CAP. 18.- NON SEMPER EA SUNT QUAE VIDENTUR

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(No siempre las cosas son lo que parecen)

- Shaina pero... ¿qué has hecho? – era muy consciente de que ella la había visto llegar.

Antes de que el joven pudiera salir corriendo tras Saori, Shaina le frenó cogiéndole del brazo.

- Déjala irse, ella no merece un hombre como tú Seiya. – La rabia que se advertía en los ojos de la muchacha le preocupó.

- No tienes ni idea de lo que dices Shaina...

- Sí lo tengo. – La rabia había dejado paso a una mirada llena de dolor y preocupación. –Tú mismo acabas de decir que "es complicado". ¡Claro que lo es! Ella nunca te verá como el hombre que eres! ¿Acaso crees que no me di cuenta que a ella sólo empezaste a interesarle cuando vio que tu y yo nos llevábamos bien? Sólo está jugando contigo Seiya. Ellos se creen por encima de nosotros, que pueden jugar con nuestros sentimientos.

- No Shaina – el joven relajó su forcejeo, sujetándola por las muñecas con suavidad, en cierto sentido no podía evitar sentir cierta empatía por la muchacha, él también fue objeto de las crueldades de aquel mundo en el pasado. – Ella no es así, ella es tan víctima o más de lo que pudieras imaginar. Si no tuvieras tantos prejuicios lo hubieras visto... pero no te culpo, yo también los tuve una vez.

Soltó su agarre y se fue en busca de Saori.

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- Entiendo lo que me dices Fleur, pero entiéndeme tú a mí. – Hyoga no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. – Tú misma lo has visto.

- Lo sé Hyoga y siento mucho que sea así contigo, de verdad. Pero...

Ambos jóvenes habían abandonado el salón dónde todos los invitados disfrutaban de la fiesta y paseaban por los jardines. En los últimos días Hyoga no se había separado de las asgardianas, especialmente de Fleur. Esa chica tenía una dulzura y gentileza como pocas veces había visto antes. Su mirada era cálida y, en cierto modo, le recordaba a su hogar. Para la rubia poder disfrutar de la compañía de Hyoga esos días había sido como un sueño; ella, que al principio se había mostrado reacia a acompañar a su hermana, contaba las horas que le quedaban junto a aquel joven que le había robado el corazón.

- ¿Pero qué, Fleur? – Hyoga apoyó sus manos sobre los hombros de la chica, buscaba con ese contacto calmar una situación frente a la que no podía hacer nada. – Sé que él es alguien muy importante para tu familia, eso no te lo discuto. Pero desde que nos conocimos no ha parado de fastidiarme sin motivo, es desagradable y ni siquiera disimula que le disgusta mi presencia. Y, sinceramente, yo no he hecho nada para que me trate así como si fue la peor calaña del planeta.

La joven bajó la mirada apenada, le entendía perfectamente puesto que había sido testigo de todos los desplantes y comentarios de Camus, sobre todo relacionados con su condición de huérfano, aunque sutil, era como si buscara herirle. No estaba siendo justo con él.

- Siento que te hayas visto afectada por nuestras diferencias Fleur. – Continuó el ruso.- Pero no me pidas que le entienda, ese hombre simplemente no tiene corazón.

Esas últimas palabras del muchacho la removieron por dentro, ella sabía que, precisamente, no era otra cosa que el dolor que sentía en su corazón lo que le había llevado a Camus a actuar así. Si Hyoga supiera la verdad...

Los últimos días juntos había ganado mucha confianza, hasta el punto de que Hyoga le contó su historia, la historia de su madre. En algún momento Fleur se había dado cuenta de que algo no coincidía entre aquella y la conversación que escuchó tras la puerta, cayendo sobre ella el peso de una responsabilidad autoimpuesta ¿debía decirle algo a Hyoga? En un arranque de emociones encontradas, la joven rompió a llorar y se abrazó al muchacho.

El honor de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora