo 18 años- Respondió con rapidez, a pesar que utilizaba aquello anteojos y tenia esos tatuajes en su cuello aquella dama de la noche había descubierto su corta edad- Prometo que no te arrepentirás- Dijo en una súplica-
-Bueno pequeño James, ya que insistes tanto- Suspiro de forma amargada colocándose sobre sus pies-Guieme a su habitación-
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MADAME ORGASMOS
RomantizmRecuerdo cuando vi a Madame, fue el momento exacto entre decidir vivir o morir ¿Sabes que elegí yo? Vivir para morir por ella. ~Hello, con la primera tuve problemas pero esta va en serio, en fin es el primer libro de una trilogía llamada "Madame" es...