[ 9: No te dejaré ]

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| El mismo día, 5 horas después |

Mi nueva "guardaespaldas" me estaba dando un tour por el lugar al cual llamaba "Magenta". La verdad era que no entendía mucho a lo que se refería la mayoría del tiempo pero, aparentemente, Magenta era un lugar como de... retiro espiritual o algo por el estilo. La gente usaba unas extrañas túnicas oscuras como vestimenta diaria y parecían estar asociados a una religión de la cual no se me había explicado gran cosa, pero según Heeyeon, alababan a alguien a quien llamaban "Salvadora", quien, si yo estaba en lo correcto, era probablemente la misma persona de la que Saeran hablaba continuamente. Heeyeon sólo llevaba un año allí y estaba tan agradecida con su Salvadora que se había ofrecido a ser una sirvienta sólo para ayudar a la noble causa, que, honestamente, dudaba que fuese muy buena.

—Y por aquí está la sala de... —Había comenzado a explicar ella con su neutral voz, pero en ese momento una pequeña trompeta sonó y, de la nada, todos los que estaban alrededor se arrodillaron y miraron hacia el suelo. Heeyeon me cogió del brazo e hizo que me arrodillara de igual manera. —No mires hacia arriba. —Ordenó, pero no pude resistir la curiosidad y justamente cuando alcé sólo un poco la vista, alcancé a ver a una persona pasar en medio del pasillo con guardias a sus costados, portando una túnica similar a la de los demás, con la diferencia de que ésta era más clara y con brillantes incrustaciones por todos lados.

Cuando el sonido de pasos básicamente había desaparecido, todos se levantaron y siguieron con lo que estaban haciendo.

Heeyeon se levantó de igual manera y yo me limité a imitar sus acciones.

—Bueno, eso es todo por hoy. —Ella acomodaba la falda de su vestido. —El amo ordenó que te enviase hacia el jardín cuando el sol hubiese bajado. Sígueme. —Y una vez más comenzó a caminar.

—Heeyeon... —Llamé con una voz débil, algo avergonzada por lo que estaba a punto de pedir. —¿En serio tengo qué usar esto? —Ella se volteó para verme y señalé con mis manos el vestido celeste que me había dejado sobre la cama una vez que terminé de tomar una ducha.

No era muy corto como el de la fiesta. De hecho, llegaba hasta mis rodillas y estaba algo esponjado, con la parte superior cubriéndome de manera decente y la manga era larga. Simplemente no quería usar algo así.

Heeyeon hizo caso omiso de mi pregunta y siguió caminando, regresando su mirada hacia el frente.

—El amo quería que lo usaras. No lo hagas enojar y haz lo que pide; últimamente tiene demasiado trabajo. —Suspiré y ella siguió caminando con la mirada hacia el frente. ¿De qué clase de trabajo se encargaba Saeran, de todos modos?

Y al recordar a Saeran recordé que estaba algo nerviosa por verlo después de lo que había pasado horas antes, pero creo que más que eso, estaba algo avergonzada por la manera en la que continuamente dejaba que él me tratase; como si yo fuese un juguete o algo por el estilo, cosa que, definitivamente, yo no era.

Además, al haber aclarado mi mente, muchos recuerdos del día pasado habían regresado a mí y, entre todos esos recuerdos estaba el que más preocupada me mantenía; la bomba que había explotado en el estacionamiento del salón en donde la fiesta había estado tomando lugar. Tenía demasiadas preguntas, aunque algo estaba claro; la bomba era, evidentemente, producto de algún extraño plan de Saeran.

Necesitaba saber al menos si todos los miembros de la R.F.A se encontraban bien, porque de no saberlo, me mantendría demasiado ansiosa en los siguientes días dado a que, de ser que alguno de los chicos estuviese lastimado, sería totalmente culpa mía y no me podría perdonar a mí misma nunca.

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