My First & Last (Parte 1)

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En cuanto el par de luces estuvieron lo suficientemente cerca de ellos, la puerta del copiloto se abrió, y fue el momento en el que despertaron de la estupefacción ante la visión del NCT Institute, y ante su otra estupefacción por el hecho de que un auto se acabara de detener justo frente a ellos. Del horror y la incredulidad, pasaron a la adrenalina, y en menos de un segundo, al miedo. Todos estaban a la espera de saber qué tipo de persona bajaría del automóvil, ¿la policía; o un hombre con una moto cierra descuartizadora; o un anciano; o un par de pueblerinos dirigiéndose a la ciudad; ...o tal vez, el profesor Gu quien se las había apañado para alcanzarlos?

Mark, que por instinto se había situado frente a todos los demás en un intento de protegerlos, discretamente buscó a tientas la mano de Jisung, a un costado, la cual estaba sudando y no dejaba de temblar; fue eso lo que le dio el coraje para romper el misterio de las personas dentro del auto.

—¿Quién está ahí? —intentó sonar demandante, pero su voz decidió jugarle una mala pasada en aquellos momentos; si no fuera por la inquietante situación, de seguro, sus amigos se habrían burlado del tono agudo que se escuchó.

Un pie posándose sobre el asfalto creó un poco de eco a su alrededor dado el expectante silencio que los rodeaba, y seguido, por las luces aún encendidas del auto, solamente se pudo observar la silueta de una persona no tan alta y delgada saliendo por la puerta del copiloto. Demonios, los chicos sólo querían saber quién era de una vez por todas, sino estarían a punto de estallar por los latidos sumamente asustados y sin parar dentro de ellos.

—Cariño, ¿puedes apagar las luces?, estos pequeños quedarán ciegos de tanto que los alumbras, por todos los cielos —una aguda y gentil voz detuvo los pensamientos de angustia que se formulaban a la velocidad de la luz dentro de aquellas siete cabecitas. Tal y como la dueña de la voz pidió, las luces altas del automóvil frente a ellos se apagaron, y en un segundo la luz en el interior del auto se encendió tenuemente en su lugar, dejando ver claramente a una intrigada mujer de cabello corto sobre los hombros, y en el asiento frente al volante a un hombre de edad media.

—Dios mío, ¿qué es lo que se supone que están haciendo unos pequeños niños caminando solos sobre la carretera en la montaña a mitad de la noche? —exclamó, inquietada por aquello, se acercó apresuradamente a ellos, como queriendo cobijarlos debajo de sus cortos brazos a todos de una sola vez, ante sus ojos parecían unos cachorritos abandonados buscando por refugio. En cierta forma lo eran.

—Amor, entren rápido, hace frío y es peligroso allá afuera —habló el hombre aún desde el interior.

No supieron ni cómo, pero entre ligeros empujones insistentes por parte de aquella mujer, y lo desconcertados, hambrientos, cansados y friolentos que estaban, cada uno de los chicos entró a la parte trasera del auto sin poder poner siquiera una pizca de resistencia, pero tampoco era como que quisieran hacerlo, pues de entrar al cálido auto de un par de desconocidos a estar varados en la nada, preferían mil veces la primera opción; y, en el cortísimo lapso en el que todos intentaban acomodarse en el interior, Mark giró para poder observar por última vez aquel lugar que, por desgracia o no, nunca olvidaría, el lugar que le cambió la vida, tanto con aspectos negativos como buenos, y se concentraría en sólo las cosas buenas, pero sabía que lo no bueno también le ayudaría para seguir adelante con su vida, para no recaer en aquellos malos aspectos y luchar para ser feliz y libre y amado y un buen amigo y un buen hombre. Adiós, NCT Institute; pronunció dentro de sí aquella corta pero profunda despedida, y una última ráfaga de aire despeinó ligeramente su cabello, como si aquel lugar se despidiera de él también, con algún tipo de tregua silenciosa entre ambos, justo antes de que Mark subiera al interior del auto y aquella mujer cerrara la puerta tras de él.

No era un auto grande, pero tampoco era como que ellos ocuparan demasiado espacio teniendo en cuenta la carente alimentación que llevaban en el instituto, por lo que cuatro de ellos cabían perfectamente en los asientos, pero por la falta de espacio, dos de ellos tuvieron que sentarse sobre las piernas de alguien más, y como Chenle y Jisung eran los menores y de menor peso, fueron ellos los elegidos; claro está que Jisung se sentó sobre su querido Mark hyung, quien no tardó en rodear sus brazos sobre la cintura del menor; sentían el cálido cuerpo del contrario, y era algo reconfortante después de todo lo sucedido.

Come into my Dream [Mark & Jisung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora