Caminaba de un lado a otro dentro de la amplia habitación, evidentemente nerviosa, dando vueltas una y mil veces a las últimas palabras que salieron de la boca de Saeran antes de que el mismo abandonase el lugar. Si tan sólo supiese a quién se refería con ''él''...
No sabía si él realmente sería capaz de hacerme algo mucho más relativamente malo sólo por no haber querido comer, porque, como he repasado varias veces por mi mente con anterioridad; no se podía esperar nada específico de él, quien en definitiva tenía un problema, y el confiar en él sería una idea ciertamente tonta, pero si no me había matado hasta la fecha, ¿Por qué lo haría por algo tan insignificante?
Mientras miraba a una de las claras paredes de la parte de la habitación en donde me estaba quedando, unos golpecillos en la puerta se hicieron presentes, lo cual provocó que soltasé un ligero saltillo por el susto, con los ojos abiertos de par en par gracias a la sorpresa antes de que me acercase para abrir ésta con sumo cuidado. Mi corazón palpitaba velozmente mientras abría la puerta con lentitud, y cuando ésta estuvo abierta apenas lo suficiente para poder apreciar a la persona que estaba tras ella, me encontré con Heeyeon, quien me miraba con una mirada plana y casi vacía.
—¿Pasa algo? —Inquirí con mi mirada puesta sobre ella y una ceja alzada, sosteniendo la puerta con ambas manos, extrañada de que ella se encontrase frente a mi, teniendo en cuenta de que no la había visto por días.
—El amo requiere tu presencia. Sígueme. —Habló con brevedad antes de darse la media vuelta y comenzar a caminar, claramente sin la intención de dar más detalles. Yo al momento salí de la habitación y cerré la puerta tras mi, ansiosa. No sabía qué era lo que sucedía y me encontraba... Algo aterrada. Siquiera sabía cómo conectar lo que había pasado sólo hace un rato con lo que estaba sucediendo en esos momentos, pero suponía que ''El amo'' era Saeran, ¿No?
Caminaba por el pasillo con velocidad, siguiendo los largos y firmes pasos ajenos. Llegamos al jardín en cuestión de minutos y como siempre, me encontré plenamente anonadada por éste. Debía de admitir que nunca había visto un jardín tan hermoso como el que me encontraba observando en aquellos momentos. Estaba tan cuidado, y la luz del atardecer lo hacía ver tan radiante que dudaba que hubiese palabras para describir tan bella imagen, además, el olor a tierra mojada me hacía sentir más que cómoda, tanto que casi olvidaba la razón por la que se me había sacado de mi habitación.
—¡T/N! —Una voz familiar llamó por mi nombre con entusiasmo, lo que hizo que diese una vuelta sobre mis talones para poder localizar al sujeto, quien me miraba a lo lejos con una sonrisa mientras regaba unas plantas, sosteniendo una pequeña regadera delicadamente con ambas manos, las cuales estaban cubiertas por unos guantes de tela negra hasta la mitad.
A pesar de la inesperada situación que me hallaba presenciando, volteé hacia atrás para cerciorarme de que Heeyeon seguía allí, mas ella ya parecía haberse retirado.
Titubeante me acerqué hacia donde Saeran regaba las flores, sin saber exactamente cómo actuar. Vestía nuevamente un atuendo ciertamente elegante, y su aura simplemente se sentía... distinta. Era como estar frente a una persona diferente.
—¿Ahora riegas plantas? —Cuestioné a lado de él, viendo las gotas de agua caer plácidamente sobre los pétalos de una hermosa rosa rosada.
—De hecho, lo hago todos los días. —Comentó él casualmente, lo cual me sorprendió de cierta manera. ¿Acaso pasaba todo el día regando plantas? Pff, si eso explicase la razón por la que no parece dormir... la idea de que pasaba la tarde regando plantas y la noche frente a un enorme monitor de ordenador tendría sentido.
Saeran parecía tan tranquilo en esos momentos que en realidad no sabía qué hacer o decir. Así que opté por simplemente ver las rosas hasta que él se decidió a hablar. No siempre se me permitía salir y esa era una oportunidad única de respirar aire... fresco.
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【 Lean On Me 】→ Saeran x Lectora ←
Romance"-¿P-por qué hiciste eso? -Quiero que sepas... -Pasó la punta de su lengua por tu cuello. -Que si me muerdes, yo te morderé de regreso, princesa". Lo conociste en un ascensor después de haber tenido uno de los peores días de tu vida... Quién diría...