Capítulo 7 Arax y el Fermaiden

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El registro de registros, el árbol hecho escritura, el legado de Ferres "El Heródoto"...

EL FERMAIDEN.

La gran mansión de Arax adorna como siempre las inconfundibles praderas verdes y enormes de Gea, en las cuales las tonalidades naranjas del atardecer dan un toque adicional al paisaje, mientras, sentada en una de las bien cuidadas salientes de la mansión yace Cascada mientras lee versos de su poeta favorito Maru Benedeth, mientras pétalos danzantes abrazan y se deslizan en ocasiones, sobre su suave piel oliva.

─ La noche será angustiosa ─ Dice al aire mientras que los árboles se mueven de maneras irregulares debido al viento, cierra su libro y entra en la mansión.

Al llegar a "La Gran Sala de los Alquimistas" Cascada ve que muchos de los libros están desordenados, después de hacer un gesto que denotaba desacierto decide acomodar los libros en su lugar, al ver completado su labor, se percata ella, que faltan dos de los tomos de "Temperanza", decide ver a Arax que como siempre, él, estará haciendo algo inútil o des provechoso. Al entrar a "La Sala de las Voces Agudas", ella, ve que los tomos faltantes sobre una de las mesas del ovalado lugar, también se percata que Arax está ahí acostado viendo hacia el cielo de la sala.

─ Señor Arax ─ Dice Cascada pero el efecto de la sala vuelve su voz demasiado aguda, por lo que Arax a escucharla se ríe de ella, enojada va con él y le deforma la cara y un gran grito se escapa de la mansión.

En las lejanías de la mansión un heraldo cabalga en una enorme bestia conocida como Darknd Real, sus cuatro pesuñas duras como el hierro, su abundante pelaje marrón y un robusto cuerpo le conforman imponente, su cabeza por su puesto no se queda atrás, predominando sobre todo unas enormes fauces que desgarraría con una facilidad tremenda a cualquiera que fuese su víctima, su semblante canino adorna finalmente su aspecto amenazador. A pesar de lo anterior dicho, el mensajero, no se veía con un gesto que igualara de ninguna manera a la del Darknd, sin demorarse mucho después de contemplar la majestuosa mansión en aquellos prados que parecieran proporcionar vida a aquellos que los ven, se dirigió a la propiedad.

Dentro aun de La Sala de las Voces Agudas, pequeños cuarzos colocados cuidadosamente en la habitación brillan, anunciando con esto la llegada de un extraño a la mansión. Cascada extrañada por las visitas, que tan escasas se presentan al año, se preocupa, al contrario de Arax que con el rostro deformado, sin desesperarse toma el control de la situación.

─ Diles que no quiero galletas ─ Replica Arax.

Ella le golpea a Arax en la cara ─ No creo que quieran galletas ─ Responde con un gesto inexpresivo ─ Pero iré a ver.

─ ¡Espera, acomoda mi rostro!

─ Hasta que regrese ─ Replica molesta.

─ ¡Cascada!

Al retirarse de la sala, Cascada nota el sonido de que tocan a la puerta, por lo que acelera el paso, por su parte Arax tumbado en el suelo de la sala vuelve a retomar la lectura de los libros Temperanza. Al acercarse a la puerta principal la pequeña asistente, tiene que acelerar aún más el paso, debido a lo largo del pasillo, jadeante llega y abre la puerta, el heraldo se sorprende un poco.

─ Mis respetos, mi nombre es Ove Ek, y soy un Heraldo de el gran Poblado de Slutord, no muy lejos de aquí, estamos invitando a toda la gente de los alrededores para que asistan al gran festival en honor a la diosa primordial Ipscaya.

─ Suena... interesante... le comentare... al... dueño... ─ Responde Cascada entre jadeos.

─ ¿Se... Se encuentra bien?

EDE - Perdón -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora