Capítulo 4: Advertencia

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Dejó pasar dos días sin siquiera atender a la puerta, solo viendo como su cuerpo se transformaba en ella y luego, de nuevo, en él. 

La hora de cambio era cerca de las seis, en la mañana y la tarde, pero no podía estar seguro porque siempre se quedaba dormido y luego despertaba en el otro sexo.

Era jueves en la noche cuando de nuevo salió, llegando a ese bar donde la pelinegra le había dejado confundido la otra vez. También la recordaba en su habitación diciendo estupideces, por eso creía que ella era la culpable de todo. Necesitaba encontrarla.

—Dijo que se llama Ere —explicó al hombre en la barra—, es así de alta —señaló con su mano—, de cabello negro, rizado, ojos café oscuro, casi negro, y no tan delgada.

—Eso fue grosero —se quejó la chica que se sentaba a su lado—, ¿cómo que no tan delgada?

—¡Tú! —gritó Castiel apuntándole con el dedo índice.

—Hola —dijo ella mostrándole su perfecta dentadura—. ¿Sigue todo perfecto?

—¿Qué me hiciste? —cuestionó furioso el pelirrojo, provocando en ella esa risa que le molestaba en serio—. ¿Por qué... por qué me pasa eso? —susurró.

—¿Recuerdas mi hechizo? —preguntó ella, y cuando el entrecejo del chico se frunció suspiró con cansancio—. El corazón de una chica te niegas a adorar, lo que ellas necesitan por las malas aprenderás, un hechizo yo convoco para cambiar a un idiota, y si el amor no encuentras mi magia jamás será rota —recitó rápidamente—. Soy una bruja, hago cosas como estas... Se supone que es para ayudar a la gente a ser mejores personas, pero contigo fue porque me enojaste mucho.

—¡Deshazlo! —ordenó Castiel tomando a la chica por ambos hombros.

—No puedo —declaró la morena descolocando al falso pelirrojo.

—Claro que puedes. Tú lo hiciste, ahora deshazlo.

—¡Es que no escuchas!... Un hechizo yo convoco para cambiar a un idiota, y si el amor no encuentras mi magia jamás será rota —volvió a decir—. Los hechizos se deshacen por sí solos cuando el hechizado aprende la lección. Tú debes encontrar el amor para que el hechizo se deshaga.

—¡¿Por qué?! —gritó descolocado el pelirrojo. Estaba por volverse completamente loco.

—Porque me enojaste —declaró la chica—. Dijiste que eras amor de una noche cuando ni siquiera sabes lo que es el amor. Aunque convertirte en chica fue por menospreciarme... Estaba enojada, así que sobre reaccioné y ahora no puedo hacer más que vigilar que aprendas la lección antes de que el hechizo sea irrevocable.

—¿Irrevocable?

—O aprendes la lección o vives con tu pecado, es así como funcionan las cosas —señaló Ere—. Pero, para que veas que no soy tan mala, te voy a dar un consejo, aunque es más bien una advertencia. La respuesta no es irte acostando con todo el mundo, los intentos son limitados. Sí en tres intentos no lo logras, el hechizo se vuelve permanente, aun cuando quede tiempo. Este hechizo son tres meses. Así que no le digas "Te amo" a cualquiera. Adiós, y suerte.


Continúa...

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