Capítulo siete.

779 81 5
                                    

El regreso de Louis había sido un tanto extraño para todos y, especialmente, para Harry. Lógicamente se había acostumbrado a aquellos dos días sin el castaño al rededor siendo que sólo había estado allí con él un día en el lugar. 

Harry en realidad no entendía porqué se mantenía tan atento y alerta a Louis. Quizá había desarrollado algún tipo de miedo, o quizá estaba volviéndose paranoico, él todavía no decidía cuál de ambas. 

>Quizá las dos.<

Luego del almuerzo, en la mañana en la que Louis volvió, Harry decide salir a tomar un poco de aire al jardín trasero. 

Hay bastantes flores, algo desordenadas a su gusto y hay un gran y lindo árbol junto a unos bancos de cemento en un rincón. 

Divisa a Liam sentado allí, no hace absolutamente, sólo está allí mirando al vacío con una cara de pocos amigos. Aún así, piensa que sería bueno ir a conversar con él y se encamina hacia allí.

Ve un poco más allá a Hope y Niall quienes hablaban muy tranquilamente junto a unas rosas blancas. Ellos estaban muy seguido juntos y Harry había visto como Niall sólo ve a Hope cuando creía que nadie lo veía. 

En seguida llega al lado de Liam, éste levanta su mirada y Harry casi se estremece al ver el frío en los ojos castaños. No son esos dulces y casi inocentes que antes vio, ahora parecen idos y fuera de sí. Piensa que quizá, Liam está en plena decaída y debería llamar por ayuda, pero no pasa mucho en que Liam pestañea y su mirada es la suya otra vez y una sonrisa se asoma apenas por sus labios. 

Harry suspira de alivio y le devuelve la pequeña sonrisa. 

Sentado en el frío banco, que apenas se sienta le hace recorrer un escalofrío por su columna, Harry piensa que no tendría que haber molestado a Liam. Parecía pensativo y, con el semblante algo oscurecido, pero aún así no se arrepiente. 

No debería de arrepentirse de cada cosa que hace, y eso lo sabe.

—Y, Harry. ¿Cómo te trata este loquero?

El rizado se encoje de hombros y ríe un poco por la manera de llamar al lugar. 

—No lo sé...—musita perdiendo su vista entre las flores. No las mira, tan sólo las ve.

Liam mira el perfil del rizado y va directo al grano.

—Te vi esta mañana. Vi cuan nervioso y preocupado te tiene el regreso de Louis. 

Harry trató de analizar el rostro del castaño, su mirada, pero éste corrió la vista en un segundo. Mirando nuevamente en aquel punto indefinido.

—N-No sé qué dices.

Tartamudo, tembloroso y mentiroso. No quiere admitirlo en voz alta, pero el tener a un supuesto asesino al rededor, quizá sea lo que lo pone nervioso y tan miedoso. 

—Sólo... ten cuidado, Harry. Louis es manipulador, intentará controlarte a ti y a tus sentidos. No quiero infundirte un miedo irracional hacia él, pero mantente alejado. Es por tu bien.

Liam ya no sonríe y Harry traga en seco planteándose cada palabra dicha. 

De todos formas, él no pensaba acercarse a Louis. Aunque lo deseara...

Liam parece enojado, hasta ve angustia pintada en su expresión. No sabe qué pasó, no sabe qué podría de haberlo hecho Louis a él, pero sabe que no es algo bueno, sabe que no fue algo lindo. 

—Es un caso perdido.— musita por último.—Harry no hace más que poner una mueca en su cara. —¿Sabes? Louis piensa, el muy jodido, que es gracioso darle brotes a los pacientes.—Su voz ya no tenía ese tinte oscuro, ahora ya hasta parecía un poco divertido, aunque Styles bien sabía que lo que Louis hacía no era nada gracioso. —Su última "victima" fue Niall.— cuenta riendo un poco. Pero ambos saben que en realidad ese no es un tema por el cual reír; es cruel. —No sabemos aún cómo, pero logró escaparse de su cuarto una noche. Uno, normalmente, cuando quiere escapar es para irse de aquí, pero Louis aprovechó la situación de otra manera.—Harry oyó atento. —Se escabulló hasta la habitación de Niall y, pegado a la puerta, comenzó a susurrarle cosas extrañas, a hablarle con distintas voces y, bueno, Niall realmente enloqueció. Su paranoia explotó en él y lo tuvieron que sacar de entre cinco enfermeros para calmarlo. Por poco y lo llevan a otro centro, uno con más seguridad, pero Louis confesó con toda la gracia del mundo que había sido él.

Liam rió y él, a pesar de la crueldad de lo hecho, lo siguió también. 

Harry piensa que Liam es un chico genial, mucho más agradable que cualquier chico que haya conocido fuera, y eso es absolutamente raro, porque lo conoció nada más y nada menos que en un hospital psiquiátrico. 




La hora de músico-terapia era lo que Harry había estado esperando desde el momento en que leyó el cronograma del hospital al entrar. 

Si había algo por lo que él realmente se apasionaba, era la música. No exactamente tocar instrumentos, porque de eso sabía poco, sólo algunos cuantos acordes en la guitarra y, lo básico de flauta. Pero él podía cantar. Hacer su propia música con su grave y, a la vez, dulce voz. 

Había oído entre los pacientes que era la mejor hora terapéutica. Decían que podías descargarte y era la preferida de la mayoría. Cómo también estaban los que amaban otros talleres, como arte-terapia o cocina. 

La sala era la misma en la que se dictaban las reuniones, las sillas seguían en su habitual posición de forma de circulo en toda la sala. Cuando todos entraron a la habitación, Harry se regañó mentalmente por no haber entrado más rápido. Todos los que entraron delante suyo se habían ubicado en una silla con un instrumento en mano ya. Sólo quedaba un órgano en un rincón fuera del circulo y una pandereta sobre una silla sobrante. 

Quizá podría intentar con el órgano. 

Caminó hacia allí, ya todos estaban en su lugar, no tenía prisa. 

Un cuerpo chocando contra él justo antes de poner una mano sobre el instrumento le hizo darse cuenta de un pequeño y a la vez gran detalle. 

Se sintió mareado; mareado y extasiado. Una sensación maravillosa que le pedía a gritos desesperados acercarse aún más. Eran sólo centímetros los que separaban a Harry de Louis.

Podía oler su jabón y un asomo de perfume ya casi desvanecido. Podía sentir cargas recorrerle. Sentía tanto, tantas cosas que hacía mucho no sentía, que quizá, nunca había sentido. 

Recordó tontamente las cases de física, cuando le explicaron el magnetismo. Se sintió dentro de un campo magnético, lleno de cargas eléctricas, electrones de aquí para allá. Sintió la atracción de los polos opuestos. Se sintió un polo. Quería acercarse, quería ceder a esa resistencia que se oponía, pero la conciencia le ganó; tenía que separarse. 

El rostro de Louis; los ojos entre-cerrados, los labios apenas separados revelando los dientes superiores, rojos y antojosos para Harry, la nariz delicada y respingada encajando perfecto con su rostro de ángel y esos ojos azules apenas asomándose le hicieron saber a Harry que Louis no se encontraba en una situación muy distinta a la suya. 

Él también lo había sentido. 

Cuando sus ojos verdes vieron directo a los azules sintió que su garganta se secaba, no podían hablar, no querían hablar. Harry cerró sus ojos y sintió como Louis poco a poco se alejaba. Cambió su rumbo, yendo hacia la silla con la pandereta, mientras Louis iba directo al órgano. 

Porque el exponerse a ese fuerte campo magnético entre ambos les había permitido decirse tanto y nada con la simple mirada compartida: Louis tomaría el órgano, porque él si sabía usarlo; y Harry la pandereta, porque estaba suficientemente dañado por la situación como para aprender a tocar un instrumento.




Oblivion. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora