| Tu narración |Presioné el botón para que el ascensor se detuviese frente a mi. Esperé a que bajase con la vista fija en el suelo, tratando de oprimir las lágrimas que en cualquier momento sabía que saldrían.
Tragué saliva, alcé mi rostro con determinación y suspiré, haciendo lo que estaba en mis manos para calmarme. Llorar era un privilegio que la gente como yo no podía tener. En ese preciso momento las puertas del elevador se abrieron frente a mi. Entré con la mente en blanco, posicionándome seguidamente en el rincón del mismo.
Agradecía profundamente que sólo hubiese una persona presente, pero al mismo tiempo maldecía en mi interior ya que, al haber menos personas, me sería más fácil cederle el poder a mis emociones.
El piso en el que había estado era uno de los más altos del edificio, razón por la cual aún había un largo camino por recorrer hasta el piso correspondiente a la puerta principal, y mientras el elevador bajaba con lentitud alarmante, recordé lo que me había dicho mi hermano hace apenas unos minutos.
Mi esfuerzo de años significaba nada en aquél momento y pude sentir cómo cálidas lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas. Sabía que para mi familia, mi futuro no era algo que importase mucho, mas nunca imaginé que las cosas fuesen a ser así alguna vez.
Traté de tomar, nuevamente, control de mis emociones y comencé a limpiar las lágrimas que yacían sobre mi rostro cuidadosamente con el dorso de mi mano para no arruinar aún más mi maquillaje. Llorar dentro de un elevador me pareció entonces tan estúpido, que la vergüenza se apoderó de mi y mis mejillas se encontraron ardiendo en cuestión de segundos. Estúpida, eso era lo que era. Quizá todos tenían razón.
Creí que después de sentir lo tonta que era dejaría de llorar, pero vaya que había estado equivocada; de hecho, mis lágrimas comenzaron a salir más rápidamente. No, eso no podía estar pasando. Había puesto mis sentimientos sobre una enorme pila que crecía continuamente por tanto tiempo, que era como si la misma se hubiese desmoronado en ese exacto instante. No, no, había alguien presente, no podía dejar que eso pasase. Moví mis manos agitadamente por mi rostro, tratando de limpiar cada una de las gotas que se derramaban.
No sé cuándo pasó, pero estaba tan ocupada haciéndome cargo de mi horroroso rostro que en un momento dado sentí una mano coger delicadamente la mía. Llevé mi mirada hacia la mano ajena; era pálida, con un tono rosado sobre la palma y dedos elegantemente alargados. Alcé mi sorprendido rostro para poder encontrarme con el ajeno rostro de un totalmente desconocido e, increíblemente, precioso, para mi sorpresa. La persona que me cogía la mano parecía ser un joven no mucho más mayor que yo, con cabello blanquecino y desordenado de longitud ligeramente larga, sólo cubriendo un poco sus orejas. Sus ojos eran de un sorprendente verde/azulado que me costaba describir y parecían estar cargados de algo que no sabía, y dudaba ser capaz de deducir.
Sentí entonces como con su mano alzó la mía y, con la que le quedaba libre colocó un pequeño pañuelo de papel sobre la mía. Yo no podía dejar de verlo, pues estaba sorprendida por más de una razón.
—Llorar dentro de un ascensor es de mal gusto. —Habló él con un tono de voz meramente neutro, careciente de cualquier emoción. —Tú y yo parecemos ser lo mismo, pero uno de los dos es siempre más fuerte, y tú tienes que ser la más fuerte.
En cualquier otra situación lo hubiese abofeteado o algo por el estilo por ser un tanto rudo, ¿Pues qué clase de persona le diría eso a alguien quien se encuentra llorando? Pero no, el hacerlo estaba fuera de mis límites. Yo estaba anonadada por él, y no podía escapar, especialmente porque ahora estaba confundida por sus últimas palabras.
No pasaron ni un par de segundos después de que él dijo eso cuando las puertas del ascensor se abrieron. Él soltó mi mano y salió por éstas, dejándome boquiabierta.
—G... ¡Gracias! —Grité para que me pudiese escuchar, pero él ya estaba muy lejos y no se volteó en ningún momento.
Nunca supe si me había escuchado.
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【 Lean On Me 】→ Saeran x Lectora ←
Romance"-¿P-por qué hiciste eso? -Quiero que sepas... -Pasó la punta de su lengua por tu cuello. -Que si me muerdes, yo te morderé de regreso, princesa". Lo conociste en un ascensor después de haber tenido uno de los peores días de tu vida... Quién diría...