Capítulo 10: Amor

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—Ups —hizo la morena apretando los dientes mientras con furia miraba al rubio cuyos papeles debía levantar, pues la chica se los había tirado. 

Nathaniel suspiró. No se esperaba esa reacción de la chica, pero tal vez podía entenderla un poco. Aunque él no lo haría, en serio entendía que esa chica cuyo corazón al parecer había destrozado le molestara un poco. 

—¿Puedes mover el pie? —preguntó el chico en el piso, intentando levantar la hoja que Casidi pisaba—. Por favor, Cas.

Casidi le miró con pena, luego se fue sin decir absolutamente nada. Ella estaba hecha un lío y todo era culpa de Nathaniel. Él le había herido el orgullo, y lo seguía haciendo al tratarla con tanta amabilidad.

—¿Él te rechazó? —preguntó Lysandro que no había perdido pista de la manera infantil en que actuaba la chica frente al rubio.

—Él es un idiota —dijo la azabache terminando su corta frase con una dolorosa mueca que al albino le pareció adorable.

—Por eso debías enamorarte de mí y no de él —musitó Lysandro provocando la queja de la chica que se aferraba a su torso casi llorando.

—Yo no me enamoré de él —alegó Casidi—, solo creí que él podría salvarme... pensé que me amaba y que lo resolvería todo pero... pero... yo ya no quiero esto, Lys. Solo quiero que todo vuelva a la normalidad... solo quiero irme a casa, dormir y despertar sabiendo que todo esto no fue más que una pesadilla.

Lysandro se conmovió por las lágrimas de esa chica. No lo había pensado, pero seguro era difícil aceptar tal cambio en su vida. Ella no solo había dejado Alemania, también su familia, instituto, amigos y muchas cosas importantes. O al menos eso era lo que él sabía. 

—Lo lamento —dijo Lysandro presionándola más a su cuerpo. 

Casidi sonrió, jamás en su vida esperó un abrazo tan cálido de parte de ese chico, a pesar de ser su mejor amigo. Ahora encontraba otra ventaja de ser mujer. Podía llorar y ser consolada.

—Eres el mejor —dijo la chica de rostro húmedo con una sonrisa bastante hermosa—. Tienes un aura de hermano mayor que me da tranquilidad.

La expresión calmada del albino desapareció cuando Casidi volvió a referirle como a un hermano y, furioso, tomó a la chica por el rostro para besar sus labios.

Los ojos de Casidi se hicieron enormes, la sensación en su estómago era para vomitar. Era desagradable. ¡Le estaba besando su mejor amigo!

—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Casidi después de darle un puñetazo que hizo retroceder al albino un par de pasos—. ¿Por qué mierda me besas?

—Dije que me gustas —recordó Lysandro—, y me estás viendo con los ojos equivocados. Puedo soportar que me veas como un amigo, porque aún tendría una oportunidad, pero si me vez como familia todo está perdido. Yo haré todo lo que en mis manos esté para que no te olvides del tipo de sentimientos que guardo por ti.

Casidi no supo que responder. Había prometido que no lastimaría el corazón de su mejor amigo. Pero en serio no podía con eso. 

—No va a funcionar —aseguró la chica y corrió hasta la salida para terminar chocando en el jardín con alguien que tampoco quería ver—. Si no vas a ayudarme, desaparece —pidió entre sollozos al rubio que la había salvado de caer al piso.

—No puedo apartarme —dijo el rubio abrazándola a su pecho—. Eres alguien importante para la persona que me gusta, así que quiero protegerte. No puedo amarte, pero te quiero mucho, así que déjame estar a tu lado, déjame mostrarte que mis intenciones son buenas. Quiero ser tu amigo, casi un hermano para ti.

—Déjame darte un beso —pidió la chica. Nathaniel negó con la cabeza, pero ella insistió—. Solo uno, un beso y te juro que jamás insistiré con esto.

Nathaniel aceptó después de mucho pensarlo. 

Nerviosa, Casidi acercó sus labios al chico rubio mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que no dejaban de escapar de sus ojos y, cuando sus labios estuvieron pegados a los de él, su corazón estalló en mil destellos cálidos y dolorosos.

Sonrió perdiendo la mirada en el piso, donde sus lágrimas caían. Al fin se había enamorado, y nada ganaría con ello.  


Continúa...

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