Sed

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Fue hace tanto tiempo que no lo recuerdo bien, solo se que ese día me sentía diferente, con una extraña quemazón en la garganta, que por mas agua que tomaba no se quitaba, al principio fue tolerable, pero después era insoportable, era como tener velcro en la garganta y cada vez que tragaba se pegaba, era desesperante, pero no lo había mencionado a nadie...

Y así pasaron los días, haciéndose mas dolorosa esa sensación, a la cual se le sumaron mas síntomas raros, como; hambre (que no desaparecía comiendo), debilidad (que no se me quitaba durmiendo), y una día, contemplando mi reflejo en el lago cristalino vi algo curioso en mis ojos, el iris normalmente café dorado se había casi coloreado de rojo oscuro, como la sangre, me asuste al contemplar eso, abrí levemente la boca y toque uno de mis filosos colmillos, eso tenia, sed... sed de sangre, cubrí mi boca con mis manos, con la mirada completamente alarmada... 
-Pero ya a pasado mucho tiempo, no había tenido sed desde ese día que interrumpí mi transformación, ¿que esta pasándome?
Estaba asustada, pero no compartí con nadie ese miedo, no quería estar atada a beber sangre para sobre vivir, ademas, ¿por que ahora?, a mas de un año de haber sido mordida, estaba cansada pero había seguido entrenando, cada día me hacia mas fuerte, mas hábil, mas rápida, pero desde que esa... sed... comenzó, no había podido ni acercarme a mi hermano lo suficiente para atacarlo, como iba a calmar esa angustiosa sensación? no quería herir a nadie, animales tal vez? podría ser, en mi mundo no había animales así que salí a cazar.

Me había transportado aun bosque hermoso, donde habitaban animales tanto normales como mágicos, no me importaba cuales fueran, solo quería calmar esta horrible sed... Estaba observando una criatura enorme parecido a un leopardo pero con el pelaje azul celeste, su aroma era agradable y me estaba preparando para saltar sobre el, morder su cuello y beber su sangre, pero...

-Que haces?
-Maldita sea Itacho me asustaste!!!
-jeje me doy cuenta, dime que hac...

Voltee a verlo pero se quedo callado, con cara de terror...

-Que?
-Como que que??  tus ojos son... rojos...

No pude contestarle, el aire había cambiado de dirección, su aroma llegó a mi nariz, era tan deseable que no pude controlarme, mi cuerpo tembló intentando resistirme, pero el olor de la sangre de mi hermano, era lo que yo necesitaba, no lo pensé, solo se que me lance a el mordiendo su cuello, el no hizo por defenderse, solo acaricio mi cabello y cerro los ojos...

Su cálida sangre manaba de su cuello hasta mi boca, gemí levemente al sentir como mi garganta dejaba de doler  a cada trago que daba, no se cuanto bebí, ni cuanto tiempo paso, no pude detenerme hasta saciar por completo mi sed, Itacho tampoco se movió ni intento apartarme, solo acariciaba mi cabello, cuando al fin tome conciencia de lo que estaba haciendo sollocé, y las lagrimas brotaban de mis ojos humedeciendo su camisa negra...

-Tranquila, se que lo necesitas, estaré bien, sacia tu sed hermanita...

Y lo hice... cuando termine lamí las gotas que brotaban de su cuello y noté que mi saliva cerraba la herida que le había hecho, solo cuatro pequeñas aberturas con mis colmillos superiores e inferiores, mi boca se veía roja por la sangre que aun estaba sobre ella, lamí sin desperdiciar ni una gota, el dolor, el cansancio y el hambre habían desaparecido, y yo, me quede en silencio contemplando a mi hermano, que se veía tranquilo, solo sonrió...

-Mejor?
-si
-por que no me lo habías dicho? te notabas rara desde hace días
-no quería llegar a esto

Baje la mirada a mis manos que estaban levemente salpicadas de sangre, Itacho tomo mi barbilla y me levanto la cara haciendo que lo viera

-Tus ojos vuelven a ser de ese bonito café que me gusta

-ya no son rojos?
-no, ya no, has saciado tu sed, y se refleja en tu mirada... literalmente jajaja me dio un poco de miedo como me viste antes de morderme, como una...
-como una presa...
-si... vamos a casa Pam, has tenido unas semanas duras con esa sed

Nos levantamos de ese verde pasto y estábamos a punto de irnos pero una voz grabe nos detuvo...

-Así que tu eres Pamela, un angelito caído...

Voltee para ver a mi hermano, una luz cegadora inundo el lugar así que cerré los ojos, estire mi mano para sujetarlo pero no lo encontré, solo lo escuche gritar...

-PAM!!!

Un momento después abrí los ojos y ya no estaba en el bosque, ni él estaba conmigo...

Memorias de una chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora