Depresión

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No se como regresé al lago, tampoco sabia cuanto tiempo había pasado, lo único que sabia es que él, mi hermano, ya no estaba...

Un gran dolor me consumía por dentro, desde mi corazón hasta cada célula de mi ser, había gritado hasta desgarrarme la garganta, lloré hasta quedarme sin lagrimas, me sentía totalmente destrozada.

El tiempo pasó y yo perdí interés en todo, a penas comía, ya no hacia nada mas que observar el lago y mi mundo se sumió en una noche eterna, sin estrellas, sin luna; sin embargo había una luz, no me di cuenta de ella hasta mucho tiempo después, mi mundo no era totalmente oscuro pues había forma de ver aun que no sabía de donde venia esa luminosidad.

La oscuridad de mi corazón comenzó a consumirme, daba largos paseos por mi mundo, nunca saliendo de el, mi mente en blanco, el ambiente en silencio, esperaba el día en que un monstruo llegara y me matara, así terminaría con ese sufrimiento, pero nunca llegó, en uno de mis interminables paseos llegue a un árbol a un lado del lago cristalino, era distinto de los otros pues estaba muerto; como si hubiera sido quemado, no tenia hojas y las ramas eran grises; tenia un hueco lo suficientemente grande para poder pasar por el y mi curiosidad fue mucha; entré en aquel hueco y mágicamente pase a un mundo desolado, un bosque que había sido arrasado con fuego, arboles muertos y grises como el que servia de puerta a esta nueva dimensión, aun que en este lugar el árbol por el que había pasado era el único vivo, fuerte y frondoso, el piso estaba cubierto por una espesa capa de ceniza, a lo lejos se lograban ver altas llamas de fuego negro aun quemando lo que sea que hubiera en ese lugar, el cielo estaba cubierto por humo gris, la visión de este lugar me recordó a lo que yo sentía, esa inmensa tristeza que destruía todo, entonces me di cuenta; yo había creado este mundo por eso estaba conectado con el lago, camine por largas horas explorando, no había ni rastro de vida en ese mundo a parte del árbol de entrada, toda mi tristeza se manifestó creando este lugar, lo llame Mayit.

Al no encontrar mas que muerte en ese nuevo mundo regrese al único árbol vivo, lo atravesé y volví al lago, había algo que no entendía; por que mi mundo "El Lago" no se murió con mi tristeza como Mayit, ¿cual era la diferencia?

Y me encontraba meditando sobre estas cosas cuando de pronto una voz suave como un tintineo me distrajo de mis pensamientos...

-Esperanza y amor- Era Shina, que me dio la respuesta a lo que no comprendía, cuando cree este mundo lo hice con esos sentimientos, y por ellos aun había luz y por eso Mayit se creo, por que en ese lugar no existían sentimientos buenos, pero aquí si, abrace mis rodillas y llore de nuevo..

-Lo extraño tanto- Deje de hablar en tanto tiempo que mi propia voz me pareció extraña y así llore por horas que se convirtieron en días, ¿Cuanto duraría esto? ¿Cuando la tristeza abandonaría mi corazón? ¿Por que no dejaba de sentir? ¿Donde estaba mi hermano? ¿Que hice para que él se fuera? ¿Como podría volver a estar con Itacho?-  esto es lo que pensaba siempre que las lagrimas salían de mis ojos y el llanto no cesaba hasta quedarme dormida...

Aquella mañana después de muchos meces de llorar aun sin resignarme a haber perdido a mi hermano decidí volver a entrenar, creía que si recordaba todo lo que Itacho me había enseñado lo sentiría mas cerca de mi, comencé con volar; mis alas estaban atrofiadas pues no las había usado desde que él se fue, el color rojo de las venas por donde corría la sangre de mi hermano estaba intacto, una parte de él estaba conmigo y eso me dio animo para continuar; decidí que me haría mas fuerte así que cuando aprendí de nuevo a volar (por que había olvidado como era) le pedí a Katzuhiro que me enseñara su técnica de combate, él entusiasmado (y probablemente con la esperanza de acabar con la depresión que me rodeaba) aceptó y después de mucho tiempo volví a ver su forma humana: alto de cabello negro  con rasgos orientales había adoptado el típico color de sus ojos violetas como en su forma de gato, era ágil y de complexión delgada, sería todo un reto atraparlo era muy rápido pero necesitaba distraerme de el dolor y eso era perfecto.

Cada día entrenaba hasta quedar rendida, el dolor de mi corazón fue remplazado por el dolor de mis músculos, pero la tristeza por extrañar a mi hermano no cedía, aun así mi fuerza aumento, era mucho mas rápida, ya podía controlar mis habilidades mágicas sin problemas; el hielo (y la nieve), el cristal, el agua, el viento, la tierra también en ese tiempo había descubierto mi habilidad de sanación, eso me seria muy útil en un futuro, sentía que había llegado al nivel de mi hermano, eso me alegraba.

Mi mundo volvió a tener luz de las estrellas y la enorme luna, aun no había día pero estaba bien, ya habían pasado unos 8 meses del mundo humano y decidí buscar plantas y sustancias para conservar en los frasquitos mágicos que había fabricado hace mucho tiempo, quería experimentar creando pociones para diferentes propósitos y me prepare para este viaje, Shina Katzuhiro y yo iríamos de aventura.

Cree una pequeña bolsa de cuero que sujetaba a mi cadera para guardar todos los frascos que llevaba, cabían aproximadamente unos 20, y algunos median 3 cm y otros 5 cm, prepare algunas armas ocultas entre mi ropa y nos fuimos del Lago abriendo un portal que nos llevo a otros mundos y conocimos muchos lugares, seres y criaturas, cada vez que llenaba los 20 frascos íbamos al lago y los guardaba en el estanque congelado luego regresábamos con mas frascos recolectando distintas sustancias, y así viajamos por el espacio de 2 meses, ya no me sentía triste pero aun extrañaba a mi hermano, él siempre estaba en mis pensamientos.

A 11 meses de la partida de Itacho decidí salir sola a un mundo desconocido, decían que estaba cerca a la puerta del infierno y que alrededor habían varios mundos, fui a recolectar veneno de una serpiente enorme llamada basilisco tenia alas de hueso muy filoso, contaba la leyenda que quien viera sus enormes ojos amarillos moriría, afortunadamente estaba dormida y por eso aproveche para acercarme sigilosamente y juntar veneno que segregaban sus enormes colmillos una gota basto para llenar el frasco que tenia, también recolecte algunas escamas y un poco del polvo que soltaban sus alas, -de algo servirán- decía en mi pensamiento, ya me estaba retirando cuando escuche un siseo, no me di la vuelta porque sabia que el basilisco había despertado y si veía sus ojos moriría, no me moví del lugar donde estaba, y vi frente a mi la enorme sombra de la serpiente a punto de atacarme, gire sobre el suelo esquivando su mordida, no quería pelear contra ella, siempre he estado en contra de la violencia contra los animales por muy feroces que fueran o muy raros así que decidí irme de ese lugar abrí un portal hacia el lago pero un dolor punzante me detuvo, de pronto colgaba a varios metros del suelo, mi brazo izquierdo estaba atrapado entre los colmillos de la serpiente, grite de dolor, el veneno penetro mi piel y comenzaba a hacer efecto, el dolor era insoportable y ahora no habría nadie para salvarme, no quería pero tenia que hacerlo, debía dañar a la serpiente y rogar por no perder el brazo izquierdo, aparecí mi espada e hice un corte en su mandíbula lo que provoco que apretara mas mi brazo así que pique uno de sus ojos dejándola ciega el dolor que le provoque la hizo abrir la boca soltándome, no podía mover el brazo y corrí directo al portal, el veneno me aturdía y en cuanto llegue al lago me desplome en el piso inconsciente.

-Hace unos meses habría aceptado esto, incluso lo hubiera buscado si no fuera por que no tenia animo de nada, pero hoy... hoy no quiero morir, Padre... Ayúdame...- murmuraba mientras el veneno corría por mi sangre, abrí un poco los ojos, no había muerto, pero sabia que ese veneno era mortal, ¿porque estaba viva?

Memorias de una chica extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora