[ 3: El Chico del Ascensor ]

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| Tu narración |

Una amplia sonrisa se hizo presente en su rostro al escucharme. ¿Cómo pude ser tan tonta para no reconocerlo en un principio? Tardó semanas para que su rostro dejase de deambular por mi mente y mis sueños, y resultó marchándose eventualmente... Sólo para regresar.

-Vaya, ya había perdido toda esperanza en que te acordases de mi.-Soltó con voz baja, pasando el pulgar de su mano libre por mi mejilla suavemente. -Quizá tienes peor memoria que mi tonto hermano.

Su sonrisa desapareció y él de repente lucía muy ensimismado, como si ya no se encontrase allí. Incluso el agarre en mis muñecas se suavizó y tomé eso como una oportunidad para sacarme del mismo, pero mi acción provocó todo lo contrario, haciendo que él lo endureciese más y empujase su peso sobre mi. Ahora moverme parecía ampliamente complicado.

-Hm, no, no. No te voy a dejar ir fácilmente. Ayer te comportaste muy mal. -Dijo lo último con un tono lleno de falso pesar, como si se sintiese mal por mi y lo sucedido el día anterior. -Es por eso que he decidido castigarte. -Y su sonrisa macabra regresó una vez más. ¿Castigarme? ¿A qué se refería con eso? Me estaba comenzando a asustar. Yo era lo suficientemente mayor como para no necesitar castigos de ningún tipo.

-No-No me hagas nad...

-Shh, shh. -Me calló, pasando su dedo pulgar de mi mejilla hacia mis labios, presionando éste allí. -No tienes derecho a decir nada. -Su va se tornó más calmada y baja mientras acariciaba con su pulgar mi labio inferior. Sus dedos eran tan suaves, quizá la experiencia no habría sido tan abrumadora en cualquier otra situación. -Tú eres mía desde el momento en que decidiste venir aquí. -Su mirada se encontró con la mía y su mano entonces se deslizó desde mis labios hacia mi cuello. Él comenzó a acariciar de manera gentil un costado del mismo, después pasó sus finos dedos por la linea de mi clavícula. Yo cerré los ojos y opté por no decir nada. Quizá porque sabía que no había manera de que él entendiese; sus palabras no tenían ningún sentido y, sinceramente, no parecía estar en una buena condición mental. Hablar con él era como hablarle a la pared, o quizá sólo peor. La razón no me echaría una mano ésta vez, yo estaba consciente de ello.

»Y me gusta marcar lo que es mío. -Añadió con un matiz más profundo en su voz y antes de qué pudiese decir nada más, sus mano había pasado a mi hombro y sus labios estaban contra mi cuello, succionando la piel del mismo.

¿Qué demonios estaba haciendo?

Sentía sus cálidos y suaves labios contra la piel de mi cuello, y el área en donde se encontraba succionando lentamente comenzó a arder. Me quería quejar, claro que quería, pero por otro lado... Quería que lo siguiese haciendo. «¡¿Qué está mal conmigo?!» Me pregunté a mí misma cuando un jadeo estuvo a punto de salir de mi garganta pero se quedó atorado en la misma. Mi sangre se había calentado y los latidos de mi corazón estaban demasiado rápidos. No supe si eso fue por el miedo, o por otra cosa... La culpabilidad se adueñó de mi.

Otro jadeo estuvo a punto de salir cuando él se detuvo y dejó un pequeño beso húmedo en el área que había estado succionando. Un escalofrío pasó por mí y mi piel se erizó. ¿Por qué tenía qué hacer eso justamente en tal sensible lugar? ¿De qué iba?

-¿P-por qué hiciste eso? -Me atreví a preguntar casi sin aliento y bajé la vista para sólo encontrarme con su cabello, el cual de repente sentí la necesidad de tocar. Era... ¿natural?

-Quiero que sepas... -Él pasó la punta de su lengua por el lugar donde había dejado un beso, en el cual ya debía de haber una marca con una fuerte tonalidad. -Que si me muerdes, yo te morderé de regreso. -Las puertas del ascensor se abrieron, así que él se enderezó y se alejó de mi, dejándome libre de cualquier agarre. ¿A qué se refería con...

Y un recuerdo cruzó por mi mente. Yo lo había mordido en el brazo, ¿No?

Mis mejillas tomaron un vívido matiz rosado al recordar tanto la situación del día anterior como lo que acababa de ocurrir hace instantes.

•••

Después de eso, Desconocido hizo que bajásemos nuevamente hacia la cafetería y, básicamente, me obligó a comer. Literal, me metió un pan a la boca e hizo que le hablase sobre cómo iba todo con la R.F.A.

-Y, ah... aún no se sabe cuándo será la fiesta, pero, yo... supongo que se dirá pronto. -Alzé un hombro y le di un trago a mi café-. ¿Cuándo me dejarás ir? -Pregunté, dejando mi taza en la mesa. Él rió. Era una risa auténtica y... Bastante molesta de escuchar, teniendo en cuenta mi situación.

-¿Tengo cara de dejar ir lo que es mío? -Preguntó, metiéndose luego una galleta a la boca. Yo fruncí el ceño. Detestaba que me respondiesen con preguntas, y peor aún viniendo de un maldito acosador psicópata.

-Te pregunté algo. Simplemente responde y no digas nada que no pueda entender. Sea lo que sea, tú me necesitas a mí; no yo a ti. -Dejé claro, viéndole fijamente. Me tenía bastante cabreada.

Él puso los ojos en blanco y se recargó en su silla.

-Qué malhumorada. -Desvió la mirada. Claro que estaba malhumorada, ¡Seguramente me había dejado una marca y estaba básicamente secuestrada! Oh, y no hablemos de las amenazas y mi inútil móvil que no era de mucha ayuda. -Eso no importa. Pero no te preocupes, no me gusta dañar lo que me pertenece. De hecho, me encargaré de llevarte al paraíso como recompensa.

Alcé una ceja.

-¿Paraíso?


Nota de la autora

Baah, me emocioné con éste cap. Ayuda.

Lamento si no está demasiado bien o muy corto, pero he estado algo enfermo y las ganas de escribir me comían. (?) Así que lamento las incoherencias. Ya me encargaré de leerlo mil veces y estarlo editando.

¡Muchas gracias por leer! Recordad votar y cualquier sugerencia/queja me la podéis hacer saber en comentarios. Tomaré todo en cuenta~.

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