CAP. 8 - ERRARE HUMANUM EST

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(Errar es humano)

Shun, Ikki y June recorrían la ciudad en el coche del primero. La primera parada fue la Mansión, al ser el punto que quedaba más cerca. Los dos hermanos bajaron del coche, quedando June a la espera a petición del más joven.

- Oye Shun ¿qué diablos ha pasado esta noche?

- No lo sé hermano.

- Algo me dice que sabes más de lo que parece. - El pequeño apartó la mirada. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar esa conversación, solo que no estaba preparado.

- Hermano te prometo que todo está bien. Solo confía en mí.

El joven de cabello azul miraba suspicaz a su hermano pequeño, aun así reconocía la preocupación del muchacho y no quiso insistir, de momento.

- De acuerdo, de momento me conformaré con esa respuesta, pero saben que pueden confiar en mí. Yo siempre estaré a tu lado Shun, espero que pronto tú también lo estés. - El joven dio la espalda a su hermano y siguió su camino, herido por la desconfianza que, por parte de su hermano pequeño, se evidenció tras su conversación.

Shun regresó al vehículo donde una confundida June le esperaba, sus ojos escondían mil preguntas que no se atrevía a formular.

- Creo que te debo una cena - la expresión preocupada de Shun cambió, ofreciendo June una agradable sonrisa. - ¿Te apetece un italiano? - la joven rubia asintió, al menos pasaría más tiempo con él a solas fuera del contexto del trabajo.

Shun arrancó el coche centrándose en conducir aunque no podía dejar de pensar en sus hermanos ¿habrían llegado a tiempo para ayudar a Seiya?

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Su teléfono sonó con fuerza.

- Saga. - La voz al otro lado no traía buenas noticias. - ¿Cómo que escaparon? ¿Quiénes eran? - su interlocutor seguía explicándose, avivando el enfado del abogado. - Sois unos inútiles, mira que dejaros vencer por dos tipos con capucha, ¡Por Dios, erais superiores en número! Tendré que ocuparme yo mismo. - Colgó.

- Te dije que tendrías que haberme mandado a mí. - La joven de cabellos verdes le recriminaba su falta de confianza sentada en el sofá al otro lado de su despacho.

- ¡Cállate Shaina! No estoy para reproches. Tu cometido es otro y punto. Ahora déjame, solo necesito pensar.

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El amable chico de cabellos castaños claros, casi rubios, y tez canela le acercó un plato con un emparedado.

- Come un poco. - Ella lo aceptó sin rechistar aunque apenas lo mordisqueó, fue más el reflejo instintivo de la educación que le habían dado desde pequeña el que respondió. Seiya y la chica, Marin, discutían en la habitación de al lado, aunque de vez en cuando sus voces se alzaban en grito apenas podía distinguir lo que hablaban.

Mientras tanto, al otro lado de la puerta.

-¡Seiya! ¿Estás chiflado o qué? Venir aquí, en mitad de la noche, y encima traerla a ella. ¿Por qué es ella verdad? ¿Qué ha ocurrido para que cambies tanto?

- Marin, por favor, cálmate. Te juro que no tenía otra opción. Nadie sabe que veníamos aquí, te lo prometo, ni siquiera mis hermanos, ni Aioria ni tú corren ningún peligro, lo juro.

- Pero está claro que tú y ella sí, ¿no? En serio Seiya, me cuesta encajar todo esto. La última vez que hablamos no querías saber nada de tu familia paterna y hoy me apareces aquí con nada más y nada menos que la famosa nieta Kido.

El honor de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora