Capítulo 14. ¿Destino?

120 20 23
                                    

—Wow, parece que alguien aprendió algo de cortesía —se burló la chica que salía de la habitación para desayunar junto a su hermano y su vecino.

—Deja de joder —reclamó Castiel entre molesto y apenado.

—Pero es cierto —concordó Lysando con la chica—, nunca te había visto preparar el desayuno de nadie, ni el tuyo.

Castiel miró a sus acompañantes con los ojos muy abiertos. Lo que decían era cierto, pero a él no le pareció que fuese tan extraño ser amable con ese par que en serio quería.

—¡Es solo porque... si ella no come adecuadamente mis padres me matarán! —excusó el pelirrojo con las orejas reflejando el color de su cabello.

—Eres el mejor —dijo Casidi mientras andaba hasta su hermano, terminando en besar la mejilla del chico piel de tomate.

—Y tú eres una besucona —señaló el sonrojado atrapando los labios del a chica con sus dedos—. ¿Debería cortarte esto?

—No seas ridículo —pidió el albino atrapando a la ojigris de la cintura y jalándola hacia él.

—Exacto —dijo la chica—. Si me quitas esto, ¿cómo besaré a Nathaniel?

—Si para eso los quieres tal vez debería quitarlos yo —amenazó Lysandro presionando la chica contra sí.

—No quieres que te compare con mi hermano y luego vas y te portas como él. No eres congruente —señaló la chica para un muy molesto peliblanco.

—Dejen las peleas maritales para luego —ordenó Castiel—, llegaremos tarde al instituto si no se dan prisa a desayunar.

Lysandro soltó a la que forcejeaba entre sus brazos, suspirando. Entonces ambos ocuparon un lugar en la mesa y comieron algo que no se veía ni sabía bien, pero tampoco mal.

En el instituto, Castiel dejó a su falsa hermana atrapada con el albino para ir hasta la sala de delegados a llenar el papeleo de su reincorporación después de dos meses de ausencia. Ahí se encontró con unos hermosos ojos color miel, enormes por la sorpresa de ver a alguien que no esperaba a pesar de desear verlo siempre.

Castiel le miraba hablar, y cuando recordaba todas las sonrisas que le regaló a su contraparte, se le hizo un nudo en el estómago. 

Con él era seco, a pesar de siempre haber sido cálido con Casidi, incluso le permitió besarlo. Fue justo ese recuerdo el que lo enfureció un poco más.

—En fin —dijo el rubio atrayendo la atención del otro—. Supongo que hay cosas que están destinadas a no ser.

Los ojos de Castiel se hicieron enormes, no sabía la razón del comentario del otro porque no había estado escuchando mucho de lo que él dijo, pero esas palabras ya las había escuchado de alguien que le molestaba mucho aunque la quería demasiado. 

En ese aspecto Ere, vestida de Casidi, era como una verdadera hermana.

"Tú y él están destinados a amarse. Pero no por eso a ser" había dicho ella justo antes de informarle que el hechizo se había roto.

Castiel apretó los dientes y los puños. Estaba enojado. ¿Qué mierda era el destino y por qué mierda se atrevía a decidir por él? 

Ahora que había encontrado el amor no dejaría que una estupidez como el destino le arrancara algo que seguro le daría felicidad.

Todas estas cosas pasaban por la mente del pelirrojo mientras los ojos miel del que abrazaba y besaba le miraba con sorpresa y lágrimas. 


Continúa...

SWEET SPELLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora