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Caminaba de regreso hacia la habitación en la cual me había estado quedando por ya un tiempo. La verdad era que en ese momento me sentía mucho más tranquila que en días pasados; Saeran se había comportando de una manera excepcionalmente decente y me había hecho sentir calma y comodidad. Claro que esto no borraba nada de lo que me había hecho con anterioridad, no, pero para mí esto era ganancia. Además, me tranquilizaba mucho saber que tanto Yoosung como Zen estaban relativamente bien, mas eso no significaba que lo estarían en un futuro. Mi mente estaba trabajando en un plan que no podía fallar.
La noche se cernió con apacibilidad. Yo me encontraba en la habitación y Saeran estaba sobre el sofá, un ordenador portátil posado sobre sus piernas. Él estaba anonadado por éste y había hecho caso omiso de mi presencia por un par de horas. Me preguntaba, sinceramente, qué era lo que tanto hacía con sus ordenadores. Tenía que sacar algo de él, cualquier cosa. Necesitaba respuestas para mantenerme sana, pues si no las conseguía lo antes posible, lo más seguro era que perdería la cabeza. Demasiadas cosas habían pasado, y vale, sí, que quizá yo no era la mejor persona, sin embargo, tampoco era una mala. Estúpida sí, claro, mala no.
Con determinación, me coloqué a mí misma sobre el pie de la cama y observé a Saeran durante algunos segundos, decidiendo mis futuras palabras con versatilidad.
—Me aburro, habla conmigo. —Demandé, mis orbes aún pegados a su figura. Saeran siguiera se movió, pero pude escuchar un "Hm" de su parte al instante, lo cual quería decir que estaba muy al tanto a sus alrededores. Esa era mi llamada para proseguir.
—¿De qué quieres hablar? —Inquirió sin alejar su mirada de la pantalla del ordenador, siguiendo con lo suyo.
—Hm, no lo sé... No hemos hablado mucho sobre ti, y tú sabes muchas cosas sobre mi. La verdad es que me parece algo injusto. —Y no era mentira, en lo absoluto. —Me gustaría saber si te gusta algo, si tienes pasatiempos... Pero no menciones "helado", que eso ya lo sé.
El muchacho detuvo el movimiento de sus dedos sobre el teclado, quedándose en pleno sosiego por algunos segundos.
—Tengo cosas más importantes que hacer que gastar mi tiempo en cosas estúpidas tales como los pasatiempos, T/N.
Él regresó a lo suyo. Hm, así que no hablaría del jardín en lo absoluto. Raro, teniendo en cuenta que era todo de lo que parecía hablar esa misma mañana. Mis sospechas acababan de confirmarse, de cierta manera.
Era cierto que no sabía mucho sobre el tema, pero Saeran parecía tener un tipo de problema que hacía que "otra personalidad" apareciese de vez en cuando. No podía ser que Ray y Saeran fuesen gemelos, esto porque todo de ellos era idéntico: desde las puntas de su cabello rosas hasta su voz y semblante. Era cierto que eran, personalmente, bastante diferentes, pero en cuanto a atributos físicos, eran exactamente idénticos. Además, esas conversaciones que a veces tenía consigo mismo sí que hacían justicia a ambas personalidades. No podía ser una simple coincidencia.
—A Ray le gustan las flores, o bueno, eso dijo él. ¿No te gustan a ti?
El muchacho bufó con fastidio. No le gustaba hablar de nada usualmente, pero esto parecía ponerle ciertamente incómodo, más que molesto, tal y como lo hacían muchísimas más cosas.
—Las flores son estúpidas, él y tú lo son. Ahora, déjame trabajar, tengo cosas que hacer. —Regresó a mover sus dedos por el teclado con rapidez.
No había lugar para dudas, pero yo aún tenía muchas respuestas que él me debía de responder. Bajé de la cama y opté por sentarme a lado suyo en el sofá, sin darle mucha importancia al hecho de que a él eso no le agradaría mucho. Posé entonces mis orbes sobre la pantalla y el joven volteó a verme con el ceño fruncido. Al entrar en cuenta de esto, moví mi cabeza para que mi mirada se encontrase con la ajena.
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【 Lean On Me 】→ Saeran x Lectora ←
Romance"-¿P-por qué hiciste eso? -Quiero que sepas... -Pasó la punta de su lengua por tu cuello. -Que si me muerdes, yo te morderé de regreso, princesa". Lo conociste en un ascensor después de haber tenido uno de los peores días de tu vida... Quién diría...