Capítulo 7: ¿Iguales?

120 21 11
                                    

El timbre de la campana les salvó de tan incómoda situación, pero estaban en el mismo salón, y sentados uno al lado del otro, eso se complicaría. 

Castiel dedujo que Casidy le gustaba a Lysandro porque en el fondo ella tenía la misma esencia que él, o alguna idiotez de ese tipo, y su amigo lo quería a pesar de su actitud de porquería.

Igual no quería tener que soportar otra de esas sonrisitas bobas que le daba, por eso dijo que tenía problemas en la vista, logrando que la sentaran al frente del salón, y no al final, donde compartía asiento con su mejor amigo.

Al final, pensando en la situación de Lysandro, Casidy se olvidó de la promesa del delegado, hasta que lo descubrió sonriéndole en la puerta del salón.

Lo pensó por dos segundos, y determinado a no romper el corazón de su mejor amigo, pues él era lo más sincero que tenía, decidió alejarse de él para no darle alas. Y, con todo el dolor de su alma, eligió almorzar con Nathaniel.

El delegado era tan amable que a Castiel le daban escalofríos. Ese sujeto estaba sonriendo como jamás le había sonreído, provocándole asco. 

Dedujo que también al delegado le había gustado su supuesta hermana y siguió fingiendo sonreír mientras ambos caminaban por lugares que ambos conocían demasiado bien.

—¿Qué te parece la escuela? —preguntó el rubio cuando de nuevo estuvieron en la entrada al instituto después de recorrer la cancha, el invernadero y ambos patios—, ¿mejor que tu instituto en Alemania?

—No... sí... probablemente —balbuceó la morena, molesta de tanto tiempo escuchando una voz que detestaba. 

Nathaniel no se había callado ni un solo segundo mientras caminaban.

—Definitivamente son diferentes —soltó Nathaniel en una sonrisa—. Eres agradable y divertida, nada que ver con...

—No somos tan diferentes —interrumpió Casidy molesta—. Castiel y yo somos lo mismo, así que no intentes caerme bien, porque no va a pasar. 

»Te conozco, él habló de ti y no fueron precisamente cosas buenas, así que mejor mantengámonos al margen. No quiero problemas. 

—Supongo que dijo demasiadas cosas malas —suspiró el delegado—, de otra manera no me odiarías sin darte la oportunidad de conocerme. Te aseguro que no soy lo que Castiel dice.

Los ojos de la chica se fijaron en el chico rubio deseando con muchas ganas tener la fuerza que se requería para romperle la nariz de un puñetazo. 

Él le estaba llamando mentiroso en su propia cara... aunque no lo sabía.

—¿Entonces debería de confiar en ti y no en las palabras de mi hermano? —peguntó furiosa la de ojos grises—. No voy a confiar en el chico que llama mentiroso a mi hermano. Yo lo conozco bien, y él no armaría un chisme solo porque le caes mal. Si te odia es seguro que tiene sus razones. Confío en él.

—No digo que Castiel haya mentido —corrigió el ojimiel—, digo que me ha malinterpretado.

—¿Por dos años?

—No. Me malinterpretó hace dos años, luego no me dio la oportunidad de explicarme. Pero tienes razón en una cosa, al parecer, ustedes no son tan diferentes. Ambos juzgan y deciden sin darse en tiempo de analizar nada... Lamento haberte molestado. 


Continúa...

SWEET SPELLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora