Capítulo 17: ¡No estoy lista para ser madre!

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Tras la partida de Mick Jagger transcurrió un tiempo para que todos se serenaran en casa. Con la llegada de los inesperados hijos de John, los chicos sabían que ahora tendrían que ser más cuidadosos con respecto al tema de su hombría. Por otro lado, un instinto materno surgió de cada Beatle, (aunque fue más difícil en Lennon), al ver a ambos niños. Pero fue cuestión de minutos para que cada niño comenzase a mostrar su personalidad.

     —¿Ahora nos quedamos otra vez sin padre, Joanne? —ironizó cínicamente Julianne —. ¡Cielo santo!, ¡qué fastidio!

     John le fulminó con la mirada pero George hizo que guardara la compostura para no pegarle a Julianne, quien se encontraba sentada en el sofá que estaba frente a ellos, con las piernas estiradas y los brazos al aire.

     —Soy tu madre, niña, así que me debes más respeto, ¿no?

     Pero la niña rodó los ojos en respuesta. Desde ese momento fue perceptible para todos un reconocimiento espontáneo en el comportamiento de Julianne, que al parecer había heredado el carácter dominante y reacio de John.

     El pequeño John, por su parte, estaba sentado al lado de Ringo mientras éste le hablaba cariñosamente para hacerlo entrar en confianza. Paul, celoso, los miraba de reojo al ver como el niño se refería por el sobrenombre "tía" a Ringo. 

     —¿Qué?, ¿no piensan saludar a las chicas? —soltó John de repente y cruzado de brazos.

     —Oh, perdón, mamá —dijo John con voz débil pero que no perdía el mérito de sonar cortés. Se puso de pie y miró a todos —. Buenas tardes, amigas de mamá. Me agrada verlas de nuevo y espero portarme bien para no darles problemas porque sino el Señor me castigará...

     —¡Oh, cariño! —exclamó Ringo conmovido por la ternura del pequeño John y le abrazó —. ¡Eres una monada!

     Tanto George como el pequeño John sonrieron. Paul mandó a la mierda a Ringo y su ternura en voz baja mientras John y Julianne se enfrentaban con la mirada.

     —Tengo hambre —soltó de repente.

     —¿Qué? Eso no fue lo que pedí escuchar, Julianne —dijo John, frustrado —. Anda.

     Las manos de Julianne se ciñeron a la piel del sofá mientras se corría cada vez más hacia adelante.

     —Dije que tengo hambre, Joanne. ¡Dame de comer! —exigió —. ¡Es tu obligación!

     —¡Basta!, ¡te estás sobrepasando, niña! —rugió John poniéndose de pie y quedando enfrente de Julianne. Ella le enfrentó con la mirada —. ¡Eres una vil y descarada niñita que...! —le tomó por los brazos, hostigándola.

      —¡Joanne! —exclamaron sus amigos al unísono.

     Paul se abalanzó entre John y Julianne para separarlos, enviando a su amigo una mirada furtiva y de calma. Ringo y George aprovecharon el momento para atraer a un pequeño John asustado y a Julianne.

—¿Por qué no vamos a la cocina, niños? Así tía Rosie y yo les prepararemos la cena —comentó George con una sonrisa —. Vamos, vamos.

—Sí-sí...

Los niños asintieron a la petición y abandonaron la sala en compañía de Ringo y George. Cuando se fueron Paul dejo a John en paz y éste soltó un ahogado suspiro mientras se tallaba el rostro completo tratando de tomar el control. Estaba colorado de las orejas.

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