Capítulo trece.

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Harry en serio que quería desconfiar de Louis, quería mantenerse frío y alejado. Pero no podía ver más allá de esos ojos azules, esos que pedían ayuda y amor tan desesperadamente. No podía ver más que la cara de ángel, que esa nariz puntiaguda y linda. Porque Louis lo tenía embobado y tenía que aceptarlo.

—Me das curiosidad, eres bastante misterioso, Harry. 

El nombrado miró a quien tenía delante, con unas de esas miradas que dicen "¿Es en serio?", porque, realmente Louis no era el más indicado para tratarlo a él de misterioso. En cuanto el ojiazul vio la expresión en el rostro de Harry, largó a reír con fuertes carcajadas. 

—Ya me parecía que estabas diciendo una ridículez.— comentó Harry, contagiado por la risa. 

Tratar con Louis no era díficil, no para él. Podía escucharlo hablar, sobre la música que le gustaba, sobre los libros que solía leer y era fácil, no eran acertijos. Harry comentaba muy poco, él sólo oía y decía lo justo y necesario. No porque no tuviese que contar, o porque no quisiese hacerlo; pero él temía arruinar ese momento con Louis. Dos días más habían pasado y Louis parecía otro. 

Claro está, que sólo con él era otro. Con el resto era un Louis cruel normal.

Y Harry se sentía tan especial con eso, tan confundido también. Pensaba y repensaba lo que Liam le había dicho y, si lo mirabas bien, la historia de Zayn parecía repetirse con él. Pero luego Louis aparecía con una sonrisa a su lado, contándole que extrañaba acortarse en su cama a escuchar música en aleatorio y que tenía ganas de pasarse un día completo en cama. Y sonreía, a veces de lado y a veces muy anchamente, y le era imposible pensar que Louis estaba actuando así sólo para hundirlo.

Cada momento con Louis, cada minuto de charla, cada minuto de silencio compartido: Harry pensaba en lo necesario que sería el leer mentes. Entrar en la mente del ojiazul, ver sus recuerdos, ver qué le dañó, ver qué pensaba de él, ver todo. Porque Harry ciertamente quería saber todo de Louis y le frustraba demasiado que el castaño fuese tan cerrado. Él estaba cayendo tan rápido y a la vez lentamente, de una manera extraña y difícil, estaba cayendo aún así por Louis. Se sentía tonto, embobado y un completo idiota al lado de ese chico. Sentía esas ganas de cobrar por mano propia venganza a quien haya sido que dañó tan tremendamente al chico, quería hacerse cargo de él, quería arreglarlo.

Pero sólo le sonreía y se ría con él. 

Porque Louis es un paciente psiquiátrico. Él también lo es. Y las cosas allí no funcionan bien. Harry volvió su mirada a Louis, la risa se había calmado ya hace minutos y el silencio los había abrazado. La mirada de Louis sobre la suya le pesó, era tan potente que Harry se sintió aplastado, sin la posibilidad de correr la mirada, y se dejó. 

Harry comenzó a sentir algo. Lo relacionó con el frío, pero era caliente. Era como ese cosquilleo, ese escalofrío que te recorre el cuerpo entero, erizándote la piel, ahí cuando una corriente de viento frío te ataca, pero no había viento y tampoco hacía frío. 

Era sólo un Louis acercándose a él, intercalando la mirada de sus ojos a sus labios entre abiertos.

Él imitó ese recorrido de miradas, desde el azul al rojo vivo de los delgados labios de Louis. 

Con el corazón brincándole en la garganta cortó todo espacio entre ellos y amoldó sus labios a los de Louis. De inmediato pensó que así se sentía ser electrocutado, pero lo descartó porque se sentía como una electrocución muy hermosa, muy deseada. 

Él fue quien cortó ese momento de unión, porque ninguno había siquiera movido los labios. 

Abrió un poco más sus labios y tomó el labio inferior de Louis entre los suyos, acariciándolo, así como él había estado acariciando su frente, su cabello, conteniéndolo todo el último tiempo. Con tanto cariño, con tantas ganas de protegerlo. 

Oblivion. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora