No quería salir de debajo de su edredón. Se sentía ridícula, pequeñita, le dolían los ojos, todavía los tenía hinchados de llorar. "Eres una tonta" pensaba "¿Cómo pudiste creer que él se iba a haber fijado en una chica como tú? Él es un chico con clase y de buena familia y tú... tú simplemente eres un absoluto desastre."
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Durante todo el camino no paraba de darle vueltas a la misma idea, todo se estaba descontrolando, no podía entender a Seiya. Él fue el que inició todo, quién les animó a hacer algo, conocía mejor que ninguno los riesgos y la importancia de ser cautelosos, mucho más ahora que empezaban a ser personajes públicos a raíz de la muerte de Mitsumasa.
Recordaba perfectamente el momento en que comenzó todo hacía ya tres años, incluso como en cierto modo él había sido el detonante, quizás si no hubiera estado tan cegado en ese momento, si hubiera sido más racional...
(Flashback)
Shiryu y Seiya estaban en la escuela de artes marciales cuando Hyoga llegó, tenía muchas ganas de ver a su hermano. Después de más de siete años volverían a encontrarse todos en la misma ciudad. El tiempo, las decisiones, la necesidad de huir les mantuvo separados mucho tiempo.
Seiya, junto con Ikki, fueron los que más habían tardado en regresar. Cuando Shiryu le avisó esa tarde de que Seiya estaba allí no podía creerlo, al menos una buena noticia esa semana.
Seiya había regresado de Grecia, se escapó cuando cumplió la mayoría de edad a buscar a su hermana y apenas habían tenido noticias de él desde entonces. El reencuentro no estuvo exento de emociones, a pesar de que se consideraba un tipo duro no pudo evitar dejarse llevar y derramar unas lágrimas, ninguno pudo.
Seiya les contó que había buscado sin cesar a su hermana siguiendo una pista que le dio un antiguo profesor del orfanato, pero que al final, resultó ser un callejón sin salida. Comenzó a estudiar y trabajar para ganar algo de dinero con el que seguir su búsqueda. Una pareja local le había acogido como a un hijo, eso le permitió tener un techo seguro y realmente sentirse querido. Posteriormente, cuando todo se complicó, les reconocería que la mujer que le acogió perteneció a un legendario grupo de Amazonas guerreras y que le enseñó a pelear.
Sin embargo, por motivos sobre los que no quiso darles detalles, finalmente regresó en busca de Mitsumasa, él más que nadie le debía una explicación. Shiryu y Hyoga conocieron de primera mano cómo había sido el reencuentro de su hermano con Saori, como ella no le había permitido pedir esas explicaciones. Aunque ellos sabían que Saori no era tan cruel y que seguramente actuó movida por la preocupación que la embargaba la salud del viejo, el dolor y la rabia que manifestaba su hermano les contuvo de entrometerse. Sabían perfectamente que ambos jóvenes pecaban de lo mismo, de cabezotas, pretender mediar sólo empeoraría las cosas.
Durante los primeros días Seiya se alojó en su casa. Era divertido convivir como hermanos. Así fue como Seiya acabó conociendo el problema de Erin, la chica que en aquel momento traía de cabeza a Hyoga.
Cuando su hermano supo que Erin estaba sufriendo acoso por uno de sus jefes le alentó a intervenir. Hyoga temía por Erin, su jefe, Mr. Goldapple, era un tipo tan poderoso como turbio, así que no hizo nada.
Pronto se arrepentiría de su decisión, la noche en la que Erin fue ingresada en el Hospital le rompió por dentro, ese cerdo la había violado y golpeado hasta la saciedad. Tal fue la paliza que recibió la joven que los médicos temieron por su vida en varias ocasiones. Casi destroza la sala de espera cuando se enteró de lo ocurrido. Se sentía culpable, avergonzado, se odiaba a si mismo; su cobardía, porque no era otra cosa, había terminado por destrozar a la mujer que amaba.
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El honor de un hombre muerto
Hayran KurguTodos los personajes tienen mas de 18 años. Los herederos de M. Kido deben aliarse para defender su legado. Odios, secretos y personajes peligrosos se enfrentarán en una ciudad que tiene un protector en la sombra. El corazón de Saori estará dividido...