Capítulo 13: Consecuencias

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Escuchó sonar las seis en el reloj de pared y suspiró con cansancio. 

En toda la noche no había logrado dormir nada, no se levantaría de la cama, pues aún estaba el hecho de que no quería afrontar al besucón de su amigo albino ni encontrarse con el rubio, pero debió dejar la cama para atender al insistente llamado de alguien en la puerta.

—¿Cómo te saliste de mi cuerpo? —preguntó Castiel viendo a Casidi de pie en la entrada de su casa.

—¿Alguna vez escuchaste algo sobre que cada persona debe hacerse responsable de sus actos? —preguntó la azabache de ojos grises.

—Sí, lo dijo alguien que conocí y me la hizo pasar mal intentando enseñarme esa lección —admitió Castiel.

—Soy Ere —informó la chica—. Alguien descubrió que hice un hechizo por capricho y tengo que asumir la responsabilidad de crear un personaje que no existe porque alguien se enamoró de mí. Tienes que dejarme quedar aquí.

—¿Qué?, ¿cómo?, ¿por qué?

—Porque estoy castigada, porque no tengo casa y no tengo magia. Solo tengo esa falsa personalidad que creamos para que aprendieras una lección, vacante. A partir de hoy soy Casidi, en lo que alguien se compadece de mí y me devuelven todo lo que me quitaron.

—No puedes ser Casidi —alegó Castiel—. Yo soy Casidi.

—Sí, claro que sí puedo. Nosotros éramos Casidi. Tu cuerpo no se transformaba en mujer, tu conciencia entraba en mi cuerpo. No puedo convertir a una persona en otra cosa, pero puedo usar una peluca.

—Entonces, ¿Lysandro no me besó?

—No. Lysandro me besó a mí, pero yo sí besé a Nathaniel.

—¡Mocosa! —gritó Castiel tomando con fuerza la muñeca de una que en serio parecía su gemela.

—Esa no es manera de tratar a una dama —reprochó Lysandro llegando en defensa de su amada.

—Tú no sabes lo que hizo esta mocosa, ella es una...

—La conozco un poco, Castiel —interrumpió el albino—. Ella es como tú.

—¡Oye! —bramó el pelirrojo.

—Tal vez peor —corrigió Lysandro y quién respingó esta vez fue la azabache.

—¡Oye! —renegó Casidi casi molesta.

—Como sea, no tenemos tiempo. Alístense para ir a la escuela.

—No voy a ir a la escuela —informó Castiel entrando a su departamento, dando espacio para que su falsa hermana y su vecino entraran.

—Bien, entre más espacio me des, más oportunidades tengo con Nathaniel.

—¡Oye! —refunfuñó Lysandro mirando con molestia a una chica demasiado divertida.

—Pero es en serio —susurró la falsa Casidi al oído de su falso hermano mientras entraba a la habitación del pelirrojo por algo de ropa para vestir e ir al instituto después de bañarse.

Castiel la fulminó con la mirada y suspiró resignado. No echaría a esa cría a la calle, era su Casidi, después de todo.

—Más te vale que la enamores pronto —dijo el pelirrojo para su amigo caminando a la cocina para preparar algo que pudieran desayunar.


Continúa...

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