|Tu narración |
—Hm, ¿Así te gusta jugar, princesa? —Preguntó él mientras se arrodillaba frente a mi. Yo guardé mi móvil (ya con la batería puesta) rápidamente en el bolsillo de mi pantalón. A él pareció no importarle. Claro, ¿Cómo le importaría cuando básicamente él tenía control del mismo?
Lo miré de mala gana y cogí lo más cercano que tenía para defenderme; un rociador para matar cucarachas.
—No te acerques. —Dije fieramente ésta vez, apuntándolo con el rociador. Tenía qué parecer intimidante, ¿No? —Y no me digas así. —Solté. Él pareció reír con ligereza ante mi comentario. Yo fruncí el ceño. ¿Qué era tan gracioso? Maldito incoherente.
Pareció ignorar toda mi palabrería y se acercó más a mí para rápidamente arrebatar el rociador de mi mano, arrojándolo luego hacia un lado. Yo me comencé a arrastrar hacia atrás con mis manos hasta que mi espalda quedó contra un casillero. Trataba de tenerlo lo más lejos posible, pero él sólo invadía mi espacio personal cada vez más.
—Crees que... —Pasó su mano libre por mi tobillo, subiéndola lentamente por mi pierna, viendo esta. —¿Puedes morderme y huir como si nada, Princesa? —Soltó una carcajada, teniendo una expresión facial que no daba nada más que miedo. Yo comencé a temblar. No quería que me hiciese nada.
Cuando su mano finalmente llegó hacia mi rodilla, él tiró la navaja que sostenía con su otra mano y pasó ésta a mi otra rodilla para separar ambas, abriéndome de piernas. Se colocó entre las mismas y una lagrima pasó por mi mejilla. Cerré mis ojos y esperé por lo peor, pero lo único que hizo fue verme con atención. Había acercado una de sus manos hacia mí y enrollaba un mechón de mi cabello en su dedo índice.
—Pero creo que dejaremos mi venganza para otro día. —Abrí mis ojos de par en par por la sorpresa al escuchar aquello. ¡¿Me iba a dejar ir?!
Su rostro tomó un aspecto más serio, se alejó un poco y en cuestión de segundos sacó algo de su chaqueta de cuero, cosa que colocó en mi tobillo. Se sentía frío, muy frío.
—¿Q-qué es eso?
Me moví un poco para ver lo que era. Me había colocado un brazalete de metal. Mis nervios estaban hasta no sé dónde y no quería nada más que llorar. No sabía qué hacer. Siquiera podía pensar, mi mente se había quedado en blanco.
—Eso es, princesa, un rastreador. Y no, no se puede quitar. Si intentas escapar o quitartelo, no te mataré, no... Hay destinos peores que la muerte, eso te lo puedo asegurar. —Se levantó y comenzó a alejarse y sin ver atrás. —Ahora lévantate, que tengo planes para ti. Se me ocurrió algo grandioso mientras huías. —Lo escuché decir a la lejanía con un matiz de voz lleno de regocijo, aparentemente ya fuera del armario. Claro que no me iba a dejar ir, ¿Cómo pude pensar que lo haría por un momento?
Lo seguí con lentitud, pensando sobre cómo podría escapar o si gritar sería buena idea. Las probabilidades de que él no estuviese solo eran muy grandes y el riesgo de perder la vida parecía muy real. No era como si me importase mucho en ese punto de mi vida, para nada, pero... ¿Qué foto de mi pondrían en el telediario? Joder. Ah, en qué mierda estaba pensando. Había leído un libro con una situación similar a la que estaba presenciando, y a la chica que la habían secuestrado la habían enviado a Japón para venderla en... ¡Oh, eso no importa! ¡También hay una película así! Cuál era el nombre...
—Te dejaré allí y hablarás con ellos. —Había, finalmente, recordado el nombre de la película, pero su voz hizo que lo olvidase otra vez. M i e r d a —No mencionaras quién soy yo o nada de lo que ha pasado ahora mismo. Uh, y mucho menos menciones el brazalete. Aségurate de invitar mucha gente a la fiesta y que ellos confíen en ti. —Explicaba haciendo ademanes desdeñosos con sus manos de aquí para allá.
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【 Lean On Me 】→ Saeran x Lectora ←
Romance"-¿P-por qué hiciste eso? -Quiero que sepas... -Pasó la punta de su lengua por tu cuello. -Que si me muerdes, yo te morderé de regreso, princesa". Lo conociste en un ascensor después de haber tenido uno de los peores días de tu vida... Quién diría...